Austin acogerá el estreno mundial del nuevo filme de Richard Linklater; un desenfadado retrato de la etapa preuniversitaria estadounidense trufado de pop y hormonas.
El South by Southwest (SXSW), que cada marzo convierte a Austin (Texas) en el epicentro cultural estadounidense, es la plaza elegida para la premiere mundial (el día 11) del nuevo filme de Richard Linklater, Everybody wants some. Un hecho, alejado del mainstream de Utah (Sundance) o Berlín, que define las prestaciones de una obra que parece una simple apuesta personal y sin pretensiones de su autor. Autodenominada como «secuela espiritual» de Movida del 76 (Dazed and confused, 1993), Linklater aborda, como hiciera George Lucas en 1973 con American Graffiti, el existencialismo posadolescente personificado en unos jugadores de béisbol de último año que vislumbran un horizonte de incertidumbre. Ambientada en los años ochenta, y atendiendo a su primer anticipo, encontraremos extensos diálogos naif, rebobinado de casetes (póster) y reparto de rostros desconocidos: Ryan Guzman, Zoey Deutch, Tyler Hoechlin, Wyatt Russell, Adriene Mishler, Blake Jenner, Jonathan Breck, Jessi Mechler, Glen Powell y Will Brittain. Produce Annapurna Pictures. Con Everybody wants some, que llegará a las pantallas norteamericanas el 16 de abril, no podemos esperar nada más que un descanso artístico para Linklater tras la pequeña decepción que supuso la corriente negativa y posterior derrota en los Oscars de la excelente y minusvalorada Boyhood.