El pálido reflejo del mito
crítica de Queen of the Desert (Werner Herzog, Alemania, 2015).
Dedicado, en los últimos tiempos, en cuerpo y alma a sus excelentes documentales –Grizzly Man (2005), Encuentros en el Fin del Mundo (2007) u Ode to the Dawn of Man (2011), entre otros muchos–, con los que compensa la falta de tino en sus más recientes filmes de ficción –aun con sus aciertos, títulos como Rescate al amanecer (2007) o el remake de Teniente corrupto (2009) están muy lejos de sus mejores logros pasados–, Werner Herzog es un cineasta que jamás causa indiferencia con sus trabajos. El que fuera considerado uno de los fundadores del Nuevo cine alemán siempre mostró cierta debilidad por los personajes extremos, enfrentados al mundo y, muchas veces, bordeando peligrosamente la locura. Así lo atestiguan obras tan inolvidables como Aguirre: la cólera de Dios (1972), Nosferatu (1979), Woyzeck (1979), Fitzcarraldo (1982) o Cobra verde (1987), aquellas en las que contó con la inestimable colaboración de su actor fetiche Klaus Kinski, estrechamente ligado a la carerra del realizador a pesar de unas más que complicadas relaciones que quedaron reflejadas en el revelador documental Mi enemigo íntimo (1999). Al menos sobre el papel, un proyecto como Queen of the Desert (2015) contaba, de entrada, con una protagonista femenina inconformista, aventurera y con ese punto desquiciado que siempre caracterizó a los mejores personajes de Herzog, por lo que cabía albergar algunas esperanzas en que Herzog pudiese recuperar buena parte del crédito perdido en los últimos años fuera de los documentales.
La historia de la polifacética Gertrude Belle –escritora, cartógrafa, científica, arqueóloga, viajera, fotógrafa, alpinista, política y espía son algunos de los adjetivos que podrían definirla en su trayectoria profesional–, considerada como una especie de versión femenina de Lawrence de Arabia que se convirtió en pieza clave para la construcción de Irak y la delimitación de sus fronteras, era merecedora de ser trasladada a la gran pantalla con rigor, pasión y, sobre todo, el mismo espíritu aventurero que fue determinante a la hora de convertir al citado protagonista de la obra de 1962 de David Lean en un auténtico clásico del cine. Aquella mujer indomable, rebelada contra la hipócrita alta sociedad inglesa en la que le tocó nacer, poseía una gran inteligencia (fue la primera en doctorarse en Historia Moderna en Oxford) y era dueña de una personalidad arrolladora, capaz de intimidar a cualquier candidato a convertirse en ese esposo que su familia esperaba para ella. Lo que para cualquier joven de la época podría ser asimilado como un drama, para Gertrude no fue más que la confirmación de que su lugar estaba en lugares exóticos y lejanos, siempre a la búsqueda de aventuras y nuevos conocimientos. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, fue enviada por su padre a la Embajada de Gran Bretaña en Teherán, donde pronto demuestró una innata facilidad para aprender las lenguas árabe, turca y persa, comenzando una serie de enriquecedoras expediciones que la llevaron por todo el ancho Imperio otomano, relacionándose en estos viajes con los líderes de las diferentes tribus de beduinos, visitando palacios y mezquitas y realizando exploraciones arqueológicas a lugares tan mágicos como la ciudad de Petra, en Jordania. Sus buenas relaciones con los pueblos del Medio Oriente y sus numerosos contactos con reyes, emires y jeques, sirvieron para que Gretrude fuera reclutada como espía militar por el Servicio de Inteligencia británica, contribuyendo a expandir sus dominios en aquel territorio y a establecer una política en una región como Irak.
«Queen of the Desert es un trabajo fallido e irregular, con serios problemas de ritmo en algunos tramos de la historia, y un tanto descompensado a la hora de combinar la faceta amorosa de su protagonista con su relevante papel en la Historia, ese que la convirtió para siempre en la reina sin del desierto, una fémina que no se conformó con adoptar un papel pasivo en una época en la que el mundo era manejado por hombres».
Una vida interesantísima, llena de luces y sombras (a pesar de su aparente espíritu libre, fue activamente contraria a que las mujeres pudiesen lograr el derecho a voto) de la que, desafortunadamente, el director no consigue extraer la fuerza que se le presupone, quedándose en la superficie y dando una desacertada prioridad a los episodios sentimentales de la biografía de la arqueóloga. De este modo, Queen of the Desert no difiere demasiado de otros vehículos épicos puestos, con anterioridad, al servicio de su estrella, Nicole Kidman. Al igual que en las irregulares (más películas grandes que grandes películas) Cold Mountain (Anthony Minghella, 2003) y Australia (Baz Luhrmann, 2008), a la actriz le ha correspondido ejercer de heroína romántica, valiente pero tocada por un halo de fatalismo en sus relaciones con los hombres. Como es habitual en ella, vuelve a solventar con profesionalidad algunos problemas de edad –verla ejercer de jovencita casadera en busca de esposo en los bailes de sociedad supone un acto de credulidad importante por parte del espectador– para entregar una interpretación más que correcta, si bien no siempre es capaz de captar toda la rebeldía de su personaje. El mayor problema, a nivel interpretativo, habría que buscarlo en sus acompañantes masculinos, especialmente en Robert Pattinson –al que le ha tocado la difícil papeleta de defender el rol de Lawrence de Arabia, luchando con el recuerdo imborrable del gran Peter O´Toole y apareciendo en pantalla muy pocos (y desaprovechados) minutos– y, sobre todo, un James Franco excesivamente eufórico en el papel del secretario de la embajada británica Henry Cadogan, con quien Gertrude mantuvo un intenso idilio. El marcado contraste entre Kidman y Franco solo consigue que las escenas que comparten (impagable el momento con los buitres) alcancen unas cotas de comedia involuntaria que desentonan con la sobriedad del resto del conjunto. No mucha mejor suerte corre la representación en pantalla del otro decisivo gran amor en la vida de la protagonista, el héroe de guerra y teniente coronel Charles Doughty-Wylie –que no llegó a buen puerto a causa de que él era un hombre casado–, ya que, pese a que Damian Lewis realiza una actuación solvente, la química romántica con la actriz brilla por su ausencia.
Es una pena que Herzog no haya dedicado más metraje a indagar en las relaciones entre Gertrude y los pueblos árabes, sus maniobras políticas o su faceta como arqueóloga que captaba la belleza de los lugares que visitaba en sus escritos y fotografías. Si hubiese dejado a un lado la cursilería de estos romances torpemente reflejados, ganaría muchos enteros, ya que, como cinta de aventuras, no está mal rodada. Cuenta con una majestuosa fotografía de Peter Zeitinger que capta la grandeza de los paisajes desiertos en todo su esplendor, maravillosamente acompañada de una hermosa partitura de Klaus Badelt que potencia el exotismo del relato. Más que una mala película –al fin y al cabo, es Herzog quien está detrás–, Queen of the Desert es un trabajo fallido e irregular, con serios problemas de ritmo en algunos tramos de la historia, y un tanto descompensado a la hora de combinar la faceta amorosa de su protagonista con su relevante papel en la Historia, ese que la convirtió para siempre en la reina sin del desierto, una fémina que no se conformó con adoptar un papel pasivo en una época en la que el mundo era manejado por hombres. Si el cineasta hubiese impregnado de algo de su excentricidad al relato, en lugar de ceñirse a las convencionalidades del biopic más hollywoodiense, el resultado hubiera sido mucho mejor que este desganado, previsible y, a ratos, ridículo traje a medida para una Nicole Kidman que debería plantearse relanzar su trayectoria con roles ficticios. | ★★ |
José Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Alemania. 2015. Título original: Queen of the Desert. Director: Werner Herzog. Guion: Werner Herzog. Productores: Michael Benaroya, Cassian Elwes, Nick N. Raslan. Productoras: Werner Herzog Filmproduktion / Palmyra Films / Benaroya Pictures. Premiere: Festival de Berlín 2015. Fotografía: Peter Zeitlinger. Música: Klaus Badelt. Montaje: Joe Bini. Dirección artística: Rabiaa N´Gadi, Caroline Steiner. Vestuario: Michele Clapton. Reparto: Nicole Kidman, Damian Lewis, James Franco, Robert Pattinson, Jenny Agutter, Holly Earl, David Calder, Mark Lewis Jones.