Algo huele a podrido en Los Ángeles
Crítica ★★ de Message from the King (Fabrice Du Welz, Francia, 2016).
Si atendemos a la filmografía del realizador belga Fabrice Du Welz nos daremos cuenta de que la violencia es una constante, sobre todo en aquella escalofriante Calvaire (2004) que le sirvió como contundente carta de presentación. Una cinta de terror de lo más desagradable, ambientada en una casa perdida en un bosque, donde el protagonista es salvajemente torturado por un lugareño que, en un principio, se ofrecía a ayudarle tras sufrir una avería en su coche. Alleluia (2014), su turbia visión del caso de los asesinos de la luna de miel, fue muy bien recibida a su paso por el Festival de Cannes, mientras que con Colt 45 (2014) se movió en unos terrenos más convencionales de policíaco con sobredosis de tiros, siempre sin perder su estilo. Ahora, le ha llegado el turno al director de desembarcar en el cine americano con Message from the King (2016), una coproducción que ha sido estrenada directamente en la plataforma Netflix y que, sin ser nada del otro mundo, ha llegado en un momento, por desgracia, muy oportuno. Los escándalos sexuales que están azotando a la meca del cine, con productores, realizadores y actores acusados en masa de conductas depredadoras y acciones de abuso de poder son la comidilla de la prensa sensacionalista y la sociedad está escandalizada y muy sensibilizada con el tema, por lo que los ambientes que retrata este thriller de venganzas, en un principio cargado de clichés y sin excesiva originalidad en su desarrollo, han levantado más de una ampolla en su estreno televisivo. Y así es como una cinta que podría haber pasado desapercibida entre el montón de títulos del catálogo de la compañía, adquiere una inesperada relevancia gracias a la candente actualidad, por encima de sus cuestionables virtudes cinematográficas.
La película se abre con una rápida presentación del personaje protagonista, sobre el que sobrevuela un potente halo de misterio, ya que poco sabremos de su vida, su pasado y sus intenciones durante la mayor parte de su progresivo descenso a los infiernos. La única información que de él tenemos es que se llama Jacob King y que ha llegado al aeropuerto de Los Ángeles proveniente de Sudáfrica, con tan solo 600 dólares (todos sus ahorros) en el bolsillo para una estancia “vacacional” de una semana, sin tan siquiera haber reservado alojamiento con antelación. Mediante repetidos flashbacks conoceremos que tiene una hermana a la que hace tiempo que no ve. La chica llegó a California años atrás, cargada de ilusiones (posiblemente de triunfar como actriz), pero la brusca falta de noticias sobre ella ha hecho que Jacob se decida a volar hasta América para investigar de primera mano cuál ha sido su paradero. Como era de esperar, las cosas no habían salido como ella esperaba y se había visto envuelta en una espiral de sexo, drogas, malas compañías y corrupción que no le vaticinaban un final feliz. Después de descubrir la terrible realidad, Jacob emprende una cruenta venganza contra aquellos a los que cree culpables del fatal desenlace de la joven, moviéndose en los más sórdidos bajos fondos de esa ciudad de las oportunidades que, bajo sus centelleantes luces y el brillante sol californiano, solo se esconde inmundicia y depravación. Es cierto que el guion de Oliver Butcher y Stephen Cornwell alberga no pocos dardos envenenados a la industria del cine y las desalmadas criaturas que allí habitan, pero estos apuntes tan interesantes e incómodos quedan desdibujados en beneficio de un rutinario ejercicio de cine negro moderno más cercano al género de explotación en su variante de justicieros –la sombra de Drive (Nicolas Winding Refn, 2012), salvando mucho las distancias, es alargada– que a aquellas elegantes investigaciones criminales de corte clásico, con Los Ángeles como escenario, creadas por James Ellroy, que conocieron adaptaciones a la gran pantalla tan desiguales como L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997) o La Dalia Negra (Brian De Palma, 2006).
«El filme está revestido de un aire desesperanzador y melancólico que le confiere cierto calado emocional, a través de su historia de amor fraternal, con esos dos hermanos que nunca podrán recuperar los instantes felices vividos durante su infancia en Sudáfrica, ya que el sueño americano se interpuso entre ellos, corrompiendo para siempre sus vidas».
Message fron the King es una nueva oda a la figura del vengador, representada en esta ocasión por un notable Chadwick Boseman que sabe otorgar una gran presencia a su personaje, así como una eficacia fuera de toda duda en las escenas de pelea, escasas pero muy efectivas. En torno a él, lo que podría haber sido una magnífica fauna de secundarios –desde el ambicioso dentista de las estrellas (Luke Evans) que solo busca beneficio económico, aunque sea empleando la extorsión; a ese productor de cine (Alfred Molina) aficionado a la compañía de jóvenes efebos en la piscina de su lujosa mansión, y que se ve involucrado en un escándalo criminal con tintes sexuales, que se trata de ocultar; pasando por una prostituta (estupenda, como siempre, Teresa Palmer) que, al igual que la hermana de Jacob, un día llegó a Hollywood con la idea de triunfar y acabó malviviendo en una pensión de mala muerte junto a una hija de corta edad, y que se convierte en el mayor apoyo del protagonista durante sus pesquisas– termina siendo un tanto desaprovechada a causa del poco hincapié que el libreto hace en cuestiones que no sean otra que la del ojo por ojo, diente por diente que el protagonista lleva a cabo en su sangrienta limpieza. Du Welz rueda con poderío visual, con buenas coreografías en las escenas más físicas, acompañándose de una estilosa fotografía de Monika Lenczewska que contribuye sobremanera al más que decente empaque visual del producto. Mejor dirigido que escrito y con unas actuaciones solventes de todo el reparto, el filme está revestido, no obstante, de un aire desesperanzador y melancólico que le confiere cierto calado emocional, a través de su historia de amor fraternal, con esos dos hermanos que nunca podrán recuperar los instantes felices vividos durante su infancia en Sudáfrica, ya que el sueño americano se interpuso entre ellos, corrompiendo para siempre sus vidas. Otra de tantas historias de jóvenes que llegan con una maleta cargada de sueños a una ciudad que es pura fachada de perfección y glamour, y que acaban hundidos en sus cloacas, sin perder la esperanza de que todo irá mejor mañana o, en el peor de los casos, en el interior de una bolsa en un depósito de cadáveres. Ahí reside la mejor lectura de una película que no se anda con ambigüedades ni paños calientes a la hora de presentar a esos monstruos que, desde el poder que les otorga un despacho en Hollywood, se dedican a aprovecharse de la inocencia (y, por qué no, la ambición) de jóvenes ilusos, dejándose llevar por las bajas pasiones y cometiendo acciones aberrantes con la seguridad de que estas serán acalladas a golpe de talonario e influencias criminales. | ★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Francia. 2016. Título original: Message from the King. Director: Fabrice Du Welz. Guion: Oliver Butcher, Stephen Cornwell. Productores: Simon Cornwell, Stephen Cornwell, David Lancaster. Productoras: Coproducción Francia-Bélgica-Reino Unido-Estados Unidos; The Ink Factory / Entre Chien el Loup / Entertainment One Features. Distribuida por Netflix. Fotografía: Monika Lenczewska. Música: Vincent Cahay. Montaje: Beatrice Sisul. Dirección artística: Eve McCarney. Reparto: Chadwick Boseman, Luke Evans, Alfred Molina, Teresa Palmer, Arthur Darbinyan, Diego Josef, James Jordan, Dale Dickey.