El Festival de Cannes en los últimos años ha tenido como uno de sus nombres propios a Marion Cotillard. Aunque el premio a la mejor actriz se le resiste, ha protagonizado varias películas que han competido en su sección oficial, a veces incluso por partida doble como en la edición de este año. Junto a Solo el fin del mundo (Juste la fin du monde, Xavier Dolan, 2016), ha sido el principal reclamo de Mal de piedras (Mal de pierres, 2016). Dirigida por Nicole Garcia, cineasta poco conocida en nuestras fronteras, aborda la adaptación de la novela homónima de Milena Agus, ambientada tras la Segunda Guerra Mundial en torno a las tribulaciones de una mujer en busca del amor absoluto. La grisácea sociedad de la época no comparte su entusiasmo ideal, y tras su matrimonio de conveniencia con un granjero español (Álex Brendemühl), es internada en un hospital para curar sus piedras del riñón, donde intima con un veterano de guerra (Louis Garrel). Esta descripción encaja bien con una trama melodramática cuyo academicismo no gustó demasiado al público de la Croisette. Nuestro enviado Alberto Sáez constataba así que “se queda muy pequeña en un festival como Cannes, donde parece imposible justificar, a excepción de por su nacionalidad, cómo una película tan llana, tan simple y tan efectista ha logrado entrar en la sección oficial.” En realidad sí hay una razón clara: la mera presencia de Marion Cotillard. Para disfrutar de ella aún tendremos que esperar en nuestras salas: antes se estrenará en Francia el 19 de octubre.
