Amar en tiempos revueltos
Crítica ★★ de Ali & Nino (Asif Kapadia, Reino Unido, 2016).
¿Qué hace que una creación artística se convierta en una obra maestra? Semejante pregunta ha estado siempre subyacente en las páginas de quienes han analizado el arte en todas sus manifestaciones. Desde Platón y Aristóteles hasta nuestros días, esa escurridiza cualidad que parece darle vigencia a través del tiempo y del espacio a una producción humana adscrita a una época y a un lugar ha ido más allá de la condición de la obra artística «como un objeto estético intencional o, lo que es equivalente […], un artefacto (o producto humano) con función estética», según definición de Gerard Genette. Para Umberto Eco, «una obra maestra debe ser conocida; es decir, debe haber absorbido todas las interpretaciones que ha estimulado, que contribuyen a hacer lo que ella es». Semejante plusvalía, o como decía Walter Benjamin, «el aura» que obtiene un libro, un cuadro o un palacio con el paso del tiempo y el transitar de las generaciones, que seguirán acudiendo a ellos con renovada admiración), puede ilustrarse en la siguiente anécdota de Leopoldo Alas «Clarín». En su correspondencia personal, el escritor asturiano confesó sentirse emocionado al haber logrado acabar, con La Regenta (1884-1885), una obra maestra a una edad tan temprana (tenía treinta y tres años). A pesar de esta acertada convicción de su autor, el libro obtuvo una respuesta muy tibia, y no adquirió el estatuto de segunda mejor novela en lengua española del que goza actualmente hasta su valoración posterior por parte de los autores de la posguerra, quienes verían en sus páginas no solamente la indiscutible calidad formal a la que no fueron ciegos sus contemporáneos, sino un espíritu de desazón existencial plenamente moderno y que consagraría La Regenta como uno de los grandes textos de nuestras letras.
En esta línea, con Ali & Nino estamos ante una película a la que, objetivamente, muy pocas tachas se le pueden poner. Para empezar, la realización de Asif Kapadia es tan sublime y precisa, tan exquisita, que los encuadres elegidos, la concatenación de planos y secuencias y los recursos visuales empleados (travellings, cámara lenta, etc.) prácticamente rozan la perfección en cuanto a su grado de adecuación entre forma y fondo. Si a ello le añadimos el cincelado guion de Cristopher Hampton, quien hoy por hoy es uno de los grandes de su oficio, se hace patente la calidad de los dos pilares sobre los que se asienta –o debería sentarse– cualquier cinta de construcción clásica como la que nos ocupa. Pero las virtudes «artesanales» de la pieza no acaban ahí: la delicada música de Dario Marianelli acompaña con elegancia las imágenes, las dota de una suave sensualidad; los actores interpretan con convicción y naturalidad a partes iguales –inevitable hacer un alto sobre la española María Valverde, que encarna a la protagonista femenina, Nino–; la fotografía de Gökhan Tiryaki combina con maestría el intimismo con la espectacularidad, y, finalmente, la ambientación histórica llevada a cabo por el departamento de arte, decorados y vestuario (a cargo de James Wakefield, Burak Yerlikaya, Stella Fox y Michele Clapton respectivamente) resulta deslumbrante, puesto que, sin caer nunca en un exotismo de postal, no descuida no obstante una serie de pinceladas de fascinación hacia una cultura que, a efectos prácticos, sucumbió víctima de las convulsas coyunturas que atravesó el mundo a lo largo del siglo XX.
«Kapadia desaprovecha la oportunidad que les ofrecían las desventuras de Nino y Ali para trazar una reflexión histórica que incidiera en el porqué de la inestabilidad política de la zona –la codicia del petróleo–: toda una línea temática que le habría dado vigencia y actualidad a la obra, y una trascendencia y un interés más allá de la mera implicación emocional que, como si de un culebrón de lujo se tratara, se pueda tener con los personajes».
¿Es Ali & Nino, según lo expuesto, una obra maestra? En absoluto. Porque el arte, incluso uno tan colectivo como el cine, nunca es una fórmula matemática en la que la suma de sus partes deviene igual al producto. Sin duda, la calidad de cada una de las instancias discursivas de la película sí que es la responsable directa de que el visionado de la misma sea una experiencia amena y agradable, por momentos incluso emocionante; pero una vez acabado el metraje, nada de lo relatado deja la más mínima huella en el ánimo del espectador. Las razones de ello son variadas, aunque tal vez la más obvia radique en el hecho de que el clasicismo del filme no solo es aplicable a su apuesta visual, sino a su argumento y a su temática, con lo que Ali & Nino redunda en un conjunto de elementos del acervo popular cinematográfico usados, a estas alturas, ad nauseam. ¿O es que aporta algo diferente, estimulante o nuevo una historia de amor condenada a un desenlace trágico por culpa de los condicionantes de su época? Por mucho que ese romance imposible se traslade a unas tierras ajenas al espectador potencial de la cinta –no olvidemos que es una producción británica rodada en inglés–, o por mucho que se inspire en un hecho real –lo que, visto lo visto, parece otorgarle automáticamente un plus a cualquier mediocridad–, Ali & Nino no deja de ser una nueva vuelta de tuerca a uno de los motivos más manidos de la narrativa, fílmica o literaria, con tintes de epopeya: me refiero a la dificultad, o aun a la imposibilidad, de ser felices en un mundo acechado por las injusticias. No en vano, el perfil de la pareja protagonista encaja con el de los héroes de antaño, al acumular en sus personas todas las virtudes propias de su sexo.
Que Hampton y Kapadia pinten a Nino y Ali de esta manera no es casual, pues la obra evoca una forma de vida que desapareció, con lo que tiene la pátina romántica y elegíaca de los sueños perdidos. Sin embargo, y como si no quisieran llegar a los (magistrales) excesos de Lo que el viento se llevó (1936) de Victor Fleming o El Doctor Zhivago (1965) de David Lean, los responsables del proyecto atemperan el elemento épico con pinceladas de cotidianeidad que acercan esporádicamente a los protagonistas a la audiencia. Ignoro si ello responde a la tramposa voluntad de darle un ligero rebozado verista a la historia para legitimar ese componente «real» de la misma o, lo que sería todavía más torpe, al deseo de dotar al público occidental de ídolos que procedan de una cultura hoy en día tan «sospechosa» como la islámica, para mayor abundamiento de la zona de los pueblos indoiranios, foco actual de la tensión yihadista. ¿Han querido Kapadia y Hampton subrayar la obviedad de que los musulmanes son seres humanos capaces de amar, sufrir y perdonar? ¿De que muchos de ellos son tolerantes con las diferencias ajenas y solamente sueñan con llevar una vida sencilla y plena junto a sus seres queridos en un país independiente y justo? De ser así, es evidente que, quien no lo sabía antes de ver el filme, tampoco va a saberlo después. De hecho, Kapadia y los suyos desaprovechan la oportunidad que les ofrecían las desventuras de Nino y Ali para trazar una reflexión histórica que incidiera en el porqué de la inestabilidad política de la zona –la codicia del petróleo–: toda una línea temática que le habría dado vigencia y actualidad a la obra, y una trascendencia y un interés más allá de la mera implicación emocional que, como si de un culebrón de lujo se tratara, se pueda tener con los personajes. Por desgracia, semejante línea de fondo apenas es esbozada en el desenlace de la trama y en la bella secuencia alegórica que recoge el enfrentamiento de Ali (Adam Bakri) con Malik (Riccardo Scamarcio) entre las torres de extracción del crudo; así que, en resumidas cuentas, al final no nos quede más que una película de una factura impecable, tan elegante como bella… pero completamente huera y prescindible. | ★★ |
Elisenda N. Frisach
© Revista EAM / Barcelona
Ficha técnica
Gran Bretaña, 2016. 100 minutos. Título original: Ali and Nino. Director: Asif Kapadia. Guion: Christopher Hampton, basado en la novela de Kurban Said. Fotografía: Gökhan Tiryaki. Música: Dario Marianelli. Productora: PeaPie Films/AZ Celtic Films. Diseño de producción: Carlos Conti. Edición: Alexander Berner. Intérpretes: Adam Bakri, María Valverde, Mandy Patinkin, Connie Nielsen, Homayoun Ershadi, Halit Ergenç, Fakhraddin Manafov, Nigar Gulahmadova, Parviz Gurbanov, Numan Acar, Daniz Tacaddin, Khumar Salimova, Mekhriban Zeki, Parviz Mammadrzayev, Jovdat Shukurov, Ekin Koç, Riccardo Scamarcio. (CARTEL)