De aprendices y maestros
crítica de Jonathan Strange & Mr. Norrel.
BBC | 1ª temporada: 7 episodios | Reino Unido, 2015. Creador: Susanna Clarke. Directores: Toby Haynes. Guionistas: Susanna Clarke, Peter Harness. Reparto: Eddie Marsan, Bertie Carvel, Marc Warren, Enzo Cilenti, Charlotte Riley, Paul Kaye, Ariyon Bakare, Samuel West, Alice Englert, Edward Hogg, Vincent Franklin, John Heffernan, Brian Pettifer. Fotografía: Stephan Pehrsson, Lukas Strebel. Música: Benoît Charest, Benoît Groulx. Productoras: BBC / Cuba Pictures / BBC America / Bell Media / Cité-Amérique / Far Moor / Feel Films / Screen Yorkshire.
Antes de que causaran furor las sagas distópicas sobre Estados totalitarios que se ensañan con jóvenes líderes revolucionarios; o antes de que se pusieran en boga los triángulos amorosos un tanto inverosímiles entre vampiros, humanos y hombres lobos benevolentes; o de que el multifacético Neil Gaiman fuese masivamente reconocido y reverenciado por todo Occidente –por quienes lo han leído y por aquellos que no lo han hecho, pero que aún así lo ponderan-; o antes incluso de que los interminables avatares del estigmatizado Potter conocieran finalmente un desenlace, existió una novela, un único tomo de exquisitas ochocientas páginas que renovó la forma de concebir el género fantástico. Su trama no se desarrollaba en ningún futuro postapocalíptico o presente paralelo (como era el caso de todo ese mundo mágico que se desenvolvía a espaldas de las mundanas vidas muggles, en la obra de J. K. Rowling), sino que transcurría en el pasado, más precisamente en los albores de la Época Victoriana. Para narrar los grandiosos acontecimientos fantásticos que allí tenían lugar, la autora, una casi desconocida Susanna Clarke, utilizó una prosa que remitía a la comedia social de Jane Austen, y a la que complementó con una estructura de estilo ensayístico, compuesta de notas al pie sobre la historia de la magia, referencias a personajes célebres de las artes ocultas y cuentos cortos vinculados a la temática. Esta experiencia narrativa y literaria le valió a Clarke no solo el reconocimiento de sus lectores y la crítica, también la obtención de numerosos galardones y la nominación al Premio Booker.
Pero al tiempo que crecía su favorable recepción, también se agigantaba su fama de novela incapaz de ser filmada, como en el pasado lo había sido la trilogía de El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien, o como todavía lo siguen siendo algunas producciones del propio Gaiman. Por eso cuando en 2015 la BBC confirmó el estreno de una versión televisiva de Jonathan Strange y el señor Norrell, las expectativas tras el anuncio se dispararon inmediatamente. Desoyendo todas las evidencias que sugieren jamás ilusionarse de antemano con las adaptaciones fílmicas de novelas de esta envergadura, los amantes del libro no pudieron hacer otra cosa que maravillarse, sobre todo teniendo en cuenta los logros que la misma cadena británica había obtenido con la adaptación de la obra de Arthur Conan Doyle en la miniserie Sherlock. Y a juzgar por los resultados finales, es necesario reconocer que la BBC, lejos de decepcionar, ha conseguido trasladar a la pantalla pequeña la esencia de un libro cuya escritura le demandó a su autora más de diez años. La primera razón de ello se debe a que la serie mantiene los lineamientos argumentales básicos de la compleja novela que la inspiró: corre el año 1806 y en Inglaterra el ejercicio de la magia lleva varios siglos sin practicarse, siendo los únicos magos reconocidos los caballeros que integran la Sociedad de Magos de York, selecto grupo de eruditos que solo se dedican a historiar sobre la magia medieval. Hasta que un día aparece un enigmático hombre llamado John Childermass (Enzo Cilenti), quien osa proclamar que en Inglaterra aún existe un mago practicante, y que dicha persona es nada más y nada menos que su propio empleador, el desconocido señor Gilbert Norrell (interpretado por el genial Eddie Marsan). Para aplacar el escándalo que esta afirmación desata en los miembros de la Sociedad de Magos de York, Childermass propone un desafío: si el señor Norrell logra ejecutar un acto de magia, los integrantes de la sociedad de York deberán disolver su grupo y renunciar a su autoadjudicada condición de magos.
«La BBC, lejos de decepcionar, ha conseguido trasladar a la pantalla pequeña la esencia de un libro cuya escritura le demandó a su autora más de diez años».
De más está decir que Norrell consigue realizar satisfactoriamente su mágica demostración (hace hablar a las figuras talladas en piedra de la Catedral de York), constituyéndose, de este modo, en el único mago efectivo de su país. Es interesante observar que semejante acontecimiento le otorga fama y notoriedad dentro de las elites inglesas —como si al hacer hablar a las gárgolas de York, hubiese logrado que las clases altas hablasen únicamente de él—, aunque continúa manteniéndose infranqueable su acceso al mundo de la política, el verdadero espacio de poder al cual Norrell desea entrar porque es donde considera que sus habilidades pueden hacer una diferencia sustancial. Esta distinción que Susanna Clarke hace en su novela, está convenientemente retratada en la versión televisiva a través de las pomposas fiestas por las que debe discurrir el Norrell de Marsan, un personaje reacio a la exhibición pública, huraño y dispuesto a todo con el objetivo de convertirse en el mago más importante de su tiempo. Semejante obsesión, combinada con un grado no menor de inquebrantable determinación, lo llevarán a efectuar su segundo acto de magia, esta vez más peligroso y lindante a las atribuciones divinas antes que terrenales. El mismo consistirá en revivir a Lady Pole, la fallecida esposa del ministro Sir Walter Pole (Samuel West), con la intención de que tamaña hazaña le sirva, esta vez sí, como carta de presentación frente a las clases dirigentes inglesas. Para llevarlo a cabo, Norrell se verá obligado a recurrir a las escabrosas artes oscuras y convocará secretamente en su auxilio a una entidad fantástica conocida como el “Caballero de Desesperanza”, quien aceptará resucitar a Lady Pole a cambio de que ella pase sus noches en la corte de su reino. De esta forma, el reconocimiento tan ansiado por Norrell se le volverá una victoria pírrica, puesto que su mayor logro, la revivida Lady Pole, estará condenada a ocupar sus noches danzando por los salones de Desesperanza durante interminables y agotadoras fiestas, mientras que de día sucumbirá a estados casi catatónicos, víctima de una desfallecida existencia que la medicina de su época en vano intentará explicar.
«La BBC justifica su cuidada estética visual, canalizando toda la fuerza de su producción hacia la construcción de los diferentes escenarios mágicos y el desenvolvimiento de las acciones de sus protagonistas».
El otro contratiempo con el que Norrell deberá lidiar, se vincula a la aparición de un segundo mago práctico llamado Jonathan Strange (encarnado en la piel del intenso Bertie Carvel). Strange es un acaudalado joven sin ningún propósito claro en su vida, que un día descubre, un poco por azar y otro poco por intervención del destino, sus enormes dotes naturales para la magia. A pesar de su egoísmo y misantropía, Norrell accede a tomarlo como su discípulo, dando inicio a la relación más importante y fructífera de toda la trama. Y, finalmente, tanto Norrell como Strange, serán convocados por el gobierno inglés para servir en la guerra contra Napoleón. Es en este punto donde se revela el mérito más significativo de la obra de Susanna Clarke, el cual consiste en colocar uno de los géneros más antiguos de la literatura al servicio de la imaginación —y viceversa— para construir un relato histórico alternativo donde las victorias inglesas, además de sustentarse sobre las causas comúnmente conocidas, puedan ser explicadas por la intervención fantástica de ambos magos y su accionar en los campos de batalla. La trama, en consecuencia, permite que personajes imaginarios como Norrell o Strange puedan cruzarse con la reconstrucción novelada de figuras históricas y reales, como el duque de Wellington o el rey loco Jorge III, interactuar con ellos y colaborar en la resolución de sus problemas. Por consiguiente, durante algunos de los pasajes más entretenidos de la serie y del libro, ambos magos pondrán a prueba sus habilidades mágicas para simular la presencia de una flota fantasma frente a las costas francesas, rescatar un barco encallado en Portsmouth, producir alteraciones geográficas y climáticas, e incluso hacer hablar a un grupo de soldados napolitanos muertos para que revelen las posiciones estratégicas del ejército enemigo. Y es también en aquellos episodios donde la BBC justifica su cuidada estética visual, canalizando toda la fuerza de su producción hacia la construcción de los diferentes escenarios mágicos y el desenvolvimiento de las acciones de sus protagonistas.
«Si el espectador consigue sobrellevar el lento despegue de la serie, tendrá asegurado el pasaje hacia una de las aventuras televisivas más apasionantes de este año».
Sin embargo, la potencialidad creadora que se vislumbraba en el vínculo entre aprendiz y maestro se ve rápidamente cegada por el surgimiento de desavenencias y resquemores. Y es que por momentos Strange y Norrell se perfilan y actúan como personajes verdaderamente antagónicos. Mientras que el primero es —tal y como su apellido lo sugiere— un extraño que llega al mundo de la magia al descubrir sus facilidades naturales para la misma, que enfrenta los desafíos que se le presentan con el ímpetu que le otorga su juventud y la confianza que emana de su carisma; Norrell es un viejo taciturno que ha sustentado todo su saber sobre la lectura de innumerables libros que luego le retaceará a su discípulo. Mientras que el primero es, eminentemente, intuición y osadía, el segundo representa la erudición, y encarna el conservadurismo y la mesura. No obstante el verdadero aspecto de discrepancia se encuentra relacionado con la práctica de los contornos más oscuros de la magia y las controversias en torno a la figura de John Uskglass, el último gran mago inglés que vivió durante la Edad Media y que fue conocido como el Rey Cuervo. Strange intentará desempolvar y recuperar toda esa porción olvidada de la historia de la magia, pero su maestro no aprobará los riesgos que dicha decisión conlleva. La trama, entonces, continuará ensombreciéndose y los límites entre el bien y el mal se tornarán más difusos que nunca. De todas formas, tanto uno como el otro compartirán la inexorable voluntad de concretar sus propósitos, aunque sea a través de medios opuestos. Por un lado Norrel es capaz de hipotecar la existencia de Lady Pole con vistas a sus propios intereses, al tiempo que Strange estará dispuesto a inducirse la locura, atravesar distintos mundos y poner su propia vida en juego para poder salvar a su amada Arabella (Charlotte Riley), quien también ha caído bajo los encantamientos del Caballero de Desesperanza. Los destinos de ambos magos, a pesar de haberse bifurcado, volverán a encontrarse para darle a esta historia su gran desenlace final.
Si la BBC fue capaz de confeccionar una adaptación tan lograda, se debió asimismo a la cuidada selección del reparto, que se complementó con una dedicada caracterización de los personajes y una excelsa reconstrucción de época. Eddie Marsan recupera algunas de las características más notables de su Terry Donovan, aquél personaje de un exboxeador con párkinson que integraba la atribulada familia Donovan, para darle vida a un Norrell odioso y despreciable que, no obstante, nos genera compasión debido a sus miserias y minucias, mientras que Bertie Carvel suma toda la agitación y el atrevimiento que su Jonathan Strange demanda. Pero lo que verdaderamente sorprende y reconforta es el desempeño de los intérpretes secundarios, donde sobresalen el mencionado Enzo Cilenti como el resuelto John Childermass, y Marc Warren en el maravilloso rol del Caballero de Desesperanza. Por eso, si el espectador consigue sobrellevar el lento despegue de la serie, tendrá asegurado el pasaje hacia una de las aventuras televisivas más apasionantes de este año. Al no poder integrar la totalidad de la estructura de estilo ensayístico que presentaba el libro, la única objeción que puede hacérsele a esta adaptación de la BBC es, como ocurrió en el caso de la propia novela, el hecho de dejarnos con ganas de más. | ★★★★ |
Nicolás Woszezenczuk
© Revista EAM / Buenos Aires