Cuando el destino nos alcance
crítica ★★★ de The Girl with All the Gifts (Colm McCarthy, Reino Unido, 2016).
Cuando, en 1954, el novelista Richard Matheson escribió Soy leyenda, no sabía hasta donde llegaría el impacto e influencia para posteriores obras de su relato, ambientado en la ciudad de Los Ángeles en un futuro post-apocalíptico (entre 1976 y 1979) y con la humanidad prácticamente extinguida tras una letal guerra bacteriológica. Aquella novela de ciencia ficción seguía los pasos de Neville, único superviviente aparente de una pandemia que había transformado a los ciudadanos en vampiros e infectados (algo así como los zombies de toda la vida), en su lucha diaria por la subsistencia. Varias fueron las versiones cinematográficas que conoció, protagonizadas por Vincent Price, Charlon Heston y Will Smith, adaptadas a los distintos tiempos pero siempre coronadas por el éxito. Desde entonces, el apocalipsis se ha visto relacionado con frecuencia a virus que convierten a la gente en seres hambrientos de carne humana o plagas que diezman la población mundial hasta hacer del planeta un lugar peligroso e inhabitable. En esta misma corriente se ha movido Mike Carey, respetado guionista de cómics para DC y Marvel, en su novela Melanie: Una novela de zombis, publicada con excelente aceptación crítica en 2014. Al igual que Soy leyenda, su historia nos traslada a un futuro incierto en el que un hongo ha acabado con la mayor parte de las personas, transmutándolas en voraces caníbales sin ningún tipo de sentimiento. Los pocos supervivientes tratan de protegerse como pueden del ataque de los zombies (conocidos como “los hambrientos”), encerrados en un edificio fortificado donde un equipo de científicos ha emprendido una investigación a contrarreloj para dar con la buscada cura de la enfermedad. La llave de la salvación podría estar en el ADN de unos niños, nacidos en una segunda generación de estos infectados, que, a pesar de que se tornan en auténticas bestias cuando sienten el olor de la carne, continúan conservando rasgos como las emociones o el intelecto.
Una de las características más aplaudidas del libro residía en cómo la historia estaba contada en primera persona por Melanie, una niña mitad “hambrienta”, mitad humana, cuyo punto de vista se alternaba con los de otros personajes que la rodean, como los de la señorita Justineau, única profesora capaz de sentir empatía por los niños, o el Sargento Parks, que solo los ve como una amenaza que sería mejor destruir. Para su adaptación cinematográfica, The Girl with All the Gifts (2016), el propio Carey se ha encargado de escribir un guion que el director Colm McCarthy ha conseguido llevar a buen puerto, a pesar de su escasa experiencia en el mundo del cine –cabe destacar que su carrera se ha forjado en la televisión, a través de series tan ilustres como Sherlock o Dr. Who– . La película arranca de forma impactante, mostrando la crudeza con la que los militares tratan a los niños / cobayas, sin un ápice de sensibilidad –sorprende cómo se subvierten los roles de buenos y malos, siendo la línea que separa a los monstruos de los sanos casi imperceptible–, manteniéndolos encerrados en unas celdas que solo abandonan cuando son trasladados en sillas de ruedas (a punta de pistola y maniatados con fuerza) a las clases impartidas por la señorita Justineau. Desde el principio queda patente la especial relación existente entre la alumna aventajada Melanie –toda una revelación la jovencísima Sennia Nanua, reconocida como Mejor actriz en el Festival de Sitges– y la maternal profesora (Gemma Arterton) que relata cuentos de la mitología griega a los chiquillos. En este aspecto, resulta muy acertado el carácter simbólico que cobra la leyenda de la caja de Pandora con las circunstancias que rodean a los personajes. Así, del mismo modo que la esposa de Epimeteo causó el caos tras liberar a todos los males del mundo contenidos en una misteriosa caja que había sido confiada por los dioses a su marido, siendo la esperanza el último espíritu en escapar de su cautiverio para mitigar los horrores provocados, Melanie vendría a desempeñar ese papel mesiánico como "la elegida" para regalar una nueva oportunidad a esta sociedad sumida en la oscuridad después de la epidemia.
«Un entretenimiento elegante y sensible, que no insulta a la inteligencia del espectador ni abusa de efectismos innecesarios en pos de la espectacularidad».
Estamos ante una cinta muy estimulante que, durante la mayor parte de su metraje, realiza indudables esfuerzos por ofrecer una mirada personal y bastante humanista a un subgénero (el zombie) explotado hasta la saciedad en los últimos años. The Girl with All the Gifts da una clara prioridad a las motivaciones de sus personajes, especialmente a las de Melanie, por encima de la acción o los ingredientes más terroríficos. Al menos durante su primera mitad, ya que, una vez que los protagonistas deben abandonar las instalaciones después de un brutal ataque de los hambrientos, el filme comienza a frecuentar los tópicos y lugares comunes de cualquier título de pandemias y zombies con el grupo de supervivientes de turno haciendo frente a todo tipo de imprevistos. Ni Gemma Arterton, a pesar de su adecuado perfil dulce, ni Paddy Considine como el Sargento Parks están del todo explotados, si bien se agradece que la magnífica Glenn Close no caiga en el dibujo fácil de la doctora villana, mostrando también su lado más abnegado con respecto a la investigación y propiciando, mediante sus acciones, interesantes dilemas morales (¿Hasta qué punto es lícito sacrificar las vidas de estas criaturas para encontrar esa vacuna que salve al mundo?¿Es justo que se les trate como a animales, obviando su parte humana?¿Se puede luchar contra la naturaleza y su aterradora manifestación de selección natural?). Como survival dramático se revela la película de McCarthy más efectiva que como vehículo de terror que sigue la estela de aquella 28 días después (Danny Boyle, 2002) que significó un antes y un después en el género, a pesar de que sus escenas más sanguinolentas estén despachadas de manera cumplidora, alternando momentos de lograda tensión –esa "hambrienta" caminando con su carrito de bebé entre una multitud de zombies en estado durmiente– con otros menos afortunados, como el del enfrentamiento de Melanie con un grupo de niños caníbales o el previsible pasaje en el centro comercial. Lo que no cabe duda es que The Girl with All the Gifts es un entretenimiento elegante y sensible –como lo fue la minusvalorada Maggie (Henry Hobson, 2015), que también humanizó el papel del zombie otorgándole el protagonismo, algo que corrobora que la idea no es todo lo novedosa que se le presupone–, que no insulta a la inteligencia del espectador ni abusa de efectismos innecesarios en pos de la espectacularidad, más allá de su atractivo intrínseco como fábula distópica y un diseño de producción de lo más vistoso –sobre todo en las apocalípticas imágenes que muestran la ciudad totalmente asilvestrada. | ★★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Reino Unido. 2016. Título original: The Girl with All the Gifts. Director: Colm McCarthy. Guion: Mike Carey (Novela: Mike Carey). Productores: Camille Gatin, Angus Lamont. Productoras: Altitude Film Sales / BFI Film Fund / Poison Chef. Fotografía: Simon Dennis. Música: Cristobal Tapia de Veer. Montaje: Matthew Cannings. Dirección artística: Philip Barber. Reparto: Sennia Nanua, Gemma Arterton, Paddy Considine, Glenn Close, Fisayo Akinade, Anthony Welsh, Anamaria Marinca. PÓSTER.