Matriarcado experimental
crítica de Évolution (Lucile Hadzihalilovic, Francia, 2015).
Évolution (2015) es el último largo de la realizadora Lucile Hadzihalilovic. Fue presentado en San Sebastián y tuvo una gran acogida, siendo galardonada con el Premio Especial del Jurado. Un reconocimiento que valoraba una propuesta fílmica arriesgada, distópica, contemplativa y perturbadora a partes iguales. Irrumpió en Donosti con una fuerza parecida a la que tuvo su ópera prima Innocence (2011). En esta ocasión el punto de partida es el mar y no un orfanato; a través de zambullidas acuáticas que nos ayudan a entrar en el desconcierto reinante; escenas pausadas, en las que se hace un uso muy inteligente del sonido, para envolver al espectador en esa suerte de atolondramiento quimérico. Así, con pocas palabras, se genera la atmósfera espesa y húmeda (su principal valor) de Évolution. Tras los primeros compases costeros nos hacemos eco de la vida de un pueblo donde solo hay mujeres y niños (no niñas), una isla con una estética propia de la decadencia de un puerto pesquero de los años cuarenta calcinado por la salitre (fue rodada en Lanzarote y Barcelona), un lugar donde los chavales son sometidos a extraños experimentos en un hospital destrozado por la humedad y donde las mujeres realizan rituales propios de una secta, un pueblo tenebrosamente apacible.
La atmósfera, la estética, la puesta escena, la banda sonora, el sonido y la fotografía adquieren una relevancia mayor que en otras películas habida cuenta de la aspereza del guion. Su naturaleza minimalista y esbozada, puede suponer un hándicap, pero sirve para reafirmar su personalidad. Es cierto que la cinta, de una singularidad inquietante, puede recordar a Yorgos Lanthimos, por su punto de partida premeditadamente extraño. No obstante su proposición formal, su dramatismo y la ausencia de humor la sitúan lejos de cualquier influencia salvo la de H. G. Wells y su La Isla del Doctor Moreau (reconocida por la propia directora). Hadzihalilovic perfila una obra para dejarse llevar y sumergirse en esa desesperación hierática del pequeño protagonista. Con una carrera, un chapuzón o un dibujo grita libertad, busca una aliada, alguien que pueda "guardar un secreto" y así escapar de ese mundo de mutaciones, ritos y fetos. La recurrente estrella de mar (que aparece en las pupilas del crío, en el agua, dibujada en su libreta o en la geometría corporal del ritual femenino a la luz de la luna) o los vídeos sobre el parto que las enfermeras se ponen en bucle no explican nada y lo expresan todo. En definitiva, la historia está plagada de un conjunto de elementos (técnicos principalmente) que insertan y afianzan un suspense que, en cierta medida, irá cobrando sentido a lo largo del metraje a pesar de la latente ambigüedad.
«Hermética, con soluciones metodológicas impecables (como los planos detalle a través de mirillas) y sencillamente evocadora. Un filme que se puede disfrutar a distintos niveles, exigente y, por eso mismo, gratificante. No es una obra mayor, ni mucho menos, pero se disfruta en su pequeñez».
Como comentábamos en el párrafo anterior, puede achacársele cierta pereza narrativa. Al fin y al cabo no es cine experimental ni se buscan fórmulas alternativas. Hay una introducción, un nudo y un desenlace, ¡no hay canon más convencional que ese! Obviamente esa austeridad del relato tiene un objetivo claro y es el de otorgar valía a la sugestión, darle protagonismo a la imagen y a lo onírico. Se puede tener la sensación de que haber reforzado la estructura y haber dotado de un poco más de consistencia a la narración no hubiesen ido en detrimento de la pretendida sinestesia. Es preciso destacar, por lo tanto, que el peso del filme recae en lo impreciso. Y en esa insinuación se pueden observar las sinergias en conflicto que surcan siempre a la humanidad, instinto y razón. La razón viene definida por la experimentación, el instinto se refleja en la propensión del protagonista a pensar que algo no funciona. Desde estos leitmotivs Hadzihalilovic plantea un foco de inquietudes éticas permeadas de conceptos políticos tan subversivos como subyugantes: la puesta en valor de las sociedades matriarcales, la dicotomía entre lo animal y lo humano, la disidencia como fuerza de cambio y lo primitivo como principal distintivo atávico. De ahí la importancia de los ritos y de las mujeres durante toda la historia, que navegan entre la animalidad y la humanidad. Convirtiéndose así en seres limítrofes, artificiales y asépticos. De todas formas conviene matizar que nos encontramos dentro de los códigos de lo fantástico, no de la ciencia ficción. Évolution es un estudio antropológico de lo inexplicable. Sin voluntad científica. Técnicamente irreprochable, uno es capaz de sentir la humedad y el hermetismo con esos planos detalle a través de mirillas o con su turbadora banda sonora. Así que en su género y su condición es una cinta interesante, pequeña, de complicada distribución pero justamente reconocida en el circuito de festivales de la temporada pasada. Asimismo este nuevo trabajo otorga coherencia a la carrera de la directora francesa. La pone en la palestra del circuito independiente/autoral con un discurso que se hace fuerte en lo atmosférico y en la intriga. Es justo reconocer que no es fácil crear una historia reiterativa y esquemática que atrape de la manera en que lo hace Évolution. De ahí la decisión más inteligente de su creadora: el metraje no excede la hora y cuarto. Algo más extenso podría haber supuesto la diferencia entre una película paladeable y una de pesadísima digestión. Hermética, con soluciones metodológicas impecables (como los planos detalle a través de mirillas) y sencillamente evocadora. Un filme que se puede disfrutar a distintos niveles, exigente y, por eso mismo, gratificante. No es una obra mayor, ni mucho menos, pero se disfruta en su pequeñez. | ★★★ |
Andrés Tallón Castro
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Francia, 2015. Título original: Évolution . Presentación: Festival de San Sebastián 2015. Dirección: Lucile Hadzihalilovic. Guion: Lucile Hadzihalilovic, Alanté Kavaïté. Productoras: Les Films du Worso, Noodles Productions, Scope Pictures, Volcano Films, Left Field Ventures. Montaje: Nassim Gordji Tehrani. Fotografía: Manu Dacosse.. Música: Jesús Díaz y Zacarías M. de la Riva. Reparto: Max Brebant, Julie-Marie Parmentier, Roxane Duran, Mathieu Goldfeld, Nissim Renard, Nathalie Legosles, Pablo-Noé Etienne. Duración: 81 minutos. Póster oficial de Évolution: LINK.