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    Cine Alemán Siglo XXI

    Entrevista | Sean Baker, director de Tangerine [castellano & english]

    Sean Baker

    «Con suerte, el público amará a Alexandra y Sin-dee lo suficiente como para investigar el tema. Después de ver la película, quizá algunas personas profundicen sobre los problemas sociales que llevan a transexuales de color con un pasado de pobreza a recurrir al sexo para sobrevivir. Esto debe lograr una concienciación que ojalá lleve a una aceptación».


    Charlamos con Sean Baker, director de una de las sensaciones anónimas del pasado 2015, Tangerine. Un filme presentado en Sundance (en Karlovy Vary en Europa) y nominado los Gotham e Independent Spirit Awards que aún no tiene distribución en España y que se podrá ver en la III edición del Festival Americana de Barcelona. Baker, autor de hitos indie como Prince of Brodway (2008) y Starlet (2012), nos traslada al extrarradio angelino para presentarnos las vivencias de dos carismáticas prostitutas transexuales. Un filme que aúna con éxito drama y comedia y que ofrece una mirada muy diferente del transgénero en la gran pantalla. Tangerine fue elegida por EAM como una de las 10 mejores películas de 2015 inéditas en España.

    ¿Cómo surgió Tangerine?

    Todo se reduce al tiempo y la colaboración. Chris Bergoch y yo somos hombres blancos cisgenéricos ajenos al mundo que enfocamos y sabíamos que la única manera de abordar este proyecto de forma responsable y respetuosa era dedicarle tiempo en la fase de investigación. Mya Taylor y Kitana Kiki Rodriguez no eran sólo las protagonistas de la película sino nuestras principales consejeras que nos presentaron a gente del barrio. Tuvimos encuentros muy informales donde nos contaron muchas historias y anécdotas. Tras esto, cuando Chris y yo al final escribimos nuestro tratamiento (basado en todo lo que habíamos escuchado o presenciado), se lo dimos a Mya y Kitana para que lo aprobasen. Una vez aprobado, seguimos con sesiones preparatorias que ayudaron a dar su voz al diálogo. Cuando estábamos rodando, había aprobaciones y consultas constantes. Y en la postproducción, Kitana estuvo presente y dio indicaciones mientras montaba la película. Así que todo fue bastante colaborativo en cada etapa de creación del filme. Para mí, esa es la manera de conseguir autenticidad. Lo mismo se aplica a la subtrama armenia aunque en menor grado. Karren Karagulian y Arsen Gregorian pulieron todo nuestro diálogo escrito con expresiones armenias.

    ¿Cómo de importante era la localización, entre las calles Highland Avenue y Santa Mónica Boulevard, para que todo funcionase?

    Sumamente importante. Me atrajo la localización antes que la historia. Vivo aproximadamente a una milla y media de la intersección entre Santa Monica y Highland. Esta intersección ha tenido fama como una zona roja para prostitutas transexuales. Creo que esta película es otra exploración más del tema del trabajo sexual.

    Entiendo que no tenían permiso para rodar en la mayoría de los lugares en los que la película acontece. ¿Todos los decorados y las escenas estaban fijados antes del rodaje, o se improvisaron algunos en ese momento?

    En realidad sí teníamos permisos. Simplemente no anunciamos que estábamos rodando. Sólo carecíamos de permiso para las escenas en el autobús y el metro. En cuanto a la improvisación, siempre la fomento. Y luego lo cubrimos con un estilo cuasi documental. La escena más ensayada y estructurada fue de hecho el desenlace en Donut Time… simplemente porque sólo teníamos dos noches para rodarla.

    Donut Time
    Fotograma de Tangerine (2015).

    Respecto a los actores, ¿también hubo mucha preparación antes del rodaje, o tuvieron relativa libertad durante el mismo?

    Tuvimos ensayos y talleres. Los ensayos fueron cuando me di cuenta que Mya y Kiki realmente sabían actuar. Hasta ese momento, era una cuestión de fe ciega.

    Y en la misma línea, ¿la narración o trama estaba completamente determinada antes del rodaje, o algunos de sus elementos surgieron en ese momento?

    Teníamos un guion cuando rodamos pero estábamos abiertos a incidentes afortunados y a la inspiración. A Chris Bergoch de hecho se le ocurrió un cambio de última hora en el tercer acto que añadimos cuando llevábamos dos semanas de rodaje.

    Pasando a los aspectos técnicos de la película, ¿cuáles fueron las ventajas y los inconvenientes de rodar con un iPhone?

    Rodar con un iPhone fue sorprendentemente indoloro. Moondog Labs creó un adaptador anamórfico que encaja sobre la lente del iPhone. Eso nos permitió rodar material con el iPhone en formato panorámico. También usamos una aplicación llamada Filmic Pro. Esta app bloquea la exposición y el foco, y, sobre todo, rueda a 24 fotogramas por segundo. Por tanto, rodamos pruebas pronto para enseñarlas a nuestros productores. Creo que todos nos dimos cuenta de que esto iba a funcionar cuando llevamos un rollo de prueba a Technicolor y lo proyectamos en una gran pantalla. Vimos que la resolución se mantenía y de hecho tenía un aspecto muy peculiar que distinguiría a nuestra película de otras independientes.

    ¿Cómo fue la postproducción teniendo en cuenta el equipo que se usó?

    Igual que cualquier otra postproducción. Bastante académica. Añadimos grano y saturamos excesivamente los colores. El gran colorista Luke Cahill dio a la película un estilo hiperrealista.

    ¿Le sorprendieron los resultados finales que se consiguieron después de todas las herramientas técnicas que se usaron?

    Bueno, me quedé sorprendido cuando hicimos las pruebas. La saturación de los colores se introdujo durante las pruebas. Al principio quité saturación porque esa es una opción estilística que corresponde al género “neorrealista”. Pero en cuanto vi las imágenes sin saturación de Mya y Kiki, algo no encajaba. El estilo chocaba con su personalidad colorida, por lo que fui en la otra dirección y llené los colores a tope. Entonces de repente todo cuadraba.

    En ese sentido, ¿todo el proceso cumplió con las expectativas iniciales del equipo y los productores, así como los vencimientos o requerimientos en cuanto al presupuesto y otras necesidades?

    No creo que nadie pensara lo que se podía esperar. Sin embargo, sí nos lo tomamos en serio. Sabíamos que teníamos que tomarnos el iPhone tan en serio como una cámara de 35 mm o fracasaríamos.

    La película nos muestra a gente y sus comportamientos de una manera que no estamos acostumbrados a ver en la gran pantalla. ¿Qué tipo de concienciación o mensaje global tenía intención de plantear al final?

    Con suerte, el público amará a Alexandra y Sin-dee lo suficiente como para investigar el tema. Después de ver la película, quizá algunas personas profundicen en los problemas sociales que llevan a transexuales de color con un pasado de pobreza a recurrir al sexo para sobrevivir. Esto debe lograr una concienciación que ojalá lleve a una aceptación.


    Sean Baker en la entrega de los 25º Gotham Awards

    [ENGLISH]

    How did the story for Tangerine originally come to fruition?

    It all comes down to time and collaboration. Chris Bergoch and I are cisgender white males from outside the world that we are focusing on and we knew that the only way to tackle this project responsibly and respectfully was to spend time in the research stage. Mya Taylor and Kitana Kiki Rodriguez were not only the film's leads but our main consultants who introduced us to people from the area. We had very informal meetings where we heard numerous stories and anecdotes. Then when Chris and I finally wrote our treatment (based on everything we had heard or witnessed), we gave the treatment to Mya and Kitana to approve. Once approved, we moved forward with workshop sessions which helped give their voice to the dialogue. Then when we were shooting, there are constant approval and consulting. And in post production, Kitana was present and gave notes as I cut the film. So it was quite collaborative in every stage of making this film. For me, that's the way you achieve authenticity. Same goes for the Armenian sub-plot but to a lesser degree. Karren Karagulian and Arsen Gregorian finessed all of our written dialogue with Armenian flare.

    How important was the location, between Highland Avenue and Santa Monica Boulevard, for it to work?

    Extremely important. I was drawn to the location before the subject matter. I live approximately half of a mile from the intersection of Santa Monica and Highland. This intersection has been known as a red light district for transgender sex workers. I think this film is yet another exploration of the subject of sex work.

    I understand you didn’t have a permit to shoot in most places were the film takes place. Were all sets and scenes fixed before the shooting, or were some of these improvised at that time?

    Actually we did have permits. We simply did not announce that we were shooting. The only times we didn't have permits were the bus and subway scenes. Regarding improvisation, I always encourage it. And then we cover it in a quasi-documentry style. The most rehearsed and structured scene was actually the finale in Donut Time... simply because we only had two nights to shoot it.

    Regarding the actors, was there also a lot of preparation before the shooting, or did they have relative freedom in it?

    We had rehearsals and workshops. The rehearsals was when I realized that Mya and Kiki could really act. Up until that point, it was blind faith.

    And in this same line of questioning, was the narrative/storyline completely fixed before the shooting, or did some of its elements arise at that time?

    We had script when we shot but we were open to happy accidents and inspiration. Chris Bergoch actually figured out a last minute change to the third act that we added two weeks in to shooting.

    On to the technical aspects of the film, what were the pros and cons of shooting with an iPhone?

    Shooting on the iPhone was surprisingly painless. Moondog Labs created an anamorphic adapter that fits over the lens of the iPhone. It allowed us to shoot iPhone footage in true scope (wide aspect ratio). We also used an app called Filmic Pro. This app locks exposure and focus, and most importantly it shoots at 24 frames a second. So, we shot tests early on to show to our financiers. I think we all realized this would work when we took this test reel to Technicolor and projected it on a big screen. We saw that the resolution held up and it actually had a very unique look to it that would set the film apart from other indies.

    What was the post-production like considering the equipment that was used?

    The same as any other post-production. Pretty painless. We added grain and overly saturated the colors. My great colorist Luke Cahill gave the film a hyper-real style.

    Were you surprised at the final results that were achieved after all the technical tools had been applied?

    Well, I was surprised when we did the tests. The saturation of the colors came during the tests. At first I de-saturated the colors because that's a stylistic choice that fits with "neorealist" genre. But as soon as I looked at the desaturating images of Mya And Kiki, something didn't feel right. The style clashed with their colorful personas.. so I went the other way and pumped the colors through the roof. Then it suddenly felt right.

    In that sense, did the whole process meet the crew’s and producers’ initial expectations, as well as deadlines or requirements regarding the budget and other necessities?

    I'm not sure any of us knew what to expect. However, we did take it seriously. We knew we had to take the iPhone just as seriously as a 35mm camera or we would fail.

    This film shows us people and them behaving in ways we’re not used to seeing on the big screen. What kind of awareness or overall message did you intend to raise in the end?

    Hopefully audiences love Alexandra and Sin-dee enough to do homework on the subject. After seeing the film, perhaps some people will look deeper in to the social issues that lead trans women of color who come from poverty to resort to survival sex. This leads to awareness which will hopefully lead to acceptance.


    texto & traducción: Ignacio Navarro Mejía
    © Revista EAM



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