Cuando la bestia despierta
Crítica ★★★★ de Brawl in Cell Block 99 (S. Craig Zahler, Estados Unidos, 2017).
Solo dos películas estrenadas han servido para confirmar a S, Craig Zahler como uno de los directores más rompedores del reciente cine americano. Estamos ante uno de esos talentos que surgen muy de vez en cuando y que contribuyen a traer algo de originalidad y riesgo a unas carteleras muy necesitadas de este tipo de revulsivos. Con su ópera prima, la potente Bone Tomahawk (2015), sorprendió a crítica y público, acaparando galardones como el mejor director en el Festival de Sitges. Aquella singular obra se reveló como una violentísima mezcolanza entre western clásico (el espíritu de Howard Hawks parecía sobrevolar cada fotograma) y cine de terror en su vertiente más gore, con ecos de Las colinas tienen ojos (Wes Craven, 1977) –a través de esos indios retratados como una tribu de caníbales sedientos de sangre– en su brutal tramo final. El conjunto estaba impregnado por ese espíritu de Grindhouse que tan bien ha sabido resucitar Tarantino en las últimas dos décadas, recuperando para su reparto, incluso, a algunas viejas glorias de los 80 en horas bajas como Michael Paré o Sean Young en roles secundarios. Tras semejante derroche de genialidad en un filme que se convirtió en título de culto instantáneo, todas las miradas estaban puestas en cuál sería el siguiente paso del cineasta y en si este estaría a la altura de las expectativas creadas. Estas dudas han quedado felizmente disipadas con la llegada de su segundo filme, Brawl in Cell Block 99 (2017), tan contundente como ya su mismo título hace presagiar, donde, de nuevo, hace gala de una absoluta libertad creativa que deja bien patente que Zahler, en su doble faceta de realizador y guionista, continúa fiel a ese alma de enfant terrible, a espaldas de la industria, tan de agradecer en estos tiempos en los que las máximas aspiraciones de todo director principiante y con un mínimo de talento parecen ir encaminadas a acabar al mando de algún blockbuster de superhéroes.
Ya desde sus primeras imágenes, Brawl in Cell Block 99 vuelve a dejar constancia de que Zahler es un creador perteneciente a la generación del videoclub, curtido entre series B y películas de explotación, de las que sabe extraer todo su vigor y honestidad para regalarnos un cine directo, valiente y que no teme a mostrar la violencia en toda su crudeza. Los primeros minutos de metraje nos presentan al antihéroe de la función, Bradley, un tipo de apariencia ruda, con dos metros de altura, cráneo rasurado y multitud de tatuajes adornando su cuerpo. Un antiguo boxeador que parece haber decidido enterrar su natural propensión hacia la ira y un pasado problemático, trabajando como mecánico en un taller de coches y sobrellevando un matrimonio tocado por la pérdida de un bebé que venía en camino. Esta frágil estabilidad vital de Bradley se tambalea desde el momento en que pierde su empleo y descubre la infidelidad de su esposa, a la que, no obstante, consigue perdonar y le promete una vida mejor, fuera de la miseria que les rodea, aun teniendo, para ello, que volver a trabajar para un traficante de drogas como hiciera tiempo atrás. Un inicio de viaje con aroma de cine negro setentero y unas gotas de drama social, protagonizado por perdedores, desheredados de una Norteamérica reacia a otorgar segundas oportunidades, y que sorprende por su tono intimista y pausado, dejándonos ver lo muy infravalorado que ha estado todos estos años Vince Vaughn, magnífico actor que, al fin, encuentra aquí un papel a la altura de su talento. No solo ha transformado su físico para meterse en la torturada piel de Bradley, un tipo con un lado oscuro y animal escondido en su interior, sino que logra un complicadísimo equilibrio entre la contención de sus emociones en circunstancias que llevan al personaje al límite de lo que cualquier ser humano podría soportar, y unos arrebatos de violencia extrema en los momentos más apoteósicos de la película. Todos los caminos y decisiones que este va tomando a lo largo de la historia están supeditados al destino de su esposa, encarnada por una notable Jennifer Carpenter, que funciona como única razón que empuja a Bradley a seguir adelante.
«Una de las citas ineludibles con el mejor cine de género de 2017, seca y directa como un puñetazo en la mandíbula, con un Vince Vaughn tan excelso en su visceral tour de force interpretativo que cualquier premio le vendría pequeño».
Al igual que en Bone Tomahawk, esta nueva cinta de Zahler también disfruta llevando al espectador por terrenos imprevisibles y, una vez que el protagonista va a parar con sus huesos en prisión, Brawl in Cell Block 99 se transforma en el thriller carcelario más sórdido y retorcido que se recuerda, con un magnífico Don Johnson –Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012) y Frío en julio (Jim Mickle, 2014) ya demostraron que su hortera Sonny Crockett de Corrupción en Miami quedó muy atrás– metido en la piel de un temible alcaide que le hace la existencia más difícil a Bradley en esa cárcel de máxima seguridad en la que acaba prisionero después de que uno de sus trabajos culminase en un tiroteo con la policía. Un lugar lúgubre e inhumano en el que conviven afinados, en penosas condiciones, los presos más peligrosos, y donde solo los más fuertes consiguen mantenerse con vida. Es en esta segunda mitad cuando la película descubre sus cartas y se entrega con generosidad a servirnos un típico relato de venganza cargado de violencia casi insoportable (de nuevo, el gore es protagonista en escenas que ponen a prueba el estómago del público, con cabezas aplastadas a pisotones, dentaduras que saltan por los aires y sangre salpicando por todas partes), en el que la atmósfera opresiva e insana es clave para que el filme trascienda por encima de la media del género y se viva como una de las experiencias cinematográficas más incómodas y, a la vez, disfrutables para los amantes de la serie B más sucia y sin concesiones. S. Craig Zahler ha salido de nuevo victorioso de su reto, haciendo exactamente la película que quería hacer, sin ningún tipo de coartada comercial, tomándose 132 largos minutos en mostrarnos el terrorífico viaje sin retorno a los infiernos de su protagonista. Tal vez el peaje que tenga que pagar por su condición de título rebelde y a contracorriente, rodado a espaldas de lo que la industria espera de un vehículo de acción, sea un injusto ninguneo en la taquilla, pero eso no resta que Brawl in Cell Block 99 sea una de las citas ineludibles con el mejor cine de género de 2017, seca y directa como un puñetazo en la mandíbula, con un Vince Vaughn tan excelso en su visceral tour de force interpretativo que cualquier premio le vendría pequeño. | ★★★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Estados Unidos. 2017. Título original: Brawl in Cell Block 99. Director: S. Craig Zahler. Guion: S. Craig Zahler. Productores: Jack Heller, Dallas Sonnier. Productoras: Assemble Media / Cinestate / Caliber Media Company / XYZ Films. Fotografía: Benji Bakshi. Música: Jeff Herriott, S. Craig Zahler. Montaje: Greg D'Auria. Dirección artística: Max Wixom. Reparto: Vince Vaughn, Jennifer Carpenter, Marc Blucas, Don Johnson, Dan Amboyer, Tom Guiry, Udo Kier, Geno Segers.