Ajustador de cuentas a tiempo completo
crítica ★★★ de El contable (The Accountant, Gavin O´Connor, EE.UU., 2016).
Pocos actores actuales hay tan denostados y con un talento interpretativo tan puesto en tela de juicio –no se puede decir lo mismo de su faceta como director, vistas Adiós pequeña, adiós (2007) o Argo (2012)– como Ben Affleck. Su rostro hierático parece condenado a ser relacionado con escalofríos a ruidosos blockbusters que no tuvieron el éxito esperado –Pearl Harbor (Michael Bay, 2001)–, adaptaciones de cómic de calidad cuestionable –Daredevil (Mark Steven Johnson, 2003)– o al hundimiento de la saga de Jack Ryan en Pánico nuclear (Phil Alden Robinson). Sin embargo, la rotundidad de su físico y su economía de movimientos faciales han sido explotadas de forma inteligente en algunos títulos menos famosos (pero más estimulantes) como Al límite de la verdad (Roger Michell, 2002), Hollywoodland (Allen Coulter, 2006) –Affleck estuvo perfecto en su retrato de George Reeves, el (mal) actor que encarnara a Superman en televisión durante la década de los cuarenta– o el drama sobre la crisis económica The Company Men (John Wells, 2010). En manos del director adecuado y dentro de proyectos (económicamente) menos ambiciosos, el actor ha demostrado que puede defenderse con dignidad, algo que, sin duda, vuelve a ocurrir en El contable (Gavin O´Connor, 2016), un thriller de acción bastante desconcertante y atípico que viene a suponer un verdadero soplo de aire fresco dentro del género.
Estamos ante una propuesta que ya sorprende desde la personalidad de su personaje principal, ese contable y genio de las matemáticas que es Christian Wolff. Un tipo maniático y abstraído que arrastra enormes carencias afectivas desde niño, cuando se le diagnosticó un tipo de autismo que le impide relacionarse con las demás personas con normalidad o sentir cualquier tipo de empatía. Su padre, militar, le educó (al igual que a su hermano) de forma muy estricta y violenta, moldeándole en una temprana máquina de matar. Ahora, de adulto, trabaja llevando las cuentas de muchas de las organizaciones criminales más poderosas a lo largo del globo terráqueo, siempre al margen de la legalidad y sin sentimiento alguno de culpa. Perseguido de cerca por el Departamento Jurídico de Hacienda, Wolff acepta el encargo de investigar un caso de malversación de fondos dentro de una compañía de robótica, destapado por una joven secretaria de contabilidad. Un caso más peligroso de lo que nunca hubiera imaginado y que pronto empieza a cobrarse las primeras víctimas mortales conforme van desvelándose las primeras pruebas de delito, al mismo tiempo que el cordón de la ley se va estrechando sobre el protagonista. La cinta comienza de manera pausada, haciendo especial hincapié en la infancia de Wolff a través de esclarecedores flashbacks y sin ahondar demasiado en sus actividades delictivas. Gavin O´Connor es todo un experto en abordar conflictos familiares, sobre todo fraternales, como ya pudimos ver en las recomendables Cuestión de honor (2008) y, sobre todo, Warrior (2011) –su mejor trabajo hasta la fecha–, y aquí vuelve a darle gran importancia a los sentimientos encontrados de amor y odio que se establece entre los miembros de esta familia y que han contribuido a hacer de Wolff alguien aún más antisocial. El contable es toda una rara avis que pasa, casi sin esfuerzo, del thriller criminal al drama familiar, con toques de comedia negra, algo de anómalo romanticismo y mucha crítica hacia una sociedad demasiado movida por el poder económico y las alimañas que roban a los más desfavorecidos. Lo hace, además, con una notable contención visual que ayuda a que toda la atención recaiga sobre los actores y la historia, sin florituras efectistas que distraigan, acompañándose, eso sí, de una banda sonora de Mark Isham estupenda.
«O´Connor abandona las fórmulas matemáticas y las intrigas de despacho de la primera mitad para apostar por el entretenimiento más desinhibido, con descubrimientos insospechados y giros de guion que pretenden sorprender con cada nueva escena, dejando en suspenso la credibilidad de su historia».
El guion de Bill Dubuque se revela como una caja de sorpresas, un puzle juguetón en el que las piezas van encajando de forma, a veces, un tanto descabellada, sin miedo a que el producto final acabe cayendo en el ridículo. Por ello, asombra la seriedad con la que O´Connor y Dubuque manejan ingredientes tan dispares, así como la notable construcción de personajes, poco habitual en un producto de estas características. Ben Affleck ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera, logrando que su personaje caiga simpático al espectador, a pesar de sus escasas emociones. El de Christian Wolff es un tipo de rol tan excéntrico y llamativo, tierno y letal a partes iguales –una suerte de cruce imposible entre el Dustin Hoffman de Rain Man (Barry Levinson, 1988) y el Jason Bourne de Matt Damon–, que está por encima de la propia película y es capaz de engullir al propio Affleck. Además, para redondear la jugada, este vive un amago de romance con la encantadora Anna Kendrick –que repite los mismos tics de su aclamada interpretación en Up in the Air (Jason Reitman, 2009) en un personaje de antiguo patito feo del instituto con un cerebro privilegiado para los números, de características muy similares–. Affleck y Kendrick conforman una pareja profesional / romántica con inusitada química, al igual que el magnífico J.K. Simmons encuentra ocasiones suficientes de lucimiento en su papel de agente perseguidor de Wolff. El contable no es el típico filme hinchado de espectaculares secuencias de acción innecesarias. Estas son más bien pocas, pero están resueltas con eficacia y unas saludables dosis de sentido del humor nada chirriante, especialmente en un tramo final en el que O´Connor abandona las fórmulas matemáticas y las intrigas de despacho de la primera mitad para apostar por el entretenimiento más desinhibido, con descubrimientos insospechados y giros de guion que pretenden sorprender con cada nueva escena, dejando en suspenso la credibilidad de su historia. El resultado que queda es un thriller de lo más bizarro, a ratos desequilibrado y errático pero siempre divertido, con chistes encubiertos a costa de los superheroicos personajes que han engordado la carrera de Affleck –esa vivienda acorazada del protagonista no anda lejos de la Batcueva del Hombre Murciélago; su pasión por el coleccionismo de cómics– y con unas bases, tanto narrativas como a nivel de presentación de personajes, bien sentadas, que bien podrían convertirse en el origen de una singular nueva franquicia de acción si sus responsables se guiaran más por la creatividad que por los dividendos obtenidos en taquilla.
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Estados Unidos. 2016. Título original: The Accountant. Director: Gavin O´Connor. Guion: Bill Dubuque. Productores: Lynette Howell Taylor, Mark Williams. Productoras: WB / Electric City Entertainment / Zero Gravity Management. Fotografía: Seamus McGarvey. Música: Mark Isham. Montaje: Richard Pearson. Dirección artística: John Collins. Reparto: Ben Affleck, Anna Kendrick, J.K.Simmons, Cynthia Addai-Robinson, Jon Bernthal, John Lithgow, Jeffrey Tambor, Jean Smart, Robert C. Treveiler, Mary Kraft. PÓSTER OFICIAL de THE ACCOUNTANT.