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crítica de la sexta temporada de Juego de tronos.
HBO / Game of thrones / 6ª temporada: 10 capítulos | EE.UU, 2016. Creadores: David Benioff & D.B. Weiss. Directores: Jeremy Podeswa, Daniel Sackheim, Jack Bender, Mark Mylod, Miguel Sapochnik. Guionistas: David Benioff, D.B. Weiss, Bryan Cogman, Dave Hill. Reparto: Peter Dinklage, Nikolaj Coster-Waldau, Lena Headey, Emilia Clarke, Kit Harington, Liam Cunningham, Maisie Williams, Aidan Gillen, Natalie Dormer, Carice van Houten, Sophie Turner, Nathalie Emmanuel, Conleth Hill, Alfie Allen, John Bradley, Dean-Charles Chapman, Gwendoline Christie, Isaac Hempstead-Wright, Kristofer Hivju, Michiel Huisman, Hannah Murray, Jonathan Pryce, Iwan Rheon, Tom Wlaschiha, Iain Glen, Jacob Anderson, Faye Marsay, Hafþór Júlíus Björnsson, Gemma Whelan, Diana Rigg, Daniel Portman, Julian Glover, Ellie Kendrick, Max von Sydow. Fotografía: Gregory Middleton, Jonathan Freeman, Anette Haellmigk, P.J. Dillon, Fabian Wagner. Música: Ramin Djawadi.
Por primera vez en su exitosa historia, una temporada de Juego de tronos tenía la misión de resarcir la temporada anterior. La quinta tanda, sin duda la peor de la serie hasta la fecha pero irónicamente la merecedora no sólo de doce Premios Emmy sino del máximo galardón a Mejor drama de 2014-2015, había dejado un sabor de boca amargo en conocidos y extraños, aunque se despidiera con una imagen memorable y comentada hasta la extenuación. Tras meses y meses de noticias, informaciones filtradas y teorías que rizaban el rizo, llegó la temporada que nos ocupa, de entrada decimos que magnífica, y despejó cualquier duda sobre la grandeza de una serie absolutamente única. Un fenómeno mundial en el mundo de la televisión que despierta unas pasiones universales, y que además se presentaba con el complicado reto de ser la primera tanda de episodios que no adaptaba un material literario de George R.R. Martin ya publicado, aunque varias declaraciones de los creadores han dejado claro que algunas de sus decisiones en esta decena de capítulos provienen del libreto aún sin publicar del autor. Sea como fuere, esto es una serie de televisión y así debe valorarse, una que además se pone como reto la complicada tarea de hacer que cada una de sus escenas y momentos, por breves que sean, sean importantes y tengan algo que añadir a la historia general que se lleva contando ya durante 60 episodios. Y es que drama, comedia, acción, suspense, violencia y fantasía funcionando sin tacha.
Porque esto más que una serie es una gigantesca película que dura años, una única historia contada a través de sus múltiples ramificaciones, la lucha por el Trono de Hierro, por el poder absoluto. Una batalla donde cada avance cuesta sangre y sudor, donde cada personaje está destinado a sufrir, y donde el mayor enemigo suele encontrarse muy cerca. Pero no es sólo una sucesión de maquinaciones rellenas de perfidia, sino un viaje emocional, que tiene como potente base sentimientos plenamente reconocibles y personajes que actúan en base a los mismos, ya que la vida medieval que describe la serie elimina concepciones modernas que limitarían determinados comportamientos. Aquí hay cinismo pero también honorabilidad, se tienen en cuenta las apariencias pero los personajes suelen ser transparentes en sus intenciones (con excepciones como las del artero Meñique). Se vive casi siempre en las esferas más altas, y los guionistas tienen la suprema habilidad como narradores de hacer que cada visita a esas alcobas esté cargada de interés. Aunque dicho esto no se puede negar que la narrativa de la serie, más que nada por la acumulación de tantos y tantos sucesos, es irregular, y su manera de jugar con los tiempos –se condensan o aceleran las subtramas a excesivo capricho–dudosa. Personajes y tramas son deliberadamente lentas para que lleguen al momento climático cuando David Benioff & D.B. Weiss así lo deseen, y hay presencias introducidas o recuperadas para no darles mucho que hacer, porque ahora no toca su momento de gloria. El regreso del Perro, toda la historia situada en las Islas de Hierro o los viajes de Sam y Gilly son un gran ejemplo de esta tendencia, que también hace que se caigan en arcos repetidos, como toda la trama de Daenerys (una Emilia Clarke cada vez más estólida) hasta su sorprendente regreso a Mereen. A la larga esto le ha hecho un flaco favor a Juego de tronos porque así deviene en simple, y por ello indigna de su habitual grandeza. Los guionistas saben esto, y compensan con el resto de los frentes, con unos diálogos cargados de humor e inteligencia y una capacidad para jugar con las expectativas de la audiencia que descoloca a cada paso. Cuestiones como el misterio sobre la madre de Jon Nieve, la prueba de fe de Melisandre (grandiosa Carice van Houten) o el papel de Bran como el nuevo Cuervo-De-Tres-Ojos y muchas más han sido abordadas en estos episodios, lo cual pone de manifiesto que aquí la historia continúa sin interrupciones ni tiempos muertos.
«Mención aparte merece el generoso segmento de batalla que da título a Battle of the Bastards (6.9), un prodigio de planificación y montaje que por momentos logra desplazar al espectador al campo de batalla, a ese pelotón de cuerpos, sangre y barro que parece que está perdida de antemano».
Resuelta la cuestión sobre la muerte de Jon Nieve, una de las más discutidas de la historia de la serie, continúan propiamente las historias en cada lugar de los Siete Reinos. Lo que en esencia convierte esta temporada en superior a la anterior, y una de las mejores de la serie, es que ha equilibrado mejor sus puntos de mayor y menor interés y ha dejado por el camino instantáneas y momentos inolvidables. La ambición es cada vez mayor por parte del equipo creativo, lo cual se traduce en asumir más riesgos y explorar territorios nuevos. Las escenas de The Broken Man (6.7), episodio que revela que el Perro sobrevivió tras ser abandonado por Arya, que recogen la vida de un grupo de gente que vive sin complicaciones ni maquinaciones, toda la subtrama de la compañía teatral que interpreta la muerte de Joffrey o los impecables 15 primeros minutos de The Winds of Winter (6.10), sin apenas diálogo y con mucha música, son ejemplos de esto, y sirven en última instancia para probar la valía como narradores visuales y emocionales de todos los implicados. La gran novedad es que por fin se puede apreciar en Juego de tronos, vista la temporada, que se acerca el fin. Las despedidas, literales y metafóricas (muertes), son más frecuentes que nunca, y sentencias como la icónica frase de Arya ante Jaqen H'ghar o los momentos entre Daenerys y sus guerreros enamorados, que dan la sensación de finitud. Ayuda a esto un reparto repleto de carisma y talento, que da vida a las complicadas existencias de sus siempre interesantes personajes.
Mención aparte merece el generoso segmento de batalla que da título a Battle of the Bastards (6.9), un prodigio de planificación y montaje que por momentos logra desplazar al espectador al campo de batalla, a ese pelotón de cuerpos, sangre y barro que parece que está perdida de antemano hasta que la astucia previsora de Sansa salva la situación. Y es que si esta tanda de episodios será recordada es porque vista como un Todo se revela un ADN puramente feminista, con varios personajes femeninos completamente empoderados y en literales posiciones de poder cuando llegan los créditos del último capítulo. Tiene mucho mérito haber logrado esto es una serie ambientada en una sociedad donde Ellas lo tienen mucho más complicado, pero la maestría del denso trenzado de tramas y subtramas que han ido llevando a esos puntos climáticos reside en que esto ha sucedido delante de nuestras caras, y su mecánica interna es sólida. Movidas por sentimientos como la venganza o la pérdida, estas mujeres van a la batalla. Una batalla final que se presenta en dos temporadas más cortas –se habla de siete y seis episodios más respectivamente– y que se anuncia como la gran conclusión que la audiencia lleva mucho esperando. “El invierno ha llegado”, dice uno de los personajes en el final de temporada. Pues que los futuros enfrentamientos, que se prevén feroces, traigan el calor. La cuenta atrás para el principio del fin comienza, y la espectacular música de Ramin Djawadi nos envuelve hasta llevarnos al éxtasis televisivo. | ★★★★ |
Adrián González Viña
© Revista EAM / Sevilla