La presidenta humillada
crítica de la quinta temporada de Veep.
HBO / 5ª temporada: 10 capítulos | EE.UU, 2016. Creador: Armando Iannucci. Directores: Chris Addison, Becky Martin, Dale Stern, Brad Hall, Maurice Marable, David Mandel. Guionistas: David Mandel, Georgia Pritchett, Will Smith, Lew Morton, Steve Koren, Alex Gregory, Peter Huyck, Sean Gray, Billy Kimball, Rachel Axler, Erik Kenward, Jim Margolis. Reparto: Julia Louis-Dreyfus, Anna Chlumsky, Tony Hale, Reid Scott, Matt Walsh, Timothy Simmons, Sufe Bradshaw, Gary Cole, Kevin Dunn, Sam Richardson, Sarah Sutherland, Hugh Laurie, Phil Reeves, Clea DuVall, John Slattery, Diedrich Bader, Martin Mull, Dan Bakkedahl, Kathy Najimi, Peter MacNicol. Fotografía: Tim Bellen. Música: Rupert Gregson-Williams & Christopher Willis.
Armando Iannucci ya no trabaja en Veep, y algo se nota. Afortunadamente no mucho, pero se nota. Su sustituto es David Mandel, guionista de Seinfeld (1989-1998) o Larry David (2000-), que ha puesto en pie una sala de escritores casi nueva (sólo persisten tres de los antiguos empleados) y ha abierto el cupo de directores a algunas nuevas presencias americanas, ya que Iannucci trabajaba con un equipo mayoritariamente británico. Vista su primera temporada al mando, se puede decir que por el camino se ha perdido algo de sutileza, pero el resultado final sobrevive porque se nota que hay respeto a lo anterior, cuidado para no desvirtuar los logros y también una buena ración de talento. Mandel y su equipo toman el complicado testigo del creador, que dejó la cuarta temporada con un monumental cliffhanger tras ingeniar un empate entre nuestra protagonista y uno de sus oponentes a la presidencia, y dedica los diez episodios a resolver poco la situación, hasta rematarla con un giro magistral que nos lleva en una dirección completamente nueva y excitante, renovada ya la serie por una sexta temporada desde hace tiempo. El motor de la serie es que Selina nunca puede conseguir del todo lo que quiere. Su felicidad será siempre pasajera, si es que la logra en algún momento. Ya no es vicepresidenta, ni lo volverá a ser, pero ser la primera mujer presidenta sin lograrlo en las urnas es una fuente constante de frustración para ella y comedia para nosotros. Comedia misántropa a más no poder, no distingue entre Ellos y Ellas a la hora de lanzar o recibir dardos y hace del vitriolo su razón de ser. El nuevo jefe ha mantenido ese ambiente de humillación y ridiculez, pero también ha suavizado algunas aristas –varios intereses amorosos, una cierta justificación del agrio carácter de la protagonista–, rebajando así la insobornable aspereza de una comedia hecha sin hacer amigos. La diversión persiste, y se nota que el impecable reparto está cómodo en sus roles y disfrutan mucho esa coreografía de insultos y desplantes, de manera que el nivel de excelencia no baja en exceso.
La resolución del empate electoral llevará su tiempo, así que nuestra protagonista debe seguir gobernando un país que en parte no la quiere y apagando múltiples fuegos en su gabinete, una verdadera caravana cómica y vodevilesca de intereses cruzados, trabajadores incompetentes y situaciones inesperadas. Desde piratas informáticos chinos hasta una relación con un gigante de las finanzas, Selina (una magnífica Julia Louis-Dreyfus, que sigue sacando registros nuevos tras cinco años) y su equipo lidian con todo lo que se les va presentando como ellos saben, indecisión tras indecisión hasta que la lógica y la falta de tiempo les obliga a hacer algo. El mérito de los guionistas reside en hilvanar todas las subtramas y servir hasta una decena de personajes fijos y otros tantos recurrentes con material para tener siempre una razón de ser en las escenas y una ocurrencia divertida. Lo admirable de Veep es lo escrupulosa que es con las decisiones que los personajes toman y los caminos a los que éstas conducen. Esto puede sonar a aburrido o rutinario, pero la energía cómica de todos los implicados hace que la serie se mantenga tan fresca y original como el primer día, y no se puede negar que una nueva hornada de creativos tiene que ver bastante en ello, aunque el mejor cumplido para su trabajo es decir que la transición apenas se nota. Quizá algunas tramas estén demasiado influenciadas por un tono de enredo puramente de sitcom (el lío con los mandatarios chinos y la sombra del incesto ó la discusión que lleva a sexo furioso), pero en general la comedia funciona.
Y esta temporada además cuenta con una joya sabiamente relegada al segundo plano hasta el momento oportuno. Durante toda la temporada, el personaje de Catherine se dedica a grabar un documental sobre la peculiar situación de su madre como presidenta pendiente de un recuento, un elemento narrativo que muchos fans creían iba a acabar convirtiéndose en fenómeno viral y haciendo daño a la mujer. La solución de los creativos es mejor: mostrar el documental como un episodio más, respetando el formato y tono de un documental real. Así, Kissing Your Sister (5.9) es uno de los mejores episodios de lo que llevamos de año, ya que en apenas 30 minutos logra resumir la temporada y no sólo ofrecer hechos conocidos desde otra perspectiva sino además descubrir nueva información para el espectador. Siempre con la meta en hacer reír lo más posible, de ahí que el final de temporada se revele que la grabación se ha perdido misteriosamente, y sólo la privilegiada audiencia la ha visto. Y en ese final de temporada es donde llegan las múltiples piruetas de la humillación más absoluta e hilarante, que convierten a Selina en la primera mujer presidenta y también en una de las personas que menos tiempo ha estado en el cargo. La sustituye una mujer que se lleva uno de sus méritos y cuyo nombramiento implica el destierro de casi todos los personajes de la Casa Blanca. Es una combinación asombrosa de humor y emoción la conseguida en el último episodio, que lanza a Veep en una nueva dirección y deja con ganas automática de saber más sobre la nueva vida de Selina Meyer y su equipo. ¿Cómo sobrevivirá en Washington ese grupo de ratas políticas? La respuesta en unos meses, e imaginamos que será una inclemente y muy divertida. | ★★★★ |
Adrián González Viña
© Revista EAM / Sevilla