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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Deber cumplido

    Animales heridos

    Crítica ★★★★ de Deber cumplido (Thank You for Your Service, Jason Hall, Estados Unidos, 2017).

    Durante la década de los cuarenta fueron múltiples las producciones, casi todas de serie B, que, guiadas por un espíritu entre patriótico y propagandístico, inundaron las carteleras de los cines norteamericanos, ensalzando el heroísmo de sus soldados durante la Segunda Guerra Mundial. William Wyler marcó la diferencia con una maravillosa película que se atrevió a hablar de un tema tan incómodo (y por tanto, algo tabú) como era el de las dificultades con las que se encuentran los jóvenes excombatientes cuando regresan a sus hogares en Estados Unidos, no solo para superar los traumas psicológicos o lidiar con las secuelas físicas de la guerra, sino para encontrar su lugar en el mercado laboral u obtener las ayudas económicas que les corresponden. Los mejores años de nuestra vida (1946) melodrama clásico tan hollywoodiense como, en el fondo, valiente para la época, siguió los pasos de tres soldados en su reinserción social, familiar y amorosa, siendo galardonado con 7 Oscars entre los que se incluían los de mejor película y director. A lo largo de las décadas siguientes otras han sido las guerras que han sido tratadas en la gran pantalla y nuevas historias centradas en el estrés postraumático de los soldados vieron la luz, como las magníficas El regreso (Hal Ashby, 1978) y El cazador (Michael Cimino, 1978), con la guerra de Vietnam como telón de fondo, o, ya más cercanas en el tiempo, Billy Lynn (Ang Lee, 2016) y Mudbound (Dee Rees, 2017), que mostraron las terribles secuelas que las contiendas de Irak y la Segunda Guerra Mundial, respectivamente, dejaban en la psique de sus protagonistas. En la línea de todas ellas, llega ahora a la gran pantalla Deber cumplido (Jason Hall, 2017), torpe traducción que se le ha dado en España a Thank You For Your Sevice, un título que define mucho mejor el mensaje de la cinta, que no es otro que la ingratitud con la que la sociedad trata a sus héroes de guerra después de que estos hayan dado sus vidas por la causa. El guionista Jason Hall, nominado al Oscar por El francotirador (Clint Eastwood, 2014) ha sido el encargado de llevar a la pantalla un guion de David Finkel, periodista ganador del Pulitzer que adapta su propia novela homónima, surgida de sus experiencias junto a un batallón de infantería en Irak durante todo un año, en 2007.

    Al igual que Los mejores años de nuestra vida, el filme de Hall nos presenta a tres soldados que retornan a sus vidas cotidianas después de haber pasado por un auténtico infierno en Irak. El foco principal es puesto en el sargento Adam Schumann (Miles Meller), a quien las múltiples condecoraciones recibidas durante su servicio militar, como rastreador de bombas, no consiguen hacer que supere el sentimiento de culpa por una negligencia cometida en la que un compañero de misión resultó muy malherido. Él vuelve a reunirse junto a su esposa (Haley Bennett) y sus dos pequeños hijos, con los que trata de recuperar una normalidad que nunca será la misma. Junto a él, su amigo Tausolo Aieti (Beulah Koale) no acaba de sentirse en casa cuando vuelve junto a su esposa y solo piensa en ser enviado de nuevo a la guerra, algo que no será posible debido a las importantes secuelas que esta han causado en su cerebro, mientras que Billy Waller (Joe Cole) se encuentra con que su familia le ha abandonado al no haber podido soportar la larga espera de su regreso, por lo que toma una dramática determinación que influirá de forma decisiva en sus compañeros para que estos se decidan a ponerse en manos de psicólogos para salir adelante. La película habla con franqueza y, por una vez, sin caer en la manipulación o el efectismo fácil, de cómo una vivencia tan espeluznante como es la de un conflicto bélico, con esa imposible asimilación del sinsentido de cientos de vidas humanas sesgadas de forma cruel, cambia por completo a sus víctimas por dentro. Una terrible estadística es mencionada en una línea de guion: 22 veteranos de guerra se quitan la vida cada día en Estados Unidos, ya que no son capaces de borrar de sus mentes los fantasmas acumulados por sus experiencias. Y su nación no les pone, precisamente, las mejores facilidades para obtener la ayuda psicológica o las oportunidades laborales para superar sus traumas y hacer una vida normal. La película no se corta a la hora de mostrar, en toda su crudeza, cómo el estamento militar da la espalda a sus “héroes de guerra”, del mismo modo que los adiestradores de perros de pelea dejan a estos moribundos en una cuneta cuando ya no dan más de sí. Una metáfora que es presentada en la historia y que funciona a la perfección para definir el sentimiento de sus protagonistas hacia un sistema que parece haberles dado la espalda.

    «Una obra más valiosa por lo que cuenta que por cómo lo hace, ya que la dirección de Jason Hall, tal vez por su inexperiencia en este campo, puede pecar de rutinaria, lejos del riesgo y la brillantez formal[...]. Sin embargo, si hay algo en lo que esta cinta triunfa, más allá de cualquier valía cinematográfica, es en la humanidad que transmite su historia en todo momento, gracias a la vulnerabilidad con la que están retratados estos “animales heridos”, con sus momentos de debilidad, sus decisiones erróneas».


    Deber cumplido es un drama sobrio y nada complaciente, con un guion sólido que desprende esa autenticidad propia de que Finkel sepa de primera mano de qué está hablando. Los pocos momentos que muestran la acción acontecida en el conflicto de Irak están rodados con corrección, reflejando con contundencia el horror al que se enfrentan chicos tan jóvenes en situaciones límite. Sin embargo, toda la atención está puesta en el difícil proceso de readaptación de los soldados después de la guerra, y, en este sentido, se agradece el magnífico nivel interpretativo de todo el reparto, comenzando por un Miles Teller que, desde su brillante trabajo en Whiplash (Damien Chazelle, 2014), está demostrando ser uno de los actores más superdotados de su generación. Su sargento Schumann es un gran personaje, sin duda. Un tipo íntegro que carga sobre sus hombros con el peso de la culpa y, no conforme con ello, sirve de catalizador de las angustias de sus compañeros, sus amigos, sus “hermanos”, esos que son las únicas personas que pueden entender su bloqueo existencial porque están pasando exactamente por lo mismo. Teller ofrece un alarde de contención en un papel difícil con el que habría resultado demasiado fácil caer en la sobreactuación. Entre los secundarios, cabe destacar a una Amy Schumer que aparca sus excéntricos personajes de comedia para meterse en la piel de la viuda de uno de los compañeros de Schumann, y, pese a la brevedad de su aportación, lo cierto es que la actriz está a la altura de las circunstancias. Es Deber cumplido una obra más valiosa por lo que cuenta que por cómo lo hace, ya que la dirección de Jason Hall, tal vez por su inexperiencia en este campo, puede pecar de rutinaria, lejos del riesgo y la brillantez formal del Ang Lee de Billy Lynn, por poner un ejemplo. Sin embargo, si hay algo en lo que esta cinta triunfa, más allá de cualquier valía cinematográfica, es en la humanidad que transmite su historia en todo momento, gracias a la vulnerabilidad con la que están retratados estos “animales heridos”, con sus momentos de debilidad, sus decisiones erróneas, sí, pero también con sus actos de solidaridad, sus inquebrantables esperanzas de una luz al final del túnel y el poder del amor (de pareja, de los padres, de los hijos) para lograr sobreponerse al infierno vivido. Una película de lo más interesante que, a pesar de acumular demasiados elementos dramáticos, mantiene en todo instante un tono sutil y sin estridencias en su narración, algo que la distingue de otros productos de corte similar que, bajo la etiqueta de “basados en hechos reales” caen en los tópicos de los telefilmes de sobremesa más sobados. Merece una oportunidad. | ★★★★ |


    José Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Estados Unidos. 2017. Título original: Thank You for Your Service. Director: Jason Hall. Guion: Jason Hall (Novela: David Finkel). Productor: John Kilik. Productoras: Dreamworks Pictures / Reliance Entertainment / Dune Films. Distribuida por Universal Pictures. Fotografía: Roman Vasyanov. Música: Thomas Newman. Montaje: Jay Cassidy, Dino Jonsäter. Diseño de producción: Keith P. Cunningham, John P. Goldsmith. Reparto: Miles Teller, Haley Bennett, Beulah Koale, Amy Schumer, Joe Cole, Keisha Castle-Hughes, Brad Beyer, Scott Haze, Omar J. Dorsey.

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