El pasado que no se olvida
Crítica ★★ de La carta secreta (The Secret Scripture, Jim Sheridan, Irlanda, 2016).
Es una pena ver cómo en, en los últimos años, un realizador tan brillante como el irlandés Jim Sheridan ha ido perdiendo esa personalidad que le convirtió en uno de los cineastas más comprometidos y respetados. Debutó con una ópera prima del calibre de Mi pie izquierdo (1989), que le supuso a Daniel Day Lewis su primer Óscar al mejor actor y significó el comienzo de una serie de celebradas colaboraciones que completaron En el nombre del padre (1993) y The Boxer (1997). Después de la personalísima En América (2002) -con indudable carga autobiográfica en su relato-, Sheridan dio el salto al cine norteamericano con una serie de propuestas que no terminaron de alcanzar el nivel de sus mejores tiempos. Get Rich Or Die Tryin' (2005), su drama ambientado en el mundo de la música hip hop y Brothers (2009), remake americano de un filme danés de Susanne Bier, fueron leves resbalones artísticos si los comparamos con el desastre que supuso su incursión en el género de terror con Detrás de las paredes (2011), de la que el propio director renegó y que ni un trío de estrellas como el formado por Daniel Craig, Rachel Weisz y Naomi Watts pudo salvar de la mediocridad. Cinco años después, Sheridan vuelve al cine irlandés, el que más satisfacciones le ha traído a lo largo de su carrera, para rodar La carta secreta (2017), adaptación de un libro de Sebastian Barry que contaba con no pocos alicientes para recuperar al Sheridan más personal e intimista, tocando temas que ha sabido desarrollar con gran acierto en sus mayores logros y moviéndose en unos terrenos que le son más familiares, lejos de la maquinaria de Hollywood, pero que, vistos los resultados, acaba siendo una nueva oportunidad perdida de volver a ganarse el respeto de crítica y público.
La cinta nos acerca, a través de dos líneas temporales distintas, a la dramática historia de Roseanne McNulty, una anciana que ha pasado los últimos cincuenta años de su vida encerrada en un hospital psiquiátrico que está a punto de cerrarse, por lo que la mujer puede acabar con sus huesos en la calle. A raíz de las entrevistas que le realiza un psiquiatra, el doctor Grene, con el fin de dictaminar su salud mental, el filme nos traslada a un pequeño pueblo irlandés, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando una joven Roseanne chocó de manera frontal con los reaccionarios valores de sus vecinos, a causa de su excepcional belleza, su carácter libre y contestatario y su falta de prejuicios. Descubriremos así a una sociedad excesivamente conservadora e intolerante, en la que las tensiones nacionalistas entre irlandeses e ingleses hacían la atmósfera irrespirable y el poder de la iglesia católica era tal que ser protestante era poco menos que arriesgarse a ser un apestado. La fascinación que, de forma inconsciente, Roseanne ejercía sobre los hombres del pueblo, entre los que se incluyen un soldado inglés y el joven cura de la comunidad, hace que su presencia sea cada vez más incómoda en el lugar, desembocando en una espiral de odios que acaba con la muchacha acusada del asesinato de su propio bebé y recluida en el hospital, pese a que ella misma continuaría defendiendo su inocencia y la versión de que el niño vive durante las siguientes décadas de encierro. Un argumento bastante potente, sin duda, con los suficientes elementos para convertirse en un melodrama de alto voltaje, protagonizado por una heroína romántica fuerte y con personalidad, que lucha por defender su dignidad, manteniéndose inquebrantable en su verdad a lo largo de los años, pero que queda lastrado por la incompetencia de su guionista para extraer todo el potencial de su premiada fuente literaria y por la escasa hondura dramática que Sheridan proyecta a una narración lánguida y sin alma.
«Una verdadera lástima que La carta secreta se conforme con ser un aburrido folletín romántico que poco difiere de las adocenadas adaptaciones de Nicholas Sparks, desperdiciando una interesante historia que habla sobre los secretos del pasado y las lagunas de la memoria, así como esa trama de misterio que rodea al hijo desaparecido, muy mal resuelta en el desenlace de la película».
La carta secreta es una obra con indudable buen empaque visual. La preciosa fotografía de Mikhail Krichman logra que, por momentos, creamos estar ante una película mucho mejor de lo que en realidad es. Sin embargo, todas las demás piezas de su engranaje se nos antojan defectuosas, empezando por la poca cohesión que tienen las dos tramas paralelas (presente y pasado), algo que hace que el conjunto peque de gran irregularidad. Mientras que la veterana Vanessa Redgrave consigue, con la ley del mínimo esfuerzo, dotar al personaje protagonista de cierta emoción en su etapa anciana, no se puede decir lo mismo de una Rooney Mara poco entregada -algo inaudito si tenemos en cuenta su calidad interpretativa y calidez demostradas en Carol (Todd Haynes, 2015), por poner un ejemplo-, incapaz de transmitir ese magnetismo de Roseanne que atrae todas las miradas masculinas a su paso. Theo James carga sobre sus hombros con el papel más interesante de la función, el del antagónico párroco atraído por la protagonista, que muestra en su personalidad reprimida y celosa la cara más hipócrita de la religión. Una responsabilidad a la que el protagonista de la saga Divergente responde con una corrección que sabe a poco teniendo en cuenta la poca química que desarrolla con Mara y el perfil bajo de sus enfrentamientos en pantalla. Así las cosas, es una verdadera lástima que La carta secreta se conforme con ser un aburrido folletín romántico (muy descafeinado, ya que entre los dos amantes no existe la más mínima chispa) que poco difiere de las adocenadas adaptaciones de Nicholas Sparks, desperdiciando una interesante historia que habla sobre los secretos del pasado y las lagunas de la memoria, así como esa trama de misterio que rodea al hijo desaparecido, muy mal resuelta en el desenlace de la película. Al igual que en En el nombre del padre, Sheridan vuelve a denunciar las injusticias cometidas contra inocentes por una sociedad cegada por fanatismos, solo que aquí su calado crítico tiene muchísimo menos alcance y no logra hacer más llevadera una cinta demasiado desapasionada como para resultar emocionante, y que, en su búsqueda de clasicismo en cada una de sus imágenes acaba dejando la sensación de trasnochada. | ★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Irlanda. 2017. Título original: The Secret Scripture. Director: Jim Sheridan. Guion: Johnny Ferguson (Libro: Sebastian Barry). Productores: Noel Pearson, Rob Quigley, Jim Sheridan. Productoras: Irish Film Board / Ferndale Films. Fotografía: Mikhail Krichman. Música: Brian Byrne. Montaje: Dermot Diskin. Dirección artística: Michael Higgins. Reparto: Rooney Mara, Aidan Turner, Theo James, Eric Bana, Vanessa Redgrave, Jack Reynor, Susan Lynch, Charlie Kelly, Omar Sharif Jr.