Nostálgica celebración Trekkie
crítica de Star Trek: Más allá (Star Trek Beyond, Justin Lin, EE.UU., 2016).
50 años. El próximo 8 de septiembre se cumplirá, nada más y nada menos, medio siglo desde que aterrizase en la NBC el primer episodio de Star Trek, una serie que revolucionó la televisión y se convirtió en germen de una de las franquicias más relevantes dentro del género de la ciencia ficción. Su visionario creador, Gene Roddenberry, tuvo que ver como la cadena rechazaba su primer piloto entregado en 1966, pero, lejos de tirar la toalla, realizó un lavado de cara que sí tuvo luz verde para inaugurar un serial que duró solo tres años, dejando a millones de seguidores, denominados trekkies, huérfanos de las aventuras estelares de la nave Enterprise y su “continua misión de explorar extraños, nuevos mundos, y de buscar nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, viajando audazmente a donde nadie ha llegado antes”. Tuvo que emerger George Lucas y el monumental boom de su Star Wars en 1976 para que Paramount Pictures se decidiera desempolvar el universo de Roddenberry y poner en marcha Star Trek: La película (Robert Wise, 1979), cinta que, pese a su generosidad de medios y un acabado formal excelente, fue muy mal recibida por los fans, debido a su tono serio. Sin embargo, la suerte sí acompañó a la segunda aventura cinematográfica del capitán Kirk y su tripulación, y Star Trek: La ira de Khan (1982), además de contentar a los trekkies más exigentes, supo atraer a una nueva generación de espectadores que cayó cautivada ante la mezcla de acción, fantasía y humanismo de su historia. Desde entonces, distintas entregas han ido pasando (con desigual fortuna) por las carteleras –así como se crearon diferentes spin-off televisivos–, arribando el momento en que los actores originales William Shatner, Leonard Nimoy, DeForest Kelley y compañía, tuvieron que pasar el testigo a Patrick Stewart como el Capitán Picard (tras la muerte de Kirk en combate) al frente del Enterprise en Star Trek: La próxima generación (David Carson, 1994), inaugurando una etapa más dinámica que culminaría con el fracaso crítico de Star Trek Némesis (Stuart Baird, 2002). Parecía que la historia ya no daría para más y que había llegado la hora de que la nave espacial por antonomasia apagara sus motores para siempre, pero...
… J.J. Abrams, uno de los productores y realizadores más intuitivos del nuevo Hollywood, artífice de series de culto como Lost o Fringe y de aclamadas películas como Misión Imposible 3 (2006) o Super 8 (2011), se puso al frente de una de las empresas más suicidas de los últimos años: un reboot de la saga de Roddenberry que, debidamente actualizada, funcionaría más como continuación de las películas clásicas que como remake, gracias a la existencia de diferentes líneas de tiempo paralelas que hacen posible que podamos tener en escena al Dr. Spock interpretado al mismo tiempo por el mítico Leonard Nimoy y por su sucesor Zachary Quinto. Star Trek (2009) se reveló como una Space Opera frenética y emocionante, que supo resultar atractiva a quienes no estaban familiarizados con los personajes clásicos, presentando los inicios de la creación de la célebre tripulación del Enterprise. Chris Pine y Zachary Quinto trascendieron de su imagen juvenil y atractiva para ser unos Kirk y Spock de lo más convincentes, mientras que Karl Urban, Simon Pegg, Zoe Saldana, John Cho y Anton Yelchin también lo bordaron como el malhumorado McCoy, el ingeniero Scotty, el oficial y piloto Sulu, Uhura y Pavel Chekov, respectivamente. Crítica y público se rindieron ante las bondades de un blockbuster en el que muchos quisieron ver un anticipo de las verdaderas intenciones de Abrams: pasarse al universo galáctico rival, el de Star Wars, ese de quien el director confesó sentirse más cerca desde niño y de cuyo espíritu parecía beber esta nueva generación de Star Trek. Ésto no sucedería hasta después de rodar una continuación mucho más madura y oscura, que también fue muy bien recibida: Star Trek: En la oscuridad (2013), con un Benedict Cumberbatch espléndido en su encarnación de Khan, el villano más celebrado de la serie. La salida de J.J. Abrams como director de la franquicia (pese a que continúe ejerciendo las labores de productor) para tratar de insuflar de nueva vida a la vieja saga de George Lucas con Star Wars: El despertar de la fuerza (2015) –algo que, vista su millonaria recaudación, logró, pese a que, a nivel argumental, no sea mucho más que una repetición de lo visto en el episodio 4–, dejó libre una silla que, para Star Trek: Más allá (2016), ha sido ocupada por Justin Lin, el que fuese responsable del triunfal cambio de rumbo de la franquicia Fast & Furious desde la tercera entrega hasta la sexta, más centradas en ser thrillers de acción de altos vuelos que las películas de carreras de coches ilegales inciales.
«Resulta todo un acierto romper momentáneamente ese tándem Kirk-Spock tan explotado en los anteriores filmes para emparejar al vulcaniano con McCoy durante la mayor parte del metraje, propiciando instantes divertidísimos a costa de la conocida antipatía ambos que se profesan. En este sentido, la química cómica que demuestran Zachary Quinto y Karl Urban supone toda una revelación».
Estamos pues, ante el título número 13 de la saga cinematográfica sobre Star Trek, realizada –además de para aprovechar el éxito de sus dos antecesoras– como homenaje conmemorativo por las cinco décadas de vida de sus personajes. La elección de Lin como director ha terminado siendo todo un acierto, ya que, a su comprobada buena mano para las escenas de acción, hay que añadir esa sensibilidad trekkie que el cineasta comparte con Simon Pegg, responsable del guion de esta entrega. Un amor por el serial original que queda patente a través de numerosos guiños –hay uno fotográfico especialmente emotivo– y en un tono mucho más desenfadado y ligero que los de las cintas de Abrams. Dentro de su vocación nostálgica y deconstructiva, Star Trek: Más allá puede vanagloriarse de ser el capítulo más gamberro e hilarente hasta la fecha, repleto de ese humor geek que Pegg le imprime a los diálogos, y que contiene algunas de las set pieces más vibrantes y virtuosas del año –los 185 millones de dólares de presupuesto se aprecian en pantalla, desde luego–. Valgan como ejemplos el espectacular abordaje al Enterprise por parte de esa raza alienígena que ataca en forma de enjambre y que culmina con la nave insignia de la Flota Estelar destrozada y los supervivientes desperdigados a lo largo de un planeta hostil; la escena que tiene como protagonista a Chris Pine a lomos de una motocicleta –Lin sacando su lado más Fast & Furious– y, sobre todo, el electrizante clímax final, con el villano Krall –magnífico e irreconocible Idris Elba– tratando de atentar contra la Federación, con el escenario de esa impresionante urbe futurista en donde se subvierte cualquier ley de la gravedad. El filme supera todas las expectativas como entretenimiento de primer orden, con acción muy bien rodada (y coreografiada con inventiva), unos efectos especiales apabullantes y todo ese amplio abanico de criaturas alienígenas (asombrosa labor de caracterización y maquillaje, que hace que incluso Sofia Boutella resulte entrañable como Jaylah, la nueva incorporación al equipo) que acostumbra la serie. Todo ello aderezado con una sobresaliente labor de Michael Giacchino en la banda sonora, tanto cuando versiona al gran Jerry Goldsmith como en sus composiciones más épicas. La cuestión que quedaba en el aire era si, además de espectáculo, la nueva Star Trek sería capaz de aportar nuevas cosas a lo visto anteriormente, sobre todo, en lo que concierne a la evolución de sus personajes. La respuesta es un rotundo sí.
Chris Pine hace suyo del todo el papel del Capitán Kirk, que se encuentra sumido en la encrucijada existencial que implica la madurez y el astío provocado por los años que lleva al mando de su tripulación. En esta secuela, Kirk se plantea abandonar la primera línea de fuego por un trabajo en los despachos, cuestionándose si sus misiones de cinco años de duración a los confines del espacio le compensan de verdad. Al mismo tiempo, Spock también acaricia la posibilidad de abandonar el Enterprise para ayudar a reconstruir un nuevo Vulcano, floreciendo en él sentimientos humanos como el amor o el compañerismo, tan alejados de la frialdad característica de su naturaleza vulcana. Resulta todo un acierto romper momentáneamente ese tándem Kirk-Spock tan explotado en los anteriores filmes para emparejar al vulcano con McCoy durante la mayor parte del metraje, propiciando instantes divertidísimos a costa de la conocida antipatía ambos que se profesan. En este sentido, la química cómica que demuestran Zachary Quinto y Karl Urban supone toda una revelación. Podemos respirar tranquilos y afirmar que Star Trek: Más allá, lejos de quedarse en la superficie de la acción vacua, continúa apostando por el carisma de sus personajes y las relaciones de camaradería y sentimentales (como ya intuíamos, Sulu comparte su vida con una persona de su mismo sexo, abriendo las puertas a la normalización dentro de este tipo de productos) que entre ellos se establecen durante sus viajes. No es, como muchos temían viendo los primeros tráilers, un paso en falso respecto a lo construido por J.J. Abrams, sino un necesario (y enérgico) empujón final para una saga que, en estas últimas entregas, ha alcanzado una regularidad a prueba de bombas que hace que nos quedemos con ganas de más misiones intergalácticas cada vez que aparecen los créditos finales. Su continuación depende tan solo de los beneficios que obtenga en taquilla, ya que de calidad y de ideas Star Trek aún anda sobrada. | ★★★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Estados Unidos. 2016. Título original: Star Trek Beyond. Director: Justin Lin. Guion: Simon Pegg, Doug Jung, Roberto Orci, John D. Payne, Patrick McKay (Personajes: Gene Roddenberry). Productores: J.J. Abrams, Bryan Burk, Roberto Orci. Productoras: Paramount Pictures / Bad Robot / Skydance Productions. Fotografía: Stephen F. Windon. Música: Michael Giacchino. Montaje: Greg D´Auria, Dylan Highsmith, Kelly Matsumoto, Steven Sprung. Diseño de producción: Thomas E. Sanders. Reparto: Chris Pine, Zachary Quinto, Karl Urban, Zoe Saldana, Simon Pegg, John Cho, Anton Yelchin, Idris Elba, Sofia Boutella, Joe Taslim, Lydia Wilson, Anita Brown, Shohreh Aghdashloo.