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    Especial TIFF 2018: Las 10 mejores películas del Festival de Toronto

    Especial TIFF 2018

    Las 10 mejores películas del Festival de Toronto

    Aunque todavía exento del prestigio de los certámenes europeos, el Festival Internacional de Cine de Toronto (abreviando, TIFF) se ha convertido en el gran evento inaugural de la temporada de premios, contando año tras año con la inmensa mayoría de los títulos que terminan conquistando las nominaciones a los Premios Oscar. Esta edición, la número 43, no ha sido una excepción, pues Can Your Ever Forgive Me?, Viudas, First Man y la mayoría de potenciales protagonistas de los próximos meses han contado con estrenos oficiales que, en su mayoría, no sólo no han decepcionado, sino que han confirmado que la lucha estará más reñida que nunca. No sólo la flamante ganadora del Premio del Público, Green Room, ha entrado de la noche a la mañana en todas las apuestas de nominaciones, sino que el segundo y el tercer premio también han ido a manos de trabajos que llevaban largo tiempo en el punto de mira de la Academia: If Beale Street Could Talk y Roma, ambas magníficas. Las tres, además, cuentan con la raza como protagonista, como recordatorio de que el mundo del cine no podría estar más en desacuerdo con las represivas (o ciegas) políticas del presidente Trump. Las predicciones, de todos modos, no siempre dan en el clavo, pues la película a la que todos daban como ganadora desde el principio (la, para quien firma estas líneas, sobrevalorada Ha nacido una estrella), ha terminado superada por trabajos de corte mucho más minimalista e independiente tal y como sucedió hace dos años en la lucha final entre Moonlight y La La Land, recordándonos que quizá Hollywood esté listo por fin para un cambio de aires.

    El nuevo aroma también ha sido visible en las temáticas de gran parte de las películas presentadas: la ya mentada cuestión racial (clave también de The Hate U Give) ha destacado, sí, pero la antaño ignorada comunidad LGTB ha sobresalido más que nunca gracias a títulos tan dispares como Rafiki, Splinters, Tell It To The Bees o Boy Erased (la cual, junto a Beautiful Boy, Destroyer, Life Itself y Outlaw King, conforma, eso sí, el listado de trabajos que han perdido fuelle a su paso por el certamen). También, en plena era #MeToo, la mujer ha luchado por abrirse paso en este mundo de hombres, si bien, pese al protagonismo alcanzado en obras tan notables como American Woman, Gloria Bell o Wildlife (todas ellas dirigidas por hombres), solo cinco realizadoras (Sara Colangelo, Veena Sud, Nicole Holofcener, Elizabeth Chomko y Claire Denis) han logrado estrenar sus trabajos en el marco de la sección “Gala”, la más prestigiosa del evento, una en la que, por cierto, solamente los asiáticos Zhang Yimou, Asghar Farhadi y Jiang Wen han conseguido meter cintas en lengua no inglesa. En cualquier caso, el TIFF es una caja de bombones donde, como decían en Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994), nunca sabes qué te va a tocar: a veces, quedarse fuera del pase más esperado (porque, llueve o truene, en Toronto crítica y público llenan cada proyección hasta los topes a las horas más intempestivas) puede tornarse en la perfecta excusa para ver antes que nadie una joya por la que no se daba un duro sobre el papel. Así, de hecho, descubrió un servidor algunas de las cintas que conforman el siguiente top (invadido, por cierto, por las temáticas mencionadas), para el cual sólo se han tenido en cuenta obras presentadas en primicia en el TIFF, dejando por el momento de lado obras maestras de las que ya se ha hablado (The Wild Peer Tree, Cold War, Sunset) o pronto se hablará (Vox Lux, Shadow, Non Fiction). Pasemos a ello.

    10. Jeremiah Terminator LeRoy
    Justin Kelly, EE.UU. | GALA.

    No es en absoluto hiperbólico afirmar que, a lo largo de la historia del cine, pocos intérpretes han sorprendido tanto como Kristen Stewart, quien, en muy poco tiempo, ha pasado de insulsa estrella de aventuras adolescentes a diosa del cine independiente. De pronto, su nombre es toda una garantía de cine interesante, tornándose su antigua inexpresividad en seductora sutileza. Y Jeremiah Terminator LeRoy no es una excepción. Que la última creación de Justin Kelly clausurara la sección principal del evento sin encontrar comprador se debe, sin duda, a un raro carácter que, aun convirtiéndola en una obra altamente atractiva para los amantes de un tipo de cine diferente, dificulta su llegada al gran público (y, por tanto, su venta). Pequeñas joyas como Personal Shopper (Oliver Assayas, 2016) y Certain Women (Kelly Reichardt, 2016) corrieron recientemente el mismo destino, quizá porque es difícil imaginarse al club de fans de Crepúsculo haciendo cola para verlas. En el segundo título mencionado coincidió la joven con la gran Laura Dern, pero no compartió un solo plano con ella, al tratarse de una obra de historias cruzadas. En Jeremiah Terminator LeRoy, para compensar, apenas se separan la una de la otra, encarnando con puro carisma a dos mujeres de corte opuesto: una estridente escritora creadora del ficticio joven trans JT LeRoy (desternillante Dern) y la callada chica a la que esta convence para dar vida a su creación (contenida y misteriosa Stewart), extrapolando las cuestiones de la identidad de género (¿es el género una realidad o una convención?) a un rico debate sobre la pura identidad: ¿hay acaso alguna distinción entre “lo que somos” y lo que queremos ser? Al final, resulta imposible no mirarse a uno mismo confundido.

    09. Colette
    Wash Westmoreland, Reino Unido | SPECIAL PRESENTATIONS.

    Aunque su nombre estará siempre ligado al drama de época (o quizá precisamente por eso) Keira Knightley llevaba años sin enfundarse en los lujosos vestidos que han reportado sendos Oscars a La duquesa (Saul Dibb, 2008) y Anna Karenina (Joe Wright, 2012). Su esperado retorno al género no se ha debido a que echara de menos los corsés que la hicieron famosa en la saga de Piratas del Caribe, sino a la posibilidad de encarnar a una de las figuras más interesantes de la historia literaria: Sidonie-Gabrielle Colette, autora de las polémicas novelas Claudine y Gigi, que causaron gran revuelo en el París de los años 20. Hasta allí, aunque en inglés, nos traslada con sumo lujo de detalles Colette, si bien en esta ocasión los decorados y los vestidos son lo de menos, concentrándose la cámara en todo momento en los complejos personajes, especialmente la mentada Colette, una mujer a todas luces adelantada a su tiempo, así como su marido y mentor Henry Gautheir-Villas “Willy” (Dominic West), quien contribuyó a su inmersión en la alta sociedad parisina pero también, como ha sido tristemente habitual a lo largo de las eras del mundo, a su invisibilidad. Por suerte, Colette no se conformó con ser “la gran mujer” detrás de nadie e hizo historia por sí misma, tornándose, no sólo en uno de los nombres más destacables de la literatura francesa, sino en todo un icono temprano de la comunidad LGTB: su desprecio por las convenciones de género y sexo al mantener relaciones con hombres, mujeres y personas trans la convierte en un perfecto símbolo de algo que sólo ha encontrado definición recientemente: pansexualidad. Tras la película, por cierto, hay una historia harto emotiva: su director, Wash Westmoreland, la confeccionó con su exmarido (Richard Glatzer) guiando su mente y corazón. Este perdió la vida en 2015 tras años de trabajo cinematográfico en equipo, pero está presente en cada plano.

    08. Giant Little Ones
    Keith Behrman, Canadá | SPECIAL PRESENTATIONS.

    Aunque la historia de la iniciación en la homosexualidad ya está harto manida, especialmente cuando involucra a dos amigos de toda la vida que no tienen del todo clara su relación, su interés sigue siendo tan latente como la homofobia que aún puebla los patios de instituto. No es por tanto sorprendente que, lejos de rehuirla, cineastas de todo el mundo busquen año tras año nuevas formas de contarla. En esta ocasión, el canadiense Keith Behrman lo ha hecho rodeándose de un encantador reparto adolescente (Josh Wiggins, Darren Mann, Taylor Hickson, etc.) que, desde la frescura y el entusiasmo, levanta un mundo donde los prejuicios y la búsqueda de libertad se entrelazan en todo momento, ofreciéndonos un interesante abanico de personajes que, sin necesidad de autodefinirse con una palabra concreta, rechazan de lleno la heteronormatividad. Aunque la LGTBfobia sigue siendo el principal motivo actual de suicidio adolescente, tristísima estadística que no debemos ignorar, el último estudio de GLAAD revela que, mientras que menos del 10 % de los adultos se siente dentro de la comunidad LGTB, entre las nuevas generaciones el dato supera el 20 %. Hay, por tanto, amplio lugar para la esperanza en Giant Little Ones, desde el alto grado de curiosidad que revelan sus personajes más jóvenes (resumido en esa chica apodada “Mouse” que, sin prejuicio o timidez algunos, interroga al protagonista sobre sus atributos masculinos y, en la medida de lo posible, los emula) hasta la tierna mezcla de aceptación e incomprensión de la que hacen gala los personajes adultos, para quienes, de cualquier manera, lo primero son sus hijos. Quizá algunos elementos se antojen tópicos o previsibles, pero pocas películas retratan la siempre complicadas emociones adolescentes con tamaña sensibilidad.

    07. Gloria Bell
    Sebastián Lelio, Chile, EE.UU. | SPECIAL PRESENTATIONS.

    Los remakes estadounidenses de películas extranjeras son, por definición, un acto de vagancia. Y, cuando es el propio director de la obra original quien se hace cargo de la copia en cuestión, la banalidad parece garantizada. No es este, sin embargo, el caso del chileno Sebastián Lelio, quien ha aprovechado la oportunidad de rehacer su brillante Gloria (2013), para ofrecer otro magnífico retrato del universo femenino contemporáneo, volviendo a poner a la siempre marginada mujer madura en el punto de mira tras haber dedicado el 2017 a las mujeres trans (Una mujer fantástica, primer Oscar a mejor película no inglesa tanto para Chile como para la comunidad LGTB) y las lesbianas (Disobedience). La fuerza de Gloria Bell, incluso superior a la de su predecesora, reside precisamente en la propio esencia del remake: que una película chilena se centre en una mujer que no se molesta en disimular sus pasados 50 años es importante, por supuesto, pero que lo haga un producto al más puro estilo Hollywood tiene todavía más valor, sobre todo cuando el foco de atención no se pone en ninguno de los dos casos en su soledad o su familia, sino en su vida sexual, su búsqueda del amor y, ante todo, su deseo de ser respetada. Sin maquillaje ni modelito alguno, la gran Julianne Moore toma el relevo de Paulina García para ofrecer una de las interpretaciones más valientes de su carrera, una que debería granjearle nuevamente toda la atención que le facilitó Siempre Alice (Richard Glatzer y Wash Westmoreland, 2014). Sutil pero tridimensional, su trabajo logra que la obligada falta de sorpresa narrativa (seguimos estando ante un remake, claro) pase desapercibida, inspirando sin duda a Lelio para aportar algunos de los trucos de puesta en escena que ha adquirido durante el último quinquenio. Aun cuando la agridulce existencia de Gloria (Bell) resulta sobrecogedora, el humor inteligente está omnipresente, pero es sin duda en los momentos musicales (que no son más que primeros planos de la protagonista conduciendo al ritmo de populares hits) donde reside la magia de una cinta tras la que escuchar “Total Eclipse of the Heart” al volante no volverá a ser lo mismo.

    06. The Death and Life of John F. Donovan
    Xavier Dolan, Canadá | SPECIAL PRESENTATIONS.

    Tras meses de ardua posproducción que terminaron reduciendo el metraje a casi la mitad (perdiendo a Jessica Chastain por el camino), la primera película en inglés del jovencísimo Xavier Dolan es fácil de tachar de desordenado despropósito, pero lo cierto es que nos encontramos ante una obra única en su especie que, manteniendo el indomable espíritu que caracteriza a su creador (que esta vez no actúa, pero sí escribe, dirige, monta y hasta diseña el llamativo vestuario), explora temas de gran escala con máxima sensibilidad. A Dolan, por lo visto, le hacía ilusión volver gay a “Jon Snow” (o sea, Kit Harrington), pero al final es innegablemente el pequeño Jacob Tremblay quien se come la pantalla, encarnando sin prejuicio alguno a un chiquillo muy especial al que sus compañeros quitan la posibilidad de plantearse su propia sexualidad al “acusarlo” directamente de homosexual. El que ya se ha convertido en la gran estrella infantil del momento gracias a La habitación (Lenny Abrahamson, 2015) y Wonder (Stephen Chbosky, 2017) ofrece en The Death and Life of John F. Donovan un trabajo entrañable, ingenioso y sencillamente inolvidable, bien acompañado de una Natalie Portman que ni siquiera intenta hacer sombra a su hijo ficticio (no lo necesita, con el Vox Lux de Brady Corbet ya hace sombra este año literalmente a todo el mundo). Susan Sarandon, Kathy Bates, Michael Gambon y Thandie Newton completan un espectacular reparto con el que Dolan, que hace unos años envió una apasionada carta no correspondida a Leonardo DiCaprio que leyó durante la presentación del filme, parece haber disfrutado de lo lindo. Quizá sobrecogido por la grandeza del proyecto, el director de Mommy (2014) parece perdido por momentos, pero la fuerza innata que lo define está omnipresente, ofreciéndonos un mundo fragmentado de sueños, miedos y pasiones que es difícil no dejar sobrecogido.

    05. Greta
    Neil Jordan, Irlanda, EE.UU. | SPECIAL PRESENTATIONS

    Con Elle (2016), de Paul Verhoeven, la inmensa Isabelle Huppert logró sorprendernos una vez más al atraernos hacia una hipnótica red como si de una araña se tratase. Dos años después, la harto respetada estrella gala ha vuelto a seducirnos diabólicamente con un fascinante thriller donde encarna a una viuda solitaria e infeliz que forja una extraña relación con una jovencita (poco destacable pero correcta Chloë Grace Moretz, de moda desde que Martin Scorsese la lanzara al estrellato juvenil en La invención de Hugo en 2011) que le devuelve el bolso tras encontrarlo en el metro. Pero nada es lo que parece en la última producción del irlandés Neil Jordan (algo que nos suena desde Juego de lágrimas, 1993), y lo que comienza como un drama sobre la soledad de la gran ciudad (nada más y nada menos que Nueva York) desemboca, poco a poco, en una angustiosa locura que, para bien y para mal, se vuelve más y más exagerada conforme avanza la narración. Simple, pero nunca previsible, el guion de Jordan y el experto en thrillers Ray Wright está colmado de deliciosa ironía y ardiente provocación, dando a un personaje bastante maltratado tanto por el arte como por la sociedad (la mujer viuda, retirada y olvidada sin aparentemente nada que hacer) un poder inusual que, si bien no le ganará necesariamente nuestro respeto, sí hará lo propio con nuestra atención. Jugando con el montaje repentino y el desnivel sonoro, Greta nos impacta una y otra vez ganándose, por el camino, espontáneas risotadas que no dejan de ser reacciones nerviosas ante la hipócrita incomodidad ocasionada por determinados temas y situaciones. Y es que, en una sociedad donde la lealtad brilla por su ausencia y la traición parece el pan de cada día, identificarse con tan desquiciada obsesión es, quizá para nuestra sorpresa, bastante más sencillo de lo que debería.

    04. The Hate U Give
    George Tillman Jr., EE.UU. | GALA.

    Publicado por Angie Thomas en 2017, el bestseller The Hate U Give parecía nacido para tornarse en largometraje. Y es que, en los tiempos del “Oscars Still So White” y la América de Trump, el tema racial ha recuperado una relevancia que, en realidad, jamás debió haber perdido. Así, aunque las leyes estén ahora de parte de las mal denominadas personas de color (o sea, las “no blancas”), su aplicación dista mucho de estarlo: los afroamericanos todavía cuentan con muchas más papeletas de ser asesinados que los caucásicos, a menudo, por parte del propio sistema (policial). La protagonista de esta película (perfecta Amandla Stenberg) se mueve entre dos mundos: el barrio pobre, en su mayoría afroamericano, donde vive, y la escuela preparatoria rica, principalmente blanca, a la que asiste. Siempre se ha sentido cómoda en ambos, llegando incluso a tener un novio blanco que habrá de ganarse a su familia, pero cuando un amigo de toda la vida es asesinado delante de sus propios ojos por un policía que confunde un cepillo (sí, un cepillo) con un arma, ambos se tambalean. Porque, de pronto, se siente demasiado blanca en el primero y demasiado negra en el segundo. Además, su siempre controlador padre (fantástico Russell Hornsby) la ha sumido en una pura contradicción al llevarla a un colegio blanco para protegerla mientras le exige mantener una esencia “puramente negra”, lo cual da lugar a un par de momentos bastante divertidos pero, en general, echa leña a la crisis de identidad atravesada. “Nunca podemos ir desarmados porque es nuestro color lo que temen”, exclama en el funeral del chico una activista de Black Lives Matter, instando a luchar por la justicia a una protagonista atrapada entre el inesperado racismo interiorizado de sus amigos y las amenazas de los pandilleros del barrio, para quienes proteger el negocio de la droga es más importante que honrar a su raza. En el fondo, nada es, nunca mejor dicho, ni blanco ni negro. Ingeniosamente escrita por Audrey Wells y sensiblemente dirigida por George Tillman Jr., esta cinta fomenta, desde su innegable carácter comercial, una durísima reflexión a la que con seguridad seguirán unas cuantas lágrimas.

    03. Viudas
    Widows, Steve McQueen, Reino Unido | GALA.

    Cinco años después de alzarse con el Oscar a mejor película (que no mejor dirección) por 12 años de esclavitud (2013), Steve McQueen ha confeccionado una obra de corte diametralmente opuesto donde la cuestión racial sigue presente, mas en un segundo plano. Mientras el protagonista de aquella era un hombre libre condenado a la esclavitud por el mero hecho de ser negro, la de Viudas es una mujer arrastrada al mundo del crimen por culpa de su fallecido marido (magnífica Viola Davis, recién ganadora del Oscar por las Fences (2016) de Denzel Washington) que arrastrará a su vez a otras tres viudas (la latina Michelle Rodriguez, la europea Elizabeth Debicki y la también afroamericana Cynthia Erivo) a ayudarla o morir en el intento. Alejada del hilarante absurdo de Ocean's 8 (Gary Ross, 2018) pero también bastante divertida, Viudas conjuga el drama social, el thriller y la comedia para sacar el lado más sórdido de las ordinarias vidas de sus protagonistas, abusando quizá de los giros de guion (que nacen, por cierto, de la miniserie británica de 1983 Las viudas), pero jamás cayendo en la incongruencia. Tan tenso como profundo y, sobre todo, harto inteligente desde el sólido guion hasta la deslumbrante fotografía, pasando por supuesto por la siempre sugerente realización del director de Hunger (2008) y Shame (2011) y las salvajes interpretaciones tanto del cuarteto protagonista como de Daniel Kaluuya, Liam Neeson y el resto de nombres propios que completan el espectacular reparto, este es un perfecto ejemplo de filme capaz de complementar el atractivo crítico con el hipnotismo comercial. McQueen sigue hilando fino, forjándose un currículo sin bache alguno.

    02. Green Book
    Peter Farrelly, EE.UU. | GALA.

    Si hace tan solo unas semanas nos hubieran dicho que Peter Farrelly, creador de Dos tontos muy tontos (1994), Algo pasa con Mary (1998) y una larga colección de comedias tan míticas como idiotas, llevaría una producción a los Premios Oscar, habríamos puesto los ojos en blanco. De pronto, sin embargo, no parece tan descabellado: Green Book no sólo se ha hecho con el prestigioso Premio del Público del TIFF, sino que también ha dejado contenta a gran parte de la crítica, ganándose uno de los pocos aplausos entusiastas de los pases de prensa del certamen. Y no es para menos: esta película supone una ruptura con cualquiera de sus anteriores creaciones (en general, junto a su hermano Bobby) como a muchas producciones presentadas en el TIFF, gracias a ofrecer un producto plenamente comercial mientras explora cuestiones familiares y sociales con las que resulta difícil no empatizar. Como casi todos los éxitos de taquilla que osan colarse en la carrera por el Oscar, Green Book ya ha sido tachada de falsa, simplona y superficial, pero lo cierto es que juzgar el mundo del entretenimiento del mismo modo que se analiza una obra autoral es injusto. Con personajes bien definidos, diálogos chispeantes y localizaciones sugerentes, esta road movie no esconde su intento de llegar a todos los públicos y, en general, lo consigue. Gran parte del mérito se debe, por supuesto, a las interpretaciones de Viggo Mortensen (más hipnótico que nunca desde el exagerado acento italiano), Mahershala Ali (en un trabajo colmado de la dignidad que exige su matizado personaje, tocando todas las cuerdas que le granjearon el Oscar por el Moonlight de Barry Jenkins en 2016) y Linda Cardellini (estrella de la serie Freaks and Geeks (1999) a quien siempre resulta acogedor contemplar). La relación entre los dos primeros (un conservador padre de familia y un solitario músico abiertamente “outsider”) genera momentos de gran emotividad, llevando la comedia gamberra de “colegas” a un plano tremendamente más sensible, honesto, reflexivo y a todas luces satisfactorio que el habitual.

    01. If Beale Street Could Talk
    Barry Jenkins, EE.UU. | SPECIAL PRESENTATIONS.

    Dos años después de sorprender al mundo al alzarse con el Oscar a mejor película por Moonlight (2016) por encima del La La Land de Damien Chazelle, Barry Jenkins ha demostrado no ser un hombre de un solo éxito, satisfaciendo las expectativas que rodeaban a su siguiente largometraje, donde aplica su ya característico estilo a la novela de James Baldwin sobre una mujer embarazada (maravillosa KiKi Layne) desesperada por demostrar la inocencia de su marido (también perfecto Stephan James), acusado de una violación que no cometió. Ambos son afroamericanos y la mano acusadora es latina, lo que aporta múltiples matices raciales a una conmovedora historia que no deja de ser otro ataque a la hegemonía blanca, pero impulsado en forma de poema romántico gracias a la suprema sensibilidad de un director que mantiene la fuerza de su anterior obra. El director de fotografía James Laxton y el compositor Nicholas Britell deberían, como poco, volver a optar al Oscar que se les escapó por Moonlight, pues su colaboración, pese a algunas decisiones sonoras desniveladas, sume al espectador en un viaje onírico del que no querrá salir pese a la gravedad de los hechos atravesados. Sentir frustración e incluso rabia es inevitable; y no sólo por esta triste historia, que no deja de ser una película, sino por todos los casos reales que homenajea. Pese a la soñadora puesta en escena, impulsada por las aspiraciones no siempre frustradas de su enamoradísima pareja protagonista, la sensación de realismo no abandona nunca la narración, gracias tanto al minucioso guion como a las entregadas interpretaciones de un reparto perfecto que Regina King defenderá con arrojo durante la temporada de premios tal y como Mahershala Ali y Naomie Harris hicieron en su día con Moonlight. Pura magia.


    Juan Roures
    © Revista EAM / Toronto

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