Una familia unida ante la tragedia
crítica del episodio piloto de Queen Sugar.
OWN | EEUU, 2016. Directora y guionista: Ava DuVernay, basada en la novela de Natalie Baszile. Reparto: Rutina Wesley, Dawn-Lyen Gardner, Kofi Siriboe, Tina Lifford, Omar J. Dorsey, Dondre Whitfield, Timon Kyle Durrett, Bianca Lawson, Nicholas L. Ashe, Greg Vaughan, Ethan Hutchison, Glynn Turman. Fotografía: Antonio Calvache. Música: Meshell Ndegeocello.
Nada de lo que cuentan estos 60 minutos de Queen Sugar es novedoso o rompedor. Hemos visto a personajes así en interacciones otras veces. Relaciones familiares, fraternales, sentimentales de similar temple. Lo que distingue a esta serie, o al menos lo que hace que a uno le apetezca quedarse para la siguiente entrega, es lo emotivo que se siente todo. Es difícil transmitir sentimientos en pantalla, una sensación real de emociones entre personajes que no parezcan directrices a un reparto entregado a la causa. Pero la nominada al Globo de Oro Ava DuVernay y su equipo lo consiguen en este notable episodio piloto. Hay una lograda autenticidad en Queen Sugar, ya sea porque la mayor parte del reparto no es conocido o porque están muy bien dirigidos. O ambas cosas. También por una puesta en escena pendiente a lo que pasa en el encuadre, y no al revés como suele pasar, y una inversión sin vergüenza en las emociones más duras y los sentimientos más complejos.
Porque a mitad del episodio, el mundo de los Bordelon va a estallar en mil pedazos, y la temporada se va a dedicar a hacer la crónica de cómo tres hermanos lo recomponen. Pero lo mejor de la propuesta de DuVernay es que no parece que vaya a caer en el maniqueísmo a la hora de retratar posturas ni ideas. Por ejemplo, la escena en la que la madre del joven Blue se acerca a Ralph Angel en el aparcamiento del hospital, dejando claro que la mujer es una exyonqui que quiere recuperar a su hijo. No hay condena en la mirada hacia ninguno de los dos, sino comprensión en sus actitudes. Algo similar sucede en la revelación sobre el amante de Nova. Porque se puede notar que esta narración, que ya ha sido renovada por una segunda temporada de 16 entregas, se hace pensando más en ser cinematográfica que televisiva. Esto es, tomándose su tiempo para desarrollar la historia, sin la necesidad de concatenar giros y sorpresas para enganchar a la audiencia y no perderla. Cierto es que ahí hay carambolas de guion (es demasiada casualidad que se descubra la infidelidad a la vez que el patriarca cae enfermo), pero está todo tan enraizado en las emociones –ese abrazo entre hermanas en el hospital– que funciona. Queen Sugar engancha lo suficiente como para querer seguir su el sino de sus criaturas, y lo hace porque la creadora adapta con libertades una novela para hablar de la vida en Louisiana y la realidad de los afroamericanos. Y lo hace con sensibilidad y tacto, y centrándose en uno de los pilares del relato desde el principio de los tiempos: la familia. (75/100)