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    Cine Alemán Siglo XXI

    Ganadores de los XXXII Premios Goya

    El abanico del cambio

    32ª edición de los Premios Goya.

    «Os ha quedado un campo de nabos precioso», señaló la gran Leticia Dolera en referencia a una ceremonia que, pese al aroma feminista, estaba eminentemente orquestada por hombres, empezando por los dos presentadores, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla. Y, atendiendo al resultado, ojalá la hubiera organizado cualquier otro… u otra. Pocas veces ha contado la ceremonia de los Goya con menos gracia y más desperfectos. Que Hiba Abouk y Jesús Castro se encontraran perdidos en el escenario, sin sobre que leer o premio que entregar, es perfecta muestra de la calidad de la realización de una ceremonia donde se cometieron errores tan básicos como la entrada en plano del propio teleprónter, en el cual se proyectaba por cierto un guion nefasto que ni jugando la facilona carta de Kevin Spacey lograba despertar una sonrisa. Tal fue el desastre, que la ceremonia se tornó en la menos vista de la década, si bien es cierto que el escaso impacto mediático de las cintas nominadas no ayudaba. A fin de cuentas, el único filme verdaderamente popular en Twitter, el divertido musical La llamada, recogió un mísero premio menor, el correspondiente a mejor canción original para la homónima “La llamada” de Leiva, no aspirando siquiera al máximo entorchado. Vamos, desconexión absoluta entre académicos y espectadores, si bien el hecho de que Tadeo Jones 2, que se hizo con el Goya a mejor película de animación gracias a la inexistente competencia, sea la película española más taquillera del año pasado (encabezando un espeluznante top 10 que suma un total de diez irrisorias nominaciones, siete de ellas para Verónica), fuerza a dar gracias por ello.

    De todos modos, ni la producción ni el propio cine fueron protagonistas de la trigésimo segunda edición de estos premios. No, el protagonismo no recayó en nada de eso, sino en esa mitad del mundo (y la imaginación) a la que con sentido y sensibilidad hicieron referencia Paula Ortiz y, de nuevo, Leticia Dolera (que ya está tardando en presentar los Goya): las mujeres. Sí, ellas fueron las reinas de la noche; y no por los vestidos, sino tanto por los discursos incendiarios de Nora Navas (vicepresidenta segunda de la Academia) y Pepa Charro acerca de la derrota de la superioridad de género, como por las victorias de Isabel Coixet y Carla Simón en los apartados correspondientes a mejor dirección y mejor dirección novel, cuarta y quinta vez respectivas que estos dan el triunfo al género femenino. Así, la primera recibió gracias a la convencional pero hermosa La librería las menciones relativas a mejor película, dirección y guion adaptado (nada, como es habitual, para sus estrellas internacionales, Emily Mortimer y Bill Nighy, quienes aguantaron todo el evento con una sonrisa pese a estar aún más perdidos que Maribel Verdú, cuyo rostro de desconcierto, captado capciosamente por las cámaras, representaba a toda España), mientras que la segunda recogió gracias a la más innovadora Verano 1993 los relativos a mejor dirección novel, actor de reparto (David Verdaguer) y actriz revelación (Bruna Cusí). Atendiendo a que lo bueno, si breve, dos veces bueno (aunque no tanto como Marisa Paredes, Goya de Honor, quien se limitó a reincidir en el “no a la guerra” que clamó en su día), las dos realizadoras honraron tanto a sus progenitoras como a las temáticas de sus filmes: Coixet incidió en cómo su madre es la responsable de su pasión por la literatura; y Simón, cuya progenitora murió a causa del VIH, mandó su cariño a quienes con dicho virus conviven, poniendo su granito de arena a la necesaria desestigmatización del mismo.

    Curiosamente, conforme la interminable gala se desarrollaba, arrasaba la película vasca Handia, de Jon Garaño y Aitor Arregi, monumental producción sobre un gigante del siglo XIX que se alzó con el primer laurel de la noche (actor revelación para Eneko Sagardoy por encima del impagable Santi Alverú de Selfie), arrasó en el terreno técnico y amenazó con coronarse como máxima triunfadora en el momento en que obtuvo el entorchado a mejor guion original. Partía de trece nominaciones y convirtió en oro diez de ellas, a destacar las recibidas por el músico Pascal Gaigne y el director de fotografía Javier Agirre, quienes deberían haber ganado hace tres años por la más intimista pero a todas luces superior Loreak (2014). Pero, claro, a la Academia le gusta la grandilocuencia. Además de los dos máximos honores, a la poética Handia sólo se le escapó la mención concerniente a mejor sonido, categoría que evitó el vacío a la mentada Verónica, terrorífica mirada a la ouija de Paco Plaza. Por otro lado, las dos mejores películas españolas del año, la desgarradora No sé decir adiós y la tragicómica El autor, vencieron en las categorías interpretativas protagonistas: mejor actriz para Nathalie Poza y mejor actor para Javier Gutiérrez, respectivamente. Emocionados, los dos dedicaron sus galardones al amor por la profesión, instando a los actores y actrices con menos oportunidades que ellos a no tirar la toalla. Precioso. En El autor, por la que el guionista y director Manuel Martín Cuenca volvió a quedarse con las manos vacías, recayó también el entorchado a mejor actriz de reparto, recogido por una valiente Adelfa Calvo que lo dedicó a todas las mujeres que, como su tierno personaje, tienen mucho más que dar que su simple apariencia. De apariencias y mujeres con mucho más que dar trató en definitiva una gala poblada de abanicos rojos con el lema #MásMujeres cuyo resultado no importa tanto como las consecuencias que el revuelo feminista podría y debería tener tanto en la industria del cine como sobre el resto de la sociedad. Cierto es que al final anoche el séptimo arte fue lo de menos, pero, por una vez, había motivos de sobra para ello.

    Mejor película: La librería, Isabel Coixet.
    Mejor dirección: Isabel Coixet, La librería.
    Mejor actor principal: Javier Gutiérrez, El autor.
    Mejor actriz principal: Nathalie Poza, No sé decir adiós.
    Mejor actor de reparto: David Verdaguer, Verano 1993.
    Mejor actriz de reparto: Adelfa Calvo, El autor.
    Mejor dirección novel: Carla Simón, Verano 1993.
    Mejor actor revelación: Eneko Sagardoy, Handia.
    Mejor actriz revelación: Bruna Cusí, Verano 1993.
    Mejor guión original: Aitor Arregi, Andoni de Caños, José Mari Goenaga, Andoni Carlos, Handia.
    Mejor guión adaptado: Isabel Coixet, La librería.
    Mejor música original: Pascal Gaigne, Handia.
    Mejor canción: José Miguel Conejo Torres (Leiva) ("La llamada"), La llamada.
    Mejor fotografía: Javier Agirre Erauso, Handia.
    Mejor dirección de producción: Ander Sistiaga, Handia.
    Mejor dirección artística: Mikel Serrano, Handia.
    Mejor diseño de vestuario: Saioa Lara, Handia.
    Mejor maquillaje y peluquería: Ainhoa Eskisabel, Olga Cruz y Gorka Aguirre, Handia.
    Mejor montaje: Laurent Dufreche y Raúl López, Handia.
    Mejor sonido: Altor Berenguer, Gabriel Gutiérrez y Nicolás de Poulpiquet, Verónica.
    Mejores efectos especiales: Jon Serrano y David Heras, Handia.
    Mejor película hispanoamericana: Una mujer fantástica, Sebastián Lelio (Chile).
    Mejor película europea: The Square, Ruben Östlund (Suecia).
    Mejor documental: Muchos hijos, un mono y un castillo, Gustavo Salmerón.
    Mejor película de animación: Tadeo Jones 2. El secreto del Rey Midas, Enrique Gato y David Alonso.
    Mejor cortometraje de animación: Woody & Woody, Jaume Carrió.
    Mejor cortometraje de ficción: Madre, Rodrigo Sorogoyen.
    Mejor cortometraje documental: Los desheredados, Laura Ferrés.

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