Las fronteras de la amistad
crítica ★★★★ de Lovesong (So Yong Kim, Estados Unidos, 2016).
La realizadora coreana, afincada en Estados Unidos, So Yong Kim demostró una gran sensibilidad para indagar en los sentimientos más profundos y contradictorios del ser humano en el excelente drama For Ellen (2011), una suerte de road movie en la que un inspiradísimo Paul Dano nos robó el corazón en la piel de un desastrado músico de rock que realizaba un largo viaje en coche para luchar por la custodia de una hija a la que, en un principio, no estaba interesado en conocer. Gustó mucho en Sundance, una cita festivalera que no era nueva para su directora, ya que allí fue donde su ópera prima In Between Days (2006) obtuvo el Premio Especial del Jurado, encumbrándola como uno de los nombres a seguir dentro de los circuitos del nuevo cine independiente norteamericano. Y allí es donde ha vuelto a competir con su último trabajo, Lovesong (2016), una nueva muestra de su dominio para las historias íntimas y personales que, en esta ocasión, gira sobre el tema de la amistad femenina y sus infinitos recovecos. En un principio, podría parecer que nos encontráramos ante el enésimo canto a este tipo de relaciones entre amigas y confidentes, con la carretera como testigo de sus instantes más álgidos y los más quebradizos, todo un subgénero que sucedió al enorme éxito crítico y comercial de la maravillosa Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991), y que tuvo cierta continuidad a través de títulos como Freda y Camilla (Deepha Mehta, 1994), O sólo ellas... Los chicos, a un lado (Herbert Ross, 1995), en las que sus protagonistas emprendían sendos viajes de autodescubrimiento y liberación de unas existencias que las mantenía anuladas como mujeres, sobre todo por la presencia de unos hombres no demasiado comprensivos en las mismas. Sin embargo, la obra de Yong Kim solo utiliza este planteamiento en el primero de los dos actos, bien diferenciados, sobre los que se orquesta una historia más compleja de lo que pudiera parecer a simple vista.
Lovesong es una producción tan modesta como poco ambiciosa que, de forma sencilla, nos sumerge en la estrecha amistad entre Sarah y Mindy, centrándose en dos épocas distintas pero igualmente decisivas para ellas. La película comienza presentándonos a una Sarah que desempeña con esfuerzo su papel de joven madre de una niña de corta edad, desatendida por un marido ausente del hogar familiar durante largas temporadas por motivos laborales. Esta falta de apoyo y de cariño la empujan a lanzarse a la carretera junto a Mindy, su mejor amiga desde la adolescencia, que representa el polo opuesto de su personalidad. Una chica libre, sin ataduras ni responsabilidades de ningún tipo, con una vida mucho más disoluta y ganas constantes de pasarlo bien, ya sea emborrachándose o lanzándose a los brazos del primer cowboy que se le declare. Durante unos días, esta pequeña escapada sin importancia estrecha los lazos amistosos entre ambas mujeres, hasta el punto en que aparecen los primeros destellos de atracción sexual entre ellas, algo a lo que cada una responde de un modo diferente. Tras una abrupta despedida que parece, más bien, una huida de esos sentimientos que inquietan y confunden, el filme da un salto de varios años, plantándose en el momento en que Sarah, mucho más libre de ataduras, vuelve a emprender otro trayecto, esta vez para asistir al enlace matrimonial de Mindy. El reencuentro entre ambas, tiempo después de su última y reveladora convivencia, vuelve a despertar esos instintos dormidos, esas tensiones no resueltas que amenazaban con enturbiar su bonita amistad. La directora narra estos dos segmentos de un modo cotidiano y muy naturalista, con un guion modélico y una cámara que capta, casi en un acto de pudor, las sensaciones y estados de ánimo de sus personajes, desde una certera distancia, siempre en un segundo plano, alcanzando una rotunda veracidad en lo que cuenta.
«Una pequeña gran película, un auténtico regalo para Riley Keough y Jena Malone ante el que ambas responden con unas actuaciones sentidas que, de no ser por la escasa relevancia comercial del producto, serían carne de cañón en la carrera de premios, con todo merecimiento».
La luminosa fotografía de Guy Godfree confiere a la obra un acabado visual plácido y agradable, que ayuda a idealizar el “romance” latente entre Sarah y Mindy, aun cuando este nunca se manifiesta de forma obvia. La cineasta se apoya, más que en los diálogos, en los juegos de miradas, los gestos y la complicidad que logran establecer sus dos superlativas actrices. Así, Riley Keough –vista en la alabada American Honey (Andrea Arnold, 2016)– lleva la voz cantante de la función como Sarah, la mujer que pasa de llevar una vida gris a tratar de cambiar su destino en un último intento desesperado, mientras que la siempre infalible Jena Malone consigue adueñarse de todas sus escenas, en una interpretación cargada de energía y rabia, como Mindy, la eterna rebelde que está a un paso de hipotecar su vida, aun en contra de la opinión de su madre (irreconocible Rosanna Arquette). Ambas intérpretes realizan un trabajo perfecto, de una delicadeza fuera de lo normal, que logra, a base de química, que el espectador se sienta partícipe de sus deseos, miedos y especiales circunstancias. No es Lovesong la típica cinta de temática lésbica que cae en todos los tópicos del género. En esta ocasión, es mucho más. Estamos ante una profunda inmersión en el universo femenino, al interior de dos personajes bellísimos que podrían alcanzar la felicidad el uno junto al otro si supieran desprenderse de temores y prejuicios y se dejaran llevar por los dictámenes del corazón. Una historia mucho más valiosa por las palabras que no se pronuncian y los actos que no terminan de llegar, que baña de una enorme carga melancólica ese recurrente ritual de los preparativos nupciales, con despedida de soltera incluida, en el que caben pasajes tan genuinos como los de la noche en el motel o el que tiene lugar en el lago, tan determinante como elegante y sutil, en armonía con el resto del conjunto. Lovesong es una pequeña gran película, un auténtico regalo para Riley Keough y Jena Malone ante el que ambas responden con unas actuaciones sentidas que, de no ser por la escasa relevancia comercial del producto, serían carne de cañón en la carrera de premios, con todo merecimiento. | ★★★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Estados Unidos. 2016. Título original: Lovesong. Directora: So Yong Kim. Guion: Bradley Rust Gray, So Yong Kim. Productores: Bradley Rust Gray, Dave Hansen, Alex Lipschultz, Johnny Mac. Productoras: Autumn Productions / Gamechanger Films / Monofonus Press. Fotografía: Guy Godfree, Kat Westergaard. Música: Jóhann Jóhannsson. Montaje: Bradley Rust Gray, So Yong Kim. Dirección artística: Lauren Hrehovcik. Reparto: Riley Keough, Jena Malone, Jessie Ok Gray, Sky Ok Gray, Ryan Eggold, Brooklyn Decker, Rosanna Arquette, Cary Joji Fukunaga, Marshall Chapman, Neal Huff, Amy Seimetz.