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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica en serie | River (T1)

    River

    Las almas que penan

    crítica de River | Primera temporada.

    BBC | 1ª temporada: 6 episodios | Reino Unido, 2015. Creador: Abi Morgan. Directores: Jessica Hobbs, Tim Fywell, Richard Laxton. Guionistas: Abi Morgan. Reparto: Stellan Skarsgård, Nicola Walker, Georgina Rich, Lesley Manville, Eddie Marsan, Adeel Akhtar, Owen Teale, Sorcha Cusack, Jim Norton, Michael Maloney, Turlough Convery, Steve Nicolson. Fotografía: Hubert Taczanowski. Música: Harry Escott. Productoras: Kudos Film and Television.

    Nacemos solos y morimos solos
    Solo a través del amor y la amistad podemos, por momentos,
    crear la ilusión de que no estamos solos
    Por favor, no te preocupes por mí
    Mi querida bello
    Mi hermosa, mi amor
    Mi hermosa esposa
    Hay cosas que nunca te dije
    Hay cosas que nunca salpiqué
    ¿Cómo un hombre, un hombre como yo
    puede salpicar su corazón en su boca?
    No estamos hechos para esto
    Todo lo que sé es que cuando cierro los ojos,
    es a ti a quien veo
    Cuando voy a dormir,
    es a ti a quien siento pegada junto a mí
    Llueve hoy,
    y todo lo que puedo pensar es ‘te extraño’.

    El poema que sirve de epígrafe a esta crítica integra uno de los momentos más emotivos que pueden verse en la televisión actual. No pertenece a una historia romántica, al menos no en el sentido convencional del término. Tampoco sería apropiado ubicarlo dentro de ese amplio y heterogéneo grupo que la crítica autómata se empeña en aglutinar bajo el rótulo de “género dramático” (actitud que también puede extenderse y afectar a otras categorías, como lo demuestra la inentendible y múltiple nominación de The Martian para los apartados de comedia en los últimos Globos de Oro). Después de todo, el mayor error quizás consista en querer encasillar determinadas obras que no entienden de etiquetas. Lo justo, entonces, sería decir que el trozo de papel que lleva escritas —de manera urgente y necesitada— aquellas palabras de amor y una profunda autoconciencia confesional forma parte del corpus de evidencias perteneciente a un complejo caso policial. Combinando los recursos narrativos de la voz en off con la presencia visualizada, la serie nos ofrece la lectura del poema en boca de su propio autor, Haider Jamal, un inmigrante somalí llegado a Londres persiguiendo un futuro mejor. En su búsqueda, Jamal no solo se verá obligado a abandonar a su familia en su país de origen, sino que además terminará por perder su vida asesinado en circunstancias misteriosas. Su muerte pasará a engrosar la lista de misteriosos acontecimientos que el detective John River deberá investigar.

    River, encarnado por el curtido Stellan Skarsgård, presenta algunas características recurrentes en los policiales contemporáneos. Como primera observación deberíamos destacar que es un detective sueco, país desde el cual provienen hoy en día algunas de los mejoras obras de este género. Y, como no podría ser de otra manera, los resabios de una infancia dolorosa son los facilitadores para la disposición de traumas que intervienen activamente en su trabajo. Pasados turbulentos y presentes con secuelas, esas parecen ser las propiedades comunes a la mayoría de los detectives modernos que han visto y vivido sucesos demasiado oscuros. En el caso de River, esas secuelas se expresan en forma de visiones de aquellos que han muerto, de aquellos que ya no están. Pero no, no son alucinaciones las que sufre, ni mucho menos fantasmas los que ve. Son, según sus propias expresiones, manifestaciones que se le presentan, y en las cuales confluyen los sentimientos y las emociones que nunca se atrevió a confesar con su tendencia a ocultar datos e información relevantes para la investigación. Como consecuencia de lo que pareciera ser una disputa en el interior de su aparato psíquico, se le aparecen aquellos individuos que, directa o indirectamente, han pasado por su vida y a los cuales indefectiblemente perdió. 

    River

    «Una obra relativa a la frágil condición humana de estos tiempos, a los problemas y preocupaciones de aquellos que ya han cruzado la mitad de su vida y un día comienzan a darse cuenta que, a duras penas, han logrado vivir».


    Por eso, más que sobre los pormenores del caso, sobre sus aspectos metodológicos y técnicos, River es una serie sobre las personas que se ven involucradas en él. Más aun, es una obra relativa a la frágil condición humana de estos tiempos, a los problemas y preocupaciones de aquellos que ya han cruzado la mitad de su vida y un día comienzan a darse cuenta que, a duras penas, han logrado vivir. Es una reflexión desencantada acerca de las cosas no dichas, del paso de los años y el miedo a la soledad, del alejamiento y la incompatibilidad creciente con los hijos, de las incontables presiones que el sistema vuelca sobre nuestros hombros, de la competencia laboral, del vacío que llega con el retiro, del temor a una vejez indigna, de la desaparición del cariño y el amor. La particular condición de John River empeorará con el asesinato de su compañera, la detective Jackie “Stevie” Stevenson (interpretada por la jovial Nicola Walker). Ese crimen primigenio, perpetrado de forma cobarde y cruel, será la chispa que abrigue su endeble estado y lo lleve, a través de insomnes visiones, a dejar todo para dar con los responsables. Sin embargo, en una trama policial donde no se dispara ni un solo tiro (a excepción de aquél iniciático que acaba con la vida de Stevie), sobresale la capacidad de su creadora, la guionista Abi Morgan, para sostener la dinámica que los espectadores de estos productos esperan. Para ello, decide orientar el devenir de la historia hacia el protagonismo indiscutible de Stellan Skarsgård que, a partir de un guion hecho a su medida, construye un personaje extraordinario.

    Aunque no seamos capaces de pronunciarnos sobre la salud de River, sabemos que está deprimido, le falta la presencia refrescante de su compañera, intuimos el peso del cansancio sobre su curvada espalda, lo vemos moverse lento y descuidado, como ido. Dos manifestaciones se le aparecen reiteradamente: por momentos, la de la propia Stevie, que remite a su lado más humano y con la cual descubre haber dejado numerosos asuntos sin cerrar, entre ellos la latencia de un amor jamás confesado, incapaz de verbalizarse, de ser puesto en palabras. Pero también toma cuerpo la presencia de Thomas Neill Cream (Eddie Marsan), un asesino real de la segunda mitad del siglo XIX, conocido popularmente como el “Envenenador de Lambert”. Este personaje histórico es quién emana de su lado más oscuro, y por lo tanto conoce sus debilidades y explota su insondable dolor. Sabe de sus preguntas sin responder, de su sentimiento de culpa por la muerte de Stevie y de las vacilaciones que acarrea respecto a su propia salud mental. Recurriendo a una frase de corte foucaultiano, Cream le espeta: «un país debe juzgarse por cómo trata a sus dementes, más que a sus cuerdos», jugando con sus dudas acerca de la conveniencia de que un policía como él, con sus traumas, ande suelto por las calles, que sea idóneo para su arriesgada tarea.

    River

    «Se percibe el corte transversal que Abi Morgan traza en la composición de sus personajes. Los altos cargos, los puesto superiores y los jefes de policía son nativos, mientras que los grados subalternos y los involucrados en los homicidios son extranjeros».


    Pero además de por cómo trata a las personas con enfermedades mentales, un país puede —y debería— ser juzgado por cómo reacciona ante la inmigración. Es, por medio de su segregación, cómo las sociedades se han definido y estructurado: a los primeros se los recluye, a los segundos se los excluye. En esta historia, la soledad que experimentan los inmigrantes es la otra cara de la soledad que vive River. Mientras él busca refugio en la abstracción de sus manifestaciones, los primeros intentan suplir el rechazo y la distancia refugiándose en la solidaridad de sus comunidades. Se percibe, por consiguiente, el corte transversal que Abi Morgan traza en la composición de sus personajes. Los altos cargos, los puesto superiores y los jefes de policía son nativos, mientras que los grados subalternos y los involucrados en los homicidios son extranjeros: River, como se mencionó, nacido en Suecia; su nuevo compañero Ira King (Adeel Akhart) y la mayoría de los sospechosos son inmigrantes provenientes de Medio Oriente o África; incluso Stevie y su familia de delincuentes tienen agitadas raíces irlandesas. Se nota en el habla y en sus modos; en esa ciudad cosmopolita unos son tan londinenses, los otros tan foráneos. A pesar de que la serie pone al descubierto problemas comunes a todo ellos, también deja entrever que cuentan con recursos diferentes para afrontarlos. La mayoría decide o acepta vivir bajo el brazo de la ley, otros intentan comprarlo, mientras que el resto necesita o prefiere huir de él. Algunos recurren al asesinato, otros aguardan el lento paso de la justicia. Al fin y al cabo todos pueden mirarse en el Támesis, pero no será el mismo reflejo el que verán. | ★★★ ½ |


    Nicolás Woszezenczuk
    © Revista EAM / Buenos Aires


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