Lo que supone llevar una bandera
Crítica ★★★★ de La última bandera (Last Flag Flying, Richard Linklater, 2017).
La Guerra de Vietnam dejó en la sociedad americana rota, desencantada con los ideales que antaño devinieron cimientos de la nación y a una generación entera de marines que de pronto, al volver, había perdido la certeza de pertenecer a un lugar en el mundo. Así, Linklater en La última bandera (2017) nos presenta a tres antiguos compañeros que lucharon juntos y que ahora se reúnen cuando Larry busca a sus otros dos camaradas para que le ayuden a enterrar a su hijo –también marine- fallecido en Afganistán. La película muestra, desde el primer momento, una dualidad que intenta deconstruir la figura del héroe, pero al mismo tiempo que da una visión nueva y más humana de él. Es como si el propio texto renegase de dicha figura, pero el subtexto dejase ver sutilmente cómo se va formando una imagen más real y verdadera en el propio desarrollo de personajes mientras se encaminan hacia el entierro del hijo de Larry. Es precisamente allí donde vemos el reflejo de esto de una manera más explícita, en el momento en el que Sal y Mueller le entregan la bandera estadounidense a su amigo. Ambos pronuncian unas palabras muy propias del instante, pero que, a la vez, engloban todo el camino que han recorrido:
SAL: Doc, no sé qué tan agradecida está la nación o cuanto lamenta el presidente tu pérdida, pero aquí está. La bandera de tu país.
MUELLER: Pon eso en algún lugar que te recuerde qué había en el corazón de tu hijo.
Con estas palabras hacen ver que lo heroico no está en una idea etérea e inalcanzable, sino que se encuentra en las propias personas que hacen, sin saberlo, de acciones normales hechos extraordinarios. Así, Baker decide reducir espacio y acercar la cámara, observando la tela desde un primer plano; sin embargo, esto no es así cuando Larry llega por primera vez a velar el cadáver de su hijo, donde dicha acción se ve desde cierta distancia, como si todavía aquello que tenían que alcanzar no hubiera llegado todavía, o como si lo que es importante estuviera todavía lejos y hubiera que recorrer un camino para poder llegar hasta él. Y es que es precisamente ese camino el que los amigos deben recorrer hasta poder acercarse a la bandera de su país; es como ésta fuera un símbolo de ellos mismos, de ese algo perdido que tienen que volver a recuperar. De esta manera, las concepciones construccionista y deconstruccionista del héroe quedan hermanadas en el dicho plano de la Old Glory y sentenciadas por las palabras de Sal y Mueller encuadradas por la lente. Empero, ambas no llegan a fundirse en uno solo ente hasta la escena final, cuando Larry lee la carta de su hijo y ambas generaciones se reconcilian llegando a un punto común.
«La película muestra, desde el primer momento, una dualidad que intenta deconstruir la figura del héroe, pero al mismo tiempo que da una visión nueva y más humana de él. Es como si el propio texto renegase de dicha figura, pero el subtexto dejase ver sutilmente cómo se va formando una imagen más real y verdadera en el propio desarrollo de personajes mientras se encaminan hacia el entierro del hijo de Larry».
Es ahí donde radica la verdadera historia, en lo que supone la bandera o lo que significa llevarla, que está, en última instancia, en el punto en el que chocan generaciones: la que la llevó con orgullo, pero para la que se acabó transformando en carga, y la que la vuelve a lucir como si fuera nueva. De esta forma, no es de extrañar que la gran mayoría de las conversaciones de los protagonistas versen alrededor del pasado, pero sin embargo casi siempre sean dentro de un vehículo en movimiento, que camina, inevitablemente, hacia el futuro. Esto es solo una externalización de lo que la bandera representa: presente y pasado, si bien ambas partes tienen el recuerdo de la presencia de la otra, pero también la constatación de la suya propia. Por un lado, los amigos portan el cadáver de Larry Jr. que para ellos es la afirmación de su desengaño, de ese héroe deconstruido. Pero, por otro, tienen al personaje de Charlie, quien fuera amigo del fallecido, encarnación de un constante recuerdo del presente, de los valores en los que ambos compartían, del héroe anterior a la deconstrucción. En la otra cara de la moneda, Charlie halla, por su parte, la constatación de sí mismo en el cadáver de su amigo, a quien no le importó morir sirviendo a su país, pero al mismo tiempo le pesa saber que no murió de forma heroica, aunque en el ejército se empeñen en afirmarlo. Ambas generaciones encuentran un primer momento de conexión en la escena en la que están los cuatro sentados en el tren hablando sobre Vietnam, de hecho, es la primera vez que salen los cuatro juntos en un mismo plano conversando. Precisamente en esa escena es donde se puede empezar a apreciar al nuevo héroe más humano del que se hablaba antes, más cercano a la persona y a los hechos que a los ideales ajenos. En palabras de Charlie: «yo me uní a la Marina para reforzar mi carácter, para testearme». Más adelante, en esa misma escena dirá: «cuando te envían ahí, ya no importa lo que tú quieras o incluso la guerra, estás ahí para tus hermanos y eso es lo único que importa». Estas frases, que hablan desde la experiencia propia, son respondidas con asentimientos, haciendo ver que realmente existe un atisbo de comunión entre ellos y que el héroe que parecía nuevo realmente es un viejo conocido por los veteranos, aunque olvidado o quizá silenciado por la carga que el blasón protagonista les hace soportar. Es decir, que el camino que los veteranos tienen que recorrer es, en última instancia, reconciliarse con él para poder finalmente dar carpetazo a su pasado. Siendo entonces la bandera el propio símbolo del héroe, en la primera escena en la que esta aparece siendo doblada lo hace de lejos, mientras que en la del cementerio está cerca, cuando el camino ya está recorrido y la reconciliación dándose lugar. Así, las generaciones y el héroe nuevo que en realidad es viejo se reconcilian entre ellos y con el presente, coincidiendo, así, en lo supone llevar el estandarte, el emblema de un país, el emblema de un sentimiento. | ★★★★ |
Edurne Larumbe Villarreal
© Revista EAM / Pamplona
Ficha técnica
Estados Unidos, 2017. Título original: «Last Flag Flying». Dirección: Richard Linklater. Guion: Richard Linklater (Novela: Darryl Ponicsan). Compañías productoras: Amazon Studios / Big Indie Pictures / Detour Filmproduction. Productores: John Sloss, Ginger Sledge, Richard Linklater. Presentación oficial: Festival de Nueva York. Distribución en Estados Unidos: Amazon Studios. Distribución en España: Vértigo Films. Dirección de fotografía: Shane F. Kelly. Montaje: Sandra Adair. Música: Graham Reynolds. Diseño de producción: Bruce Curtis. Reparto: Steve Carell, Bryan Cranston, Laurence Fishburne, J. Quinton Johnson, Yul Vázquez, Deanna Reed-Foster. Duración: 124 minutos.