Un irregular comienzo
crítica del episodio piloto de The girlfriend experience.
Starz | EE.UU, 2016. Directora: Amy Seimetz. Guión: Lodge Kerrigan & Amy Seimetz. Reparto: Riley Keough, Kate Lyn Sheil, Paul Sparks, Mary Lynn Rajskub, Andy McQueen, Taso Alexander, Shaun Benson, Emily Coutts, Briony Glassco, Darren Keay. Fotografía: Steven Meizler. Música: Shane Carruth.
Steven Soderbergh, productor de esta serie “sugerida” a raíz de su película homónima de 2009, ha dicho en más de una ocasión que más que ante una serie estamos ante una película de seis horas y media, con lo cual no es extraño que Starz haya decidido acompañar al estreno televisivo con la difusión online de la temporada al completo, para el que prefiera verla así. Como episodio piloto, Entry tiene sus problemas, pero pensado como parte de esa lógica de película larga, quizá sea mejor de lo que parece a primera vista. Dedica sus 27 minutos de metraje a introducir sin hacer excesivos énfasis al personaje de Christine, estudiante de derecho en plenas prácticas y con la clara ambición de trabajar para los mejores. Tanto su nombre como su pseudónimo, Chelsea, nos recuerdan al personaje de la película al que dio vida con eficacia Sasha Grey, pero ahí acaban las conexiones. Lo que los creadores y directores Amy Seimetz y Lodge Kerrigan están haciendo es esencialmente lo que la gente esperaba que Soderbergh hiciera y no hizo: explorar el mundo de la chicas de compañía de lujo, aquéllas capaces de embolsarse miles de dólares por dar sexo y compañía a hombres pudientes, esa “experiencia de tener novia” a la que alude el título.
Antes de llegar a ser Chelsea, Christine verá cómo su mejor amiga Avery disfruta de esos lujos, un claro contraste con su vida llena de prisas y autoexigencia. Una escena con un ligue de bar basta para establecer su relación con el sexo, y la descripción de una vida puramente americana (ese no parar, querer tenerlo todo, agradecer la competencia, querer distinguirse enseguida) que se enfatiza más en la etapa de la veintena, donde además uno se cree indestructible. El tono elegido para contar esto es frío, helado, puede que demasiado, y busca establecer distancia con las aristas más inflamables y sustraer el componente moral (¿en realidad moralista?, una pregunta interesante que hacerse cada uno) de la realidad que cuenta. Aunque el tiempo está bien aprovechado y los puntos principales de la historia presentados con naturalidad, no pasan cosas lo suficientemente interesantes como para querer volver a los 12 episodios restantes de entrada. Si se hace, y este crítico lo hará, es porque existe fe en los responsables de la propuesta y porque Riley Keough apunta maneras de interpretación sobresaliente. La música la firma el talentoso Shane Carruth, aunque parece venir de Cliff Martínez –quizá un prejuicio por la firma productora de Soderbergh–, lo cual no es un cumplido para Carruth, aunque la melodía sea buena. Y es que está todo ahí, todos los elementos necesarios para enganchar a la audiencia y una apuesta visual más cinematográfica que televisiva, pero la realidad es que de una vez no lo logra, que no basta con este primer episodio para sucumbir a los encantos. Hay potencial, eso seguro, y la libertad que da la cadena para trabajar asegura que la serie tendrá su propia entidad como proyecto, fuera de excesivos controles de contenido o guión. ¿Será entonces The girlfriend experience un plato de lenta cocción o una dolorosa decepción? Sólo el tiempo lo dirá, por lo que lo único que queda entonces por hacer es seguir viéndola. [65/100]