Kevin Pontuti, director del largometraje North Passage, se presenta en el panorama artístico con un proyecto ambicioso, titulado The Poetry of Penance —La poesía de la penitencia—, y compuesto por una serie de cortometrajes, fotografías y objetos destinados a la representación artística del amor, el pecado, el remordimiento y la redención en la Europa medieval. El primero de esos cortometrajes corresponde a Onere, un abstracto relato metafórico sobre la travesía penitente de una joven hacia un profundo bosque conceptual de aceptación. La primera secuencia que somos capaces de contemplar muestra a una mujer durmiendo junto a una gran carga, de aspecto antropomorfo, cubierta por unos trapos y atada con cuerdas. Esta imagen sugiere una inexorable sensación de continuidad, de extenuación y esfuerzo. Desconocemos el tiempo que la protagonista lleva arrastrando esta gran peso, pero por su estado podemos intuir que no se trata de la etapa inicial de su empresa. Un viaje de irremediable carácter iniciático, expiatorio o incriminador pues, pese a que la tarea representada exige un gran sacrificio asumido de forma voluntaria —presuntamente—, no somos capaces de discernir si dicho empeño pretende ocultar una previa acción condenable, enmendar otra lamentable, o iniciar un proceso de cambio introspectivo. El director nos aísla del contexto por completo, nos priva de cualquier dato o vestigio anterior al presente fílmico que pueda facilitar nuestra tarea exegética. Sabemos que estamos atendiendo a un capítulo trascendental en la vida de la joven, pero no llegaremos a conocer ni el pecado cometido, si es que se dio tal situación, ni tampoco las consecuencias de su determinación interrumpida. Porque una vez se desvele el contenido de ese fardo, y el espectador entienda que, en efecto, el tormentoso camino componía más un ritual penitente y compensatorio que un arrepentimiento propiamente dicho, se producirá el giro inesperado de los acontecimientos, provocado por una renuncia en el ánimo y la incapacidad de proseguir con ese viaje mutacional para el que no estaba preparada.
«Una estética que nos transporta sin remedio a un entramado gótico-medieval deudor del misticismo de Yeats y un realismo mágico, casi épico, que juega a la insinuación de un viaje homérico».
Se ahonda pues en la incapacidad del ser humano de dejar pasar ciertos aspectos de su vida, ya sean éstos biológicos —infancia, adolescencia…—, o inherentes a su condición humana —inocencia, rencor, dependencia…—. También, atendiendo a lo polisémico del mensaje a efectos interpretativos, dada la ambigüedad de lo mostrado, podría entenderse el relato como el camino definitivo del hombre a la aceptación individual y personal; un proceso espinoso que requiere gran tenacidad y ahínco, pero con un resultado apaciguador y satisfactorio, como podríamos extraer de la mirada de tranquilidad y relajación de la protagonista al mirar nuevamente el motivo de su sufrimiento. Una joven cuya pintoresca melena rubicunda nos transporta a la mitología folclórica y a los cuentos infantiles, un cabello de gran intensidad que contrasta con la lividez de su nívea dermis, para intensificar el dramatismo de su personaje y, por extensión, el de sus acciones sobre un escenario natural donde prevalece la fría lobreguez que aportan las oscuras nubes, los árboles pelados y el pobre riachuelo que se arrastra agónico para morir succionado por la árida voracidad de una tierra inclemente. Para subrayar la relevancia del entorno, Pontuti otorga mucha más importancia al sonido ambiental que al de una música extradiegética y minimalista que sólo aparecerá para acentuar el aura de tensión creada por la contrastada imagen. Una estética que nos transporta sin remedio a un entramado gótico-medieval deudor del misticismo de Yeats y un realismo mágico, casi épico, que juega a la insinuación de un viaje homérico, sin llegar a sentar las bases estructurales de la epopeya a causa de la brevedad del momento representado.
★★★★★
Ficha técnica
Estados Unidos, 2016. Título original: «Onere». Director: Kevin Pontuti. Guion: Kevin Pontuti. Productora: Penitent Productions. Fotografía: Ed Jakober y Peter Galante. Música: Chiwei Hui. Diseño de vestuario: Susan Jakober. Montaje: Kevin Pontuti. Reparto: Alexandra Loreth.