La histeria llama a la histeria
crítica de American Crime Story: The People v. O.J. Simpson / Primera temporada.
FX / 1ª temporada: 10 capítulos | EE.UU, 2016. Creadores: Scott Alexander & Larry Karaszewski, basados en el libro The Run of His Life: The People v. O.J. Simpson, de Jeffrey Toobin. Directores: Anthony Hemingway, Ryan Murphy, John Singleton. Guionistas: Scott Alexander, Larry Karaszewski, D.V. DeVicentis, Joe Robert Cole, Maya Forbes, Wally Wolodarsky. Reparto: Sterling K. Brown, Cuba Gooding Jr., Bruce Greenwood, Sarah Paulson, David Schwimmer, John Travolta, Courtney B. Vance, Nathan Lane, Kenneth Choi, Christian Clemenson, Chris Bauer, Selma Blair, Jordana Brewster, Garrett M. Brown, Dale Godboldo, Jessica Blair Herman, Evan Handler, Cheryl Ladd, Rob Morrow, Robert Morse, Steven Pasquale, Leonard Roberts, Malcolm-Jamal Warner, Connie Britton, Bonita Friedericy. Fotografía: Nelson Cragg. Música: Mac Quayle.
Pocos proyectos televisivos han despertado tanta curiosidad en los últimos años. Cuando se supo que el dúo Scott Alexander & Larry Karaszewski (firmantes de auténticas maravillas en el mundo del biopic poco ortodoxo como Ed Wood (Tim Burton, 1994), El escándalo de Larry Flynt (The People vs. Larry Flynt, Milos Forman, 1996) o Man on the Moon (Milos Forman, 1999) y también de algunas películas más discretas) iban a llevar el juicio de O.J. Simpson al formato miniserie en FX bajo la producción de Ryan Murphy y Brad Falchuk, las alarmas de cinéfilos y seriéfilos saltaron para tratar de procesar la información, que chocaba como agua y aceite. El fichaje de John Travolta o David Schwimmer –regresos triunfales a la pequeña pantalla en distinto grado– terminó de alzar las expectativas. Vista la primera temporada de esta serie limitada, hay bastante más Murphy que Alexander & Karaszewski, pero el resultado no es nada desdeñable. Desde la noche en que los agentes de policía descubren los cadáveres de Nicole Simpson y Ronald Goldman hasta los días posteriores a la absolución de O.J. Simpson tras un juicio increíble, esta decena de episodios ha querido funcionar –y a ratos lo ha conseguido– como metáfora racial, testimonio de la disparidad de tratamiento de género y crítica a los imperios mediáticos que algunas personas construyen alrededor de su propia vida, amén de una triste crónica de una desgracia anunciada (Simpson cumple condena desde 2008 por otro crimen).
De entrada, digámoslo ya, lo mejor de American Crime Story: The People v. OJ Simpson es una de las marcas de la casa: el gran trabajo interpretativo que contiene. No todos están igual de bien, algo inevitable con una propuesta tan coral, pero los trabajos de Sterling K. Brown, Sarah Paulson, John Travolta, Courtney B. Vance, Nathan Lane y Kenneth Choi son sobresalientes, perfectos, cargados de humor e intensidad cuando toca cada cosa. Creíbles, en definitiva, algo que a veces le falta al previsto plato fuerte de la propuesta, el oscarizado Cuba Gooding Jr. como O.J. Simpson, en una interpretación que peca de excesiva. Veremos a este elenco en las nominaciones de los Emmy de este año y puede que recogiendo algún que otro galardón, seguro. Respecto al estilo, el cuidado por el detalle y las fabulosas ideas coloridas aquí no pueden tener cabida, pero sí la cámara ingrávida que recorre los espacios y la imagen rodada al hombro para recoger el nervio de todo lo que pasa. Estamos aquí ante un grupo de personajes en constante estado de crispación, y la pauta visual que Murphy establece desde el primer capítulo y que siguen los otros directores Anthony Hemingway y John Singleton, sirve para reflejarla, aunque también se esté convirtiendo en un lugar común dentro de sus producciones.
«La crónica de este crimen americano, con sus momentos climáticos (los guantes, el testimonio de Mark Fuhrman) y sus instantes de calma en los hogares de los implicados en el proceso legal, está hecha para triunfar, con todo lo bueno y lo malo que eso supone».
La cuestión aquí no es demostrar la inocencia o culpabilidad del acusado, por lo que no hay flashbacks que recreen el crimen ni confesiones esporádicas. En la intimidad de sus reuniones privadas, los personajes aquí ficcionados dicen lo que mantuvieron en público, pero en realidad el tono de la serie y la manera en que orquesta sus momentos climáticos se acaba decantando más, lo admitan sus responsables o no, por la idea de que Simpson los mató. De hecho, la sabiduría de la interpretación de Gooding Jr., en sus momentos más calmados, reside en alternar lo amenazante con lo infantil, el peso de la posible culpabilidad con la impotencia ante la posible injusticia que se comete contra su persona. Para los creativos el juicio trata sobre mucho más, tiene potencial de hablar del todavía presente y candente problema racial en Estados Unidos y la manera en que los medios tratan a las mujeres en posiciones de poder. Marcia Clark (de nuevo, una Paulson excelsa) ha sido la figura redimida en todo este proyecto, ya que la distorsión entre su imagen pública durante el proceso ysus circunstancias personales no podía ser más distinta. Gente como Johnnie Cochran o Robert Shapiro no salen muy bien parada, pero hay que tener en cuenta las tensiones de un caso que estuvo un año juzgándose y que cada parte vio como una oportunidad para lograr algo distinto.
Los responsables aprovechan el tener diez episodios para poder cubrir varios aspectos del proceso y su repercusión mediática. La libertad que FX da en cuanto a metraje –los capítulos van de 40 a 64 minutos– también ayuda, de ahí que haya un episodio centrado en el confinamiento del jurado, otro en la importancia de ser negro para el juicio u otro enteramente dedicado al intento de huida que Simpson protagonizó cuando iba a ser arrestado. Y es que el juicio fue un circo, y si le damos credibilidad a todo lo que narra American Crime Story: The People v. O.J. Simpson, uno de cinco pistas. La fama del acusado, las tensiones raciales, las dudas sobre la corrupción de la policía, los parásitos que sacaron partido mediático, los egos de los abogados defensores y varias cosas más que confluyeron para crear una especie de tormenta perfecta. El problema reside en que la histeria de base parece haber llamado a la histeria de las formas, así que todo es una sucesión de momentos de impacto, sorpresas o instantes cargados de dramatismo hasta que el espectador se agota. O se aburre. Son las consecuencias adversas de dramatizar hechos reales, una operación que el dúo de creadores ha hecho muy bien a veces pero que aquí funciona peor. No es que arruine la serie, ni mucho menos, pero a veces se agradecería algo más de mesura, sobre todo si se quiere que nos tomemos en serio lo contado. Con todo, el resultado final de esta conjunción de diversos elementos es notable. Los 20 años de distancia respecto a los hechos le han sentado bien a una propuesta que toca algunos nervios muy sensibles y que ha tenido un éxito considerable, casi como una extraña repetición del éxito televisivo del juicio en sí. La crónica de este crimen americano, con sus momentos climáticos (los guantes, el testimonio de Mark Fuhrman) y sus instantes de calma en los hogares de los implicados en el proceso legal, está hecha para triunfar, con todo lo bueno y lo malo que eso supone. Interpretaciones magistrales junto a planos de reacción de los personajes puramente amarillistas, envueltos en inflamadas discusiones sobre problemas sociales que no profundizan en demasía, sino que enseñan y verbalizan en voz alta. De American Crime Story: The People v. O.J. Simpson se puede sacar más de una lección, tanto en su faceta de serie como en la historia que narra. Los carteles finales, que narran a grandes rasgos lo que pasó con los protagonistas, dan una idea de lo que los creativos han querido lograr con este producto. Uno que funcionaba más en lo emotivo –la familia Goldman, las dudas de Robert Kardashian– que en lo histérico, y que se despide para siempre dejando clara una cosa: nos encanta un espectáculo. | ★★★ |
Adrián González Viña
© Revista EAM / Sevilla