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    Cine Alemán Siglo XXI

    Entrevista: Petra Biondina Volpe

    «El cine tiene el poder de hacernos salir de la zona de confort... Estar en el cine, en una sala a oscuras con otras personas, puede romper un poco esos muros con los que nos rodeamos. Romper esas barreras es a lo que aspiro como cineasta».


    ENTREVISTA A PETRA BIONDINA VOLPE
    Lugar: Madrid.
    Texto: Luis Suñer. Imágenes: IMdB & Surtsey Films.

    Cineasta y guionista suiza, Petra Biondina Volpe se ha hecho un hueco en el panorama internacional a raíz del éxito de su último trabajo, El orden divino, en el Festival de Tribeca de 2017. Encandilando al público a la vez que al jurado al otorgarle también la distinción de directora, así como el de actriz principal, su salto fuera de sus fronteras se respira en el aire atemporal y universal que caracteriza su película. Una cinta política que nos interroga como espectadores y nos enfrenta al pasado, pero también al presente. Por motivo del estreno del filme en España, nos sentamos a charlar con la directora. Lo hacemos sobre la relación que guarda el feminismo con la democracia, visto desde la propia sociedad suiza así como desde una visión mucho más global.

    En España, cuando oímos hablar de Suiza, pensamos en un ejemplo de democracia. Por un lado El orden divino ha sido número uno en taquilla en su país, lo cual demuestra el interés de sus compatriotas por la democracia. Por el otro, choca que hasta 1971 las mujeres no pudieran votar.
    Enorgullecerse de ser la democracia más antigua es un mito que les gusta mucho a los suizos, pero realmente no fuimos una democracia hasta 1971, siendo por tanto una de las más tardías de Europa. Si el 50% de la población no puede votar, no se puede hablar de democracia. Y ellos no veían ningún problema con esta contradicción al ser algo que solo discriminaba a las mujeres. En los años 50 se nos daba muy bien proyectar una imagen muy positiva de nuestro país y en cierta medida que las mujeres no pudieran votar no lo veían como algo tan malo. En cuanto al éxito en taquilla…No me enseñaron nada en el colegio sobre la lucha femenina por el derecho a votar, no existe en los libros de texto. Si contáramos la historia desde un punto de vista femenino sería totalmente distinta, las mujeres tenían muchas cosas que contar también. Creo que las mujeres querían ver a otras mujeres en la gran pantalla por ser un homenaje a su propia historia. Por eso la película ha tenido tanto éxito.

    ¿Por qué enfoca la película desde el personaje de Nora, una mujer casada y madura asumida dentro del sistema y no en Hannah, una adolescente que se rebela a su manera contra el patriarcado establecido?
    Hannah desde su adolescencia ya es una rebelde, luego no tiene nada que aprender. Yo quería tener una mujer que estuviera un poco en medio, una madre, una trabajadora que se da cuenta que todo lo que sucede en política tiene que ver con su vida. La elección de la protagonista tiene mucho que ver con buscar que el espectador se puede identificar con ella. Hay un riesgo adicional en las mujeres que tienen hijos y están casadas. Si se empiezan a rebelar nace un conflicto familiar donde se acaba pagando un precio muy alto por ello. Por eso me parece que el viaje que emprende Nora es mucho mayor. Y también me parece que tener ese coraje civil es algo muy atemporal y universal que nos afecta a todos.

    ¿Por qué la película se desarrolla en un ambiente rural? ¿Qué influencia tiene la ciudad sobre éste?
    Para mí este espacio rural es como una metáfora de Suiza. Podría ser cualquier pueblo donde parece que no pasa el tiempo. En las ciudades como Ginebra estaban estas jóvenes feministas que muestro en la cinta. Pero es en esos pequeños pueblos donde resulta todavía más valiente levantar la voz, ya que el control social es mucho más extremo. Ponerse de pie y mostrar una queja o una opinión es un hecho heroico. También quería acercar a la protagonista a las ciudades para que pudiera ver a mujeres más progresistas, jóvenes, rebeldes y radicales. Estas mujeres más agresivas no llegaban a las zonas rurales y yo de alguna manera quería poder juntarlas.

    Las mujeres de El orden divino parecen tener un feminismo interior que solo se atreve a salir a partir de ciertos estímulos, ¿por qué tarda tanto en despertar?
    A veces para que suceda un cambio hay que experimentarlo personalmente. En el caso de Nora sucede en el momento en que se encuentra con que su marido le puede prohibir trabajar, lo cual realmente le sorprende. Y además como la ley es como es, él tiene el derecho de hacerlo. Cuando ella empieza a rebelarse, es cuando inspira a las demás mujeres. Es así como empiezan los movimientos políticos. Una persona se da cuenta en una acción privada que está ante una injusticia y se posiciona contra ella, lo cual tiene una reacción en cadena. Así es como yo quería mostrar que todas estas mujeres no estaban cuestionando sus papeles o sus roles pero, como Nora lo hizo, esto les inspiró para reflexionar sobre sus vidas. Les dio la valentía y el coraje para salir a manifestarse.

    El pasado 8 de marzo hubo una manifestación y huelga feminista en España que proclamaba algunas de las reivindicaciones que se ven en las protestas de la película: ley del aborto gratuita, equidad salarial, etc. ¿Cómo ha evolucionado el feminismo desde 1971?
    Por supuesto las leyes han cambiado. La ley marital de Suiza no cambió hasta 1988. Y no lo suficiente. Eso es muy obvio en la escena de la manifestación de mi película. Tienen las mismas pancartas que en la de España o las del pasado año en Washington o Nueva York. Eso demuestra que el movimiento feminista se consagró y luego en cierto grado se paralizó. Incluso algunas mujeres pensaron que los cambios vividos significaban que ya no necesitaban el feminismo. Otras se distanciaron porque no querían resultar poco atractivas. Ahora sin embargo la necesidad del feminismo se ha vuelto algo muy evidente. Y además hay muchas mujeres que no dejaron de luchar. Lo hicieron porque el pensar que estamos en una sociedad igualitaria es una ilusión. Ahora con el movimiento #MeToo se está tomando más en serio. Los datos y estadísticas que se han hecho en estos últimos tres o cuatro años ya no se pueden negar: vivimos en una sociedad desigual. Decir que existe la igualdad es de ser un ignorante y estar mal informado. Puedes consultar en google cualquier cifra: desigualdad salarial, acoso, violencia doméstica. Es un hecho.

    La revolución feminista en El orden divino la protagonizan mujeres, pero se busca la ayuda del hombre como aliado, quien a su vez es también víctima del machismo.
    Para mí fue muy importante que el mensaje de la película no se redujera a una batalla de la mujer contra el hombre o viceversa. La batalla que yo trato es cultural. El patriarcado oprime a los hombres también y los encorseta en lo que se espera de ellos como tales. El marido y el hermano se ven muy limitados en cómo deben actuar y comportarse y les impide ser personas felices, que aprenden cosas. El orden divino es una película sobre el poder. No indica que las mujeres sean mejores. Es un tema de consciencia privada y política y no una cuestión de sexo. Me pareció que era muy fácil hacer una película donde el marido fuera malo y no tomarme en serio el amor de esa pareja. Es un hombre de su tiempo, no sabe ser de otra manera. Y cuando ella empieza a evolucionar, él tiene un poco de miedo a perderla a ella y a su familia. Pero realmente si ellos se quieren y el amor es verdadero, van a querer igualdad de oportunidades. ¿Cómo no vas a querer que tu pareja tenga tus mismos derechos? Creo que el amor es la clave.

    ¿Qué papel guarda el diseño de vestuario con la evolución feminista de Nora?
    Es una época muy agradecida en este sentido porque se puede pasar de una vestimenta muy concreta a por ejemplo llevar unos vaqueros o dejar de llevar el pelo recogido. Quieres mostrar como Nora se libera con el vestuario y además que se viva de forma auténtica dentro del contexto que es su pequeño pueblo. Medimos la credibilidad de su cambio de estilismo para que no resultara demasiado extremo. Es por eso que hicimos un trabajo de investigación revisando miles de fotos con la directora de vestuario para recrear de manera veraz esas prendas de finales de los sesenta. Es muy interesante como creas un mundo como cineasta y como equipo y tienes que averiguar que está claro visualmente y qué cuenta una historia. Es un trabajo muy intenso de tres años realizado todo con mujeres salvo el maquillador, que es un hombre. Fue muy gracioso cuando pusimos la cinta en Suiza y muchas mujeres comentaban con nostalgia muchos destalles que reconocieron en ella.

    La fotografía aporta un colorido optimista acorde con el mensaje del filme. Incluso en sus secuencias más duras…
    Creo que las películas necesitan contrastes. Si cuentas una historia triste de forma triste no creo que tenga el efecto que debe de tener. Quiero que una película sea agradable, un placer para los sentidos para que la gente vaya a verla. Por eso el tono del filme es humorístico porque no creo que el drama y el humor estén reñidos. Cuanto más triste es la historia más agradable creo que debe reflejarse en la cinta. Es nuestro enfoque. ¿Quieres que la gente vaya al cine? ¿Que abran sus corazones? Y además tengo a la mejor directora de fotografía [Judith Kaufmann] del mundo, es la segunda vez que trabajo con ella y es buenísima.

    ¿Puede el cine convertir a la sociedad?
    Tiene el poder de hacernos salir de la zona de confort. De replantearnos nuestro punto de vista aunque solo sea temporalmente. Y creo que tiene un gran poder de empatía contando historias. Es una forma de conectar y entender la realidad de otra persona. Mi cinta tuvo un gran efecto. Se utilizó por muchas organizaciones feministas en Suiza y en escuelas para que las profesoras mostraran lo que pasó. Y llegar así a la gente no siempre lo consigues, pero siempre intentas por lo menos agitar conciencias. Tener algún tipo de influencia en unos tiempos donde estamos siendo tan bombardeados de información que estamos adormecidos. Yo creo que estar en el cine, en una sala a oscuras con otras personas puede romper un poco esos muros con los que nos rodeamos. Romper esas barreras es a lo que aspiro como cineasta.

    ¿Cómo valoraría la situación actual de la mujer en la industria?
    Últimamente se han mostrado muchas estadísticas sobre esto y se ha demostrado que la industria cinematográfica es muy machista. No es nada nuevo. En Suiza el 80% de la financiación ha sido para los hombres. Y ahora en Hollywood hemos visto el movimiento #MeToo, que es un machismo a otro nivel. Tenemos que luchar por una igualdad, 50-50. Nuestras historias son igualmente relevantes y está muy claro que hay discriminación por sexo. No es una discusión. No es algo que pensemos. Son datos que lo demuestran. Hay un movimiento muy interesante ahora mismo de mujeres fantásticas luchando por cambiarlo. Mira Cannes, hay tres mujeres a concurso habiendo tantas buenas películas que se quedan fuera. Podrán decir que es una cuestión de calidad pero eso es una chorrada. ¿Cuántas películas mediocres hemos tenido que ver dirigidas por hombres?


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