Fantasmas del pasado, pesadillas del presente
Crítica ★★★★ de It (Andrés Muschietti, Estados Unidos, 2017).
Las comparaciones son odiosas, como se suele decir, y la nueva (y esperadísima) versión de It (Andrés Muschietti, 2017) parece condenada a tener que lidiar con varias de ellas. Por un lado, era inevitable una confrontación con el recuerdo de la miniserie de televisión de tres horas que nos llegó en 1990, una obra que a día de hoy ha envejecido bastante mal (aun siendo de las más dignas visiones de la obra de Stephen King en la pequeña pantalla) y que es más recordada por la icónica caracterización del genial Tim Curry en el rol del payaso Pennywise, que por cualquier otra bondad artística. Por otra parte, la decisión de los responsables de la cinta de trasladar la historia juvenil a la década de los ochenta (en la novela este segmento transcurría entre 1957 y 1958) puede ser muy celebrada por nostálgicos de unos años que parecen vivir un potente revival en los últimos tiempos, pero, como arma de doble filo que es, contribuye a que tenga que sufrir las comparaciones con otras aventuras fantásticas adolescentes como Super 8 (J.J. Abrams, 2011) o la exitosa serie de moda Stranger Things (2016), con la que comparte, incluso, a uno de los chicos protagonistas: Finn Wolfhard. En realidad es algo injusto, si tenemos en cuenta cuánto han bebido estas dos obras de clásicos ochenteros como Los goonies (Richard Donner, 1985) o, sin ir más lejos, Cuenta conmigo (Rob Reiner, 1986), otra celebrada adaptación de King –en esta ocasión de su novela corta El cuerpo– que es, precisamente, el modelo en el que más se miran tanto la versión de It televisiva como la que acaba de aterrizar en las pantallas de todo el mundo. Otra incógnita que rodeaba a la película giraba en torno al mayor o menor grado de fidelidad a la obra literaria, y si en esta ocasión conservaría los tramos más escabrosos y una violencia más explícita o, por el contrario, las concesiones de cara a la taquilla harían de ella una versión tan descafeinada como la realizada por Tommy Lee Wallace, pero rodada con mayor empaque. Cuando supimos que el filme había obtenido la calificación R muchos respiramos tranquilos, intuyendo que esta sería, al fin, la It que todos anhelábamos.
En efecto, el filme no podría empezar mejor de como lo hace. El brillante prólogo nos muestra el triste destino del pequeño Georgie cuando persigue su barquito de papel bajo la lluvia hasta una alcantarilla en la que vemos, por primera vez, al temible payaso bailarín Pennywise. O más bien, “Eso”, una entidad demoníaca capaz de adoptar cualquier tipo de forma y que se alimenta de los mayores temores de sus víctimas, con una violenta leyenda a sus espaldas que data de siglos atrás sobre el pueblo de Derry (Maine), convertido cada 27 años en escenario de la desaparición de incautos niños que sucumben a las artimañas del payaso y sus promesas de “hacerles flotar”. Un inicio de viaje en el que quedan patentes dos realidades: que, visualmente, la obra de Andrés Muschietti –realizador argentino de comprobado oficio para el género, como demostrara en la apreciable Mamá (2013)– es magnífica, con una fotografía, unos encuadres y una planificación de lo más elegantes (nada que ver con el anodino acabado formal de su antecedente televisivo), y que su versión de It no teme mostrar a un niño con el brazo mutilado por las fauces del monstruo. Toda una declaración de intenciones para una película perturbadora y oscura como boca de lobo. A continuación conoceremos a los siete adolescentes protagonistas, autodenominados "el club de los perdedores" y liderados por Bill Denbrough (Jaeden Lieberher), el hermano mayor de Georgie, obsesionado con la idea de encontrarle con vida y así restaurar la felicidad perdida en su familia. Unos chicos que viven su tránsito de la infancia a la madurez de forma traumática, acechados por sus propios terrores terrenales al margen de la figura sobrenatural de Pennywise. Todos son víctimas del acoso del matón del colegio, Henry Bowers, que no pierde oportunidad de atormentar al tartamudo Bill, así como al gordito –Benjamin (encantador Jeremy Ray Taylor)–, al negro –Mike (Chosen Jacobs)–, al judío –Stan (Wyatt Oleff)–, al hipocondríaco –Eddie (Jack Dylan Grazer)–, al friki –Richie (divertidísimo Finn Wolfhard, muy deudor del deslenguado Corey Feldman de Cuenta conmigo)– y a Beverly (extraordinaria Sophia Lillis, la mejor de todo el reparto en una actuación cautivadora y de gran fuerza dramática), única chica de la pandilla y señalada por ello como libertina y sexualmente precoz. Todos ellos encuentran en su estrecha amistad la fuerza necesaria para sobrellevar una dura existencia en la que la marginación, el bullying, las madres sobreprotectoras, los padres abusadores y las carencias afectivas están a la orden del día.
«La mejor adaptación al cine de una obra de Stephen King desde La niebla (Frank Darabont, 2007), que deja el listón muy alto para esa segunda parte que abordará el reencuentro de los amigos cuando, 27 años más tarde, el mal vuelve a sus vidas para tomarse su encarnizada revancha».
It funciona extraordinariamente bien a diferentes niveles. Como drama juvenil de iniciación es sutil y evocador, planteando temas como el primer amor (esa tierna declaración en forma de poema anónimo) o el despertar sexual (los niños atónitos ante la imagen de Beverly en ropa interior) con naturalidad y sin caer en maniqueísmos, ayudándose de la estupenda labor de los jóvenes actores para que sus personajes se ganen la empatía del espectador con facilidad. Como cinta de aventuras es entrañable y divertida. Hay química a raudales entre los chicos y eso se transmite. Valores como la camaradería, la inocencia o la pureza de sentimientos que relacionamos con la mentalidad adolescente de los ochenta permanecen intactos en el filme, sobreponiéndose a la acumulación de ingredientes sórdidos y peliagudos que rodean a la historia. Y, finalmente, como producto terrorífico, It se confirma como un auténtico festival de episodios espeluznantes. Las visiones de los niños, repartiéndose con habilidad sus respectivos momentos de lucimiento cuando se tienen que enfrentar al payaso de manera individual mientras encaran sus miedos más profundos, están, en su mayoría, muy logradas. Como esa manifestación en el baño inundado de sangre que sufre Beverly –una pesadilla alegórica a la menstruación y su miedo a hacerse mujer ante los ojos su padre, algo que comparte con la protagonista de Carrie (Brian De Palma, 1976)–, o la magnífica escena de la aparición del payaso durante la sesión de diapositivas. Finalmente está Pennywise y sus globos. ¿Logra Bill Skarsgård hacernos olvidar a Tim Curry? Sin duda, su encarnación del mal es muy diferente, más tenebrosa y amenazante si cabe, y con una enorme presencia escénica, en la que es capaz de helar la sangre con su impostada sonrisa. El actor sale airoso de este reto, aunque su trabajo pierde en intensidad cuando abusan del efectismo de los efectos digitales para plasmar sus múltiples transformaciones. Esto, unido a cierto abuso de sustos previsibles y la utilización del aumento de decibelios de música y sonido para sobresaltar al personal –especialmente acentuado en los pasajes que transcurren en la siniestra casa abandonada y en el previsible enfrentamiento final–, hacen que It se doblegue en ocasiones puntuales al último modelo de terror instaurado por James Wan. Aun así, se trata de pequeños detalles que no empañan la que es, con toda seguridad, la mejor adaptación al cine de una obra de Stephen King desde La niebla (Frank Darabont, 2007), que deja el listón muy alto para esa segunda parte que abordará el reencuentro de los amigos cuando, 27 años más tarde, el mal vuelve a sus vidas para tomarse su encarnizada revancha. | ★★★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Estados Unidos.2017. Título original: It. Director: Andrés Muschietti. Guion: Chase Palmer, Gary Dauberman (Libro: Stephen King). Productores: Seth Grahame-Smith, David Katzenberg, Roy Lee, Dan Lin, Barbara Muschietti. Productoras: New Line Cinema / KatzSmith Productions / Lin Pictures. Fotografía: Chung-hoon Chung. Música: Benjamin Wallfisch. Montaje: Jason Ballantine. Dirección artística: Peter Grundy. Reparto: Bill Skarsgård, Jaeden Lieberher, Sophia Lillis, Jeremy Ray Taylor, Finn Wolfhard, Jack Dylan Grazer, Wyatt Oleff, Chosen Jacobs, Nicholas Hamilton, Owen Teague. CARTEL.