El reciente Globo de Oro conseguido por la banda sonora de The Hateful Eight abre al veterano Ennio Morricone las puertas hacia su primer Óscar varios años después de la entrega de un honorífico que, pese a los presagios, no enterraba artísticamente a un compositor que arrastraba más de 500 trabajos para cine a sus espaldas. Este score supone para el romano el regreso a la música para western casi cuatro décadas desde su última incursión en el género, la primera colaboración integra de una banda sonora para un filme de Quentin Tarantino [1], y la vuelta a una industria, la norteamericana, abandonada desde la soberbia Misión a Marte (2000). Morricone retorna pues para demostrar cómo su trabajo a las órdenes del director de Kill Bill deja de servir de mero encargo para erigirse, tanto en el plano narrativo como diegético, en una arriesgada música que evita los lugares comunes dotando de atmósferas malsanas unos espacios puramente descriptivos. Es lo compuesto en The Hateful Eight una música reiterativa, que pivota sobre un eje asimétrico incapaz de advertir una fácil armonía. Sin duda esta es una de esas bandas sonoras de caos llevada a lo apocalíptico de los paisajes sin decantarse nunca por lo melódico, solo expuesta a la tensión del contexto tarantiniano.
Partíamos de precedentes en el western donde Morricone obligaba, incurriendo en un lirismo desbordante, en contra temas que apoyaban y daban esplendor a las notas características de su sonido habitual del spaghetti, sin embargo The Hateful Eight nunca alberga esa cualidad especulando con ella. Suena a spaghetti western puesto que hay referentes tonales y estilísticos que corresponden a ello, pero escapa a los parámetros de siempre. Destaca por imponer un ritmo monocorde: un primer tema a modo de preliminar dotado de nervio y fuerza orquestal pero carente de libertad expuesto para subrayar un encierro posterior. Lo que escuchamos en el soundtrack avisa de una violencia latente sumergida en las notas atonales de temas correlativos, de una misma línea, incapaces de crear esperanza. Es curioso que muchos de los temas usados para el filme sean algunos de los que el mismo Morricone desechó para la película La cosa (1982), compartiendo ahora con The Hateful Eight tanto suspense como entornos y atmósferas (la nieve por ejemplo, una serie de personajes encerrados en un mismo lugar, etc.…), y manejando parecidas ideas músico-espaciales. Asimismo, encuentra en el corte “La Lettera di Lincoln” (excelente uso del metal y la trompeta), un bello contrapunto al leitmotiv asfixiante que supone “L´Ultima Diligenza di Red Rock” (tema principal de la banda sonora), pero será este un mero oasis con apenas protagonismo en el árido desierto del soundtrack. Entre medias interpretamos un evidente interés por describir la oscuridad.
En una primera escucha hubiéramos preferido hallar en The Hateful Eight a un Morricone esperanzador, irrumpiendo en la sonoridad evocadora de sus obras más operísticas (es inevitable pensar en los duetos con Leone), aunque a medida que toma aire nos encontramos con una partitura notable, quizá no digna de sus mejores obras, pero con un interesante grado de riesgo y sobre todo una manifiesta función psíquica en su conjunto. Guarda ligeros patrones y modos de operación con algunas de las bandas sonoras más crípticas del maestro. Nos vienen a la mente las obsesivas notas del opening title de Los intocables (1987), un tema que Morricone ha usado muchísimas veces en sus conciertos chocando con la popularidad del contra tema más famoso y sinfónico de la película. Al igual que entonces The Hateful Eight arranca en lo estridente pero sin introducir luz hasta los cortes finales. Sorprendentemente, logra otros paralelismos usados por Morricone en algunos policíacos, tal es el caso de su trabajo para Copkiller (1983), o, de igual modo, evidentes recursos del subgénero de terror italiano (cine giallo), al entrever aspectos sonoros inquietantes, en parte por ser músicas alejadas de motivos románticos y del característico estilo morriconiano. De todas maneras, si por algo destacaríamos un soundtrack como el de The Hateful Eight es precisamente por ser en lo abrasivo una de esas obras compuestas con libertad de movimientos, sin atenerse a un modelo previo o a un sonido familiar o funcional, usando una escritura musical incomoda que dibuje un paisaje de imágenes vinculadas a la anarquía de los personajes.
[1] Morricone ya colaboró anteriormente con Tarantino escribiendo la canción original “Ancora Qui “ para la película Django desencadenado.
Tracklist
1. L’ultima diligenza di red rock
2. Ouverture
3. Major Warren Meet Daisy Domergue – Jennifer Jason Leigh
4. Narratore letterario
5. Apple Blossom – The White Stripes
6. Frontier Justice – Tim Roth
7. L’ultima diligenza di red rock
8. Neve
9. This Here Is Daisy Domergue – Kurt Russell
10. Sei cavalli
11. Raggi di sole sulla montagna
12. Son of the Bloody N**ger Killer of Baton Rouge – Samuel L. Jackson
13. Jim jones at botany bay – Jennifer Jason Leigh
14. Neve
15. Uncle Charlie’s Stew – Samuel l. Jackson
16. I quattro passeggeri
17. La musica prima del massacro
18. L’inferno bianco
19. The Suggestive Oswaldo Mobray – Tim Roth
20. Now You’re All Alone – David Hess
21. Sangue e neve
22. L’inferno bianco
23. Neve
24. Daisy’s Speech – Walton Goggins
25. La lettera di lincoln
26. La lettera di lincoln
27. There Won’t Be Many Coming Home – Roy Orbison
28. La puntura della morte
Banda sonora completa