«I know who I am», murmura Jason Bourne tras unos segundos de sonido de ventilador en el excitante tráiler de la quinta entrega de una de las series de acción más populares de todos los tiempos. Y es que el agente más letal de la CIA está de vuelta. Y su nueva película lleva su nombre por título, quizá para distanciarse lo más posible del relativo fracaso que supuso el intento de continuar la saga Bourne sin Bourne en El legado de Bourne (Tony Gilroy, 2012) pese a contar con el director de Michael Clayton (2007) y una estrella en potencia de la talla de Jeremy Renner como protagonista. Probablemente, ni Clayton ni Renner constituían el problema, pues este no radicaba en quiénes eran, sino en quiénes no eran. Y no eran Paul Greengrass y Matt Damon, culpables del éxito crítico y comercial de El mito de Bourne (2004) y El ultimátum de Bourne (2007), segunda y tercera entregas de una impresionante serie iniciada hace ya catorce años con El caso Bourne (2002). El primero regresa tras brillar más que nunca con Capitán Phillips (2013); el segundo, tras recorrer el espacio con el Interstellar (2014) de Christopher Nolan y el Marte (2015) de Ridley Scott. Casi nada.
Entre la tercera entrega y los éxitos recién mencionados, Greengrass y Damon habían colaborado nuevamente en Green Zone: Distrito protegido (2010), un irregular proyecto de ciencia-ficción que poco tiene que ver con la palpitación a la que sus incursiones en el mundo de Bourne nos tienen acostumbrados. Junto a ellos regresa, por cierto, Julia Stiles, además de la flamante ganadora del último Óscar a mejor actriz secundaria Alicia Vikander (La chica danesa, 2015), así como Tommy Lee Jones (que también tiene el suyo gracias a El fugitivo, 1993) y el siempre inquietante Vincent Cassel. Respecto al plano técnico, Barry Ackroyd, director de fotografía habitual de Greengrass, se adentra curiosamente por primera vez en la franquicia, mientras que otro de sus colaboradores fijos, Christopher Rousse, repite al mando de la que posiblemente sea la labor más crucial de la saga: el montaje. Por dicha labor se alzó en 2008 con el Óscar gracias precisamente a El ultimátum de Bourne, la entrega más redonda de esta, por el momento, tetralogía. Pero esta vez se atreve a dar un paso más, firmando el guion junto a los propios Greengrass y Damon (quienes, al igual que él, se estrenan en la adaptación de la popular obra de Robert Ludlum). Resumiendo: Jason Bourne no podría estar en mejores manos. O eso parece. El 29 de julio comprobaremos dónde desemboca todo esto.
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Tráiler en castellano
