La visita de monsieur Sans-délai
crítica ★★★ de Glory (Slava, Kristina Grozeva, Petar Valchanov, Bulgaria, 2016).
Algunos de los mejores aportes culturales de la Literatura Española provienen de un profundo afán de describir el denominado “Zeitgeist”; esto es, el “espíritu de nuestros tiempos”. Y, claro, del hastío. Por ejemplo, la pura indignación decimonónica hacia una maquinaria basada en el espejismo de un sistema democrático muy cuestionable, desde luego. Pero, ¿qué pedirle al tormentoso siglo XIX, cuando ni siquiera gozó de una mínima estabilidad política hasta la restauración monárquica? En el convulso año 1833, cuya Navidad no llegaría a ver el déspota rey Fernando VII, se publicó en la revista satírica El pobrecito hablador, bajo seudónimo, el más icónico artículo de Mariano José de Larra, cuyo antológico inicio rezaba así: “Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza”. En Vuelva usted mañana, el autor describía com humor corrosivo el pésimo funcionamiento institucional mediante el recurso literario de la introducción del elemento ajeno —en aquel caso, el amable extranjero con el sarcástico nombre Sans-délai— en una cotidianidad absurdamente difícil de explicar con criterios lógicos. Tal sería el impacto de la pluma de Larra, que el propio título se convirtió, con el paso de los años, prácticamente en un proverbio. Si pudiésemos conectar el núcleo crítico de Larra con un elemento concreto de la más reciente película del tándem búlgaro Kristina Grozeva & Petar Valchanov, el nexo físico sería, sin lugar a dudas, la contemplación los ojos de su protagonista. Una mirada de profunda desolación y desencanto, que parece atravesar todo, cuerpos, edificios, materia en general, hasta posarse sobre una resignación de dimensiones sobrehumanas.
Glory (2016) versa sobre la paciencia, sí. Pero se entrevé también algo más. Quizás la presencia de un cansancio profundo, un pesimismo irreparable. El arco argumental es relativamente sencillo: es una comedia negrísima de proporciones kafkianas, muy similar a lo que podríamos encontrar en Ante la ley o El proceso, del maestro checo, empezando por el perfil de su protagonista. Tzanko Petrov (Stephan Denolyubov) vive en una casona rural en condiciones espartanas, solo, y lleva a cabo una rutina cotidiana, su labor en las vías del tren, menos como empleo que como única conexión social con un mundo real del que apenas tiene intención de formar parte. El televisor emite noticias acerca de la corrupción institucional mientras él comienza su anodina jornada que se sospecha como una sucesión inmutable, día tras día. Sin embargo, una mañana, se encuentra con un elemento que desestabiliza la certeza de la repetición: encuentra una enorme cantidad de billetes desperdigados junto a las vías, en mitad de ninguna parte. Acaso por un total desinterés, o quizás una moral sólida, decide alertar a las autoridades del curioso hallazgo. Ignorando que su simple gesto iría a despertar gran revuelo en la opinión pública, es contactado por el servicio de Relaciones Públicas del Ministerio de Transportes para ser entrevistado y posteriormente premiado por su ejemplar comportamiento cívico. El inseguro y tartamudo Tzanko accede dubitativo sin tener demasiada noción de los pasos que está dando. Su única preocupación real es alimentar a los conejos que cuida con mimo en el patio de su casa. Nada más. Cuán poco hace falta para derribar su zona de confort y sumirlo en un estado de angustia tremenda; pues, por desgracia, un nimio malentendido con la señora Staykova (Margita Gosheva), jefa de Relaciones Públicas, provoca la pérdida de su única pertenencia de valor: el reloj marca Glory que su padre le obsequió en un pasado extinto. Esta pequeña eventualidad disparará su asimétrico enfrentamiento individual con una maquinaria burocrática preocupada únicamente por la ocultación de las escandalosas sospechas acerca de la gestión ilícita de la infraestructura. El inocente protagonista, harto de enfrentarse infructuosamente a una política del “vuelva usted mañana”, cede a la falsa amabilidad de un oportunista investigador periodístico, quien lo instrumentaliza para denunciar en su espacio televisivo el robo sistemático de combustible del que todo el gremio ferroviario se aprovecha. Todos, menos él. El actor Stephan Denolyubov ofrece una interpretación memorable con una economía gestual pasmosa. Un interesante contraste en choque ante la histriónica Staykova, obsesionada con el mantenimiento de su status, por encima de cualquier otra consideración, incluso de su contradictoria búsqueda de maternidad asistida.
«Esta es, al fin y al cabo, una historia sutil, que confirma cómo, en los tiempos que corren, en esta época de personajes esperpénticos, el humorismo es, en definitiva, un asunto a tratar muy, muy en serio».
Esta crítica sociopolítica, al igual que en Larra, solo podría realizarse mediante el uso del sarcasmo y el humor como elementos potenciadores de la denuncia. Las situaciones en las que asoma la risa, momentos posibles por obra del sólido guion del propio dúo Grozeva-Valchanov, son producto de la exhibición de un patetismo que casi borda la conmiseración o la ternura. En la gestación de una creciente tensión narrativa, a lo largo de la cual se ofrece una curva casi estadística de la elasticidad de la paciencia del miserable Tzanko, la explosión catártica sucede de un modo tan sorpresivo como efectivo y consecuente a la lógica interna de la narrativa, acabando de perfilar una propuesta cinematográfica francamente estimulante. De proporciones dignas de los mejores hermanos Coen —con reminiscencias, sobre todo, de Fargo (1996)—, Glory destaca por la armonía entre sus distintos apartados. Ninguno destaca especialmente, eventualidad que podría causar una interferencia del conjunto. Muy al contrario, todos los elementos coexisten en una simbiosis armoniosa. Seca en su estructura audiovisual, con una cámara en mano sin ambición y un montaje al servicio del arco argumental, demuestra cómo la comedia satírica puede llevarse a cabo desde la astucia y la contención, sin excesos, pirotecnias narrativas o gags, ni mucho menos slapstick o escatología. Esta es, al fin y al cabo, una historia sutil, que confirma cómo, en los tiempos que corren, en esta época de personajes esperpénticos, el humorismo es, en definitiva, un asunto a tratar muy, muy en serio. | ★★★ |
Luis Enrique Forero Varela
© Revista EAM / 54º Festival de Gijón
Ficha técnica
Bulgaria, Grecia 2016. Título original: Slava. Director: Kristina Grozeva, Petar Valchanov. Guión: Kristina Grozeva, Petar Valchanov. Fotografía: Krum Rodriguez. Música: Hristo Namliev. Duración: 101 minutos. Productora: Abraxas Film / Aporia Filmworks / Graal Films / Red Carpet / Screening Emotions. Montaje: Petar Valchanov. Diseño de produccion: Poli Angelova, Kristina Grozeva, Elena Mosholova. Diseño de vestuario: Kristina Tomova. Intérpretes: Stephan Denolyubov, Margita Gosheva, Ana Bratoeva, Nadejda Bratoeva, Nikola Dodov, Stanislav Ganchev, Mira Iskarova, Milko Lazarov, Hristov Nedkov, Dmitar Sardzhev, Ivan Savov, Deyan Statulov. Presentación Oficial: Locarno International Film Festival, 2016.