«Lo que es fascinante de Islandia es que si miras las estadísticas nada debería ser posible, pero a pesar de ello es un país en donde sientes que todo es posible. Hago música, cine… Hay esa especie de energía creativa que hace que la gente no se detenga ante nada, sino que hagan que ocurra. Y eso es algo especial de Islandia».
Salvo que sean acérrimos cinéfilos lo más probable es que su nombre les resulte completamente desconocido y, sin embargo, este joven islandés (nacido en Paris) ha firmado la que está siendo, en su extenso y prestigioso recorrido, una de las revelaciones del año: Fúsi, Virgin Mountain, galardonada en la recién concluida Seminci con el premio a Mejor Actor. Una obra emocional, dulce y cuidada que confirma un talento por el que apostó Gijón en sus dos primeros filmes. Realizamos la entrevista en los sofás de la cafetería del hotel en el que se hospeda, como el personaje de su película en un primer momento se muestra algo tímido, pero extremadamente amable y receptivo. Una vez concluida esta, salimos afuera a tomar algunas fotos, y su curiosidad acerca de la ciudad, de la que poco más ha visto aparte de la sala de prensa y su habitación de hotel provoca que nos intercambiemos el rol de preguntador y fluya una conversación natural no tan anclada a los rigores y papeles que se crean en el momento en el que se enciende la grabadora.
Me gustaría empezar felicitándote por la película, me parece muy emocionante y conmovedora, y con un humor muy inteligente, aunque algo negro algunas veces. Me gustaría saber cómo concebiste el tono de la película, ¿cuál era tu idea para fijarlo?
Creo que eso es algo que he explorado en todos mis filmes, la relación entre humor y tragedia. Me fascina ese cóctel, porque normalmente las películas o son serias o son cómicas. Disfruto mucho de las comedias, pero cuando salgo del cine me siento algo vacío, siento que la vida no ha sido representada en su totalidad. Y eso mismo me pasa con los dramas, no me llegan si no tienen humor. He decidido tomar los dos elementos, ambos importantes. El humor es algo muy importante para mí, también creo que es fascinante y algo que es único del cine es que en una película de noventa minutos puedes tanto llorar como reír. Me gusta poner al público en un proceso que es tanto divertido como triste.
Y, en ese sentido, cuando estás en el proceso de montaje, ¿no te parece complicado? A la hora de jugar con este tipo de humor a veces algo agresivo, ¿no es difícil que surjan dificultades y miedos de cruzar la línea del mal gusto?
Cuando ves la película parece que no es difícil, pero es extremadamente complicado encontrar el balance correcto entre el humor y la tragedia. Porque, como dices, el humor tiene que parar cuando en teoría tienes que sentirte triste. Es como andar por una línea muy estrecha. Muy complicado, y siempre me lleva mucho tiempo editar debido a ese balance. Esta película me llevó dos años de edición, incluso volví a filmar algunas partes.
¿Y cuánto te llevó escribirlo?
Unos dos años.
Entrando en la historia, ¿cuál fue tu punto de inicio para crearla?
Todo empezó con el actor principal, Gunnar Jónsson, que no es profesional pero es probablemente el mejor intérprete con el que he trabajado. Hace unos diecisiete años él era parte de un grupo de un programa de cómicos de Islandia formado por los mejores cómicos del país. Él no era uno de los importantes, simplemente salía de vez en cuando… En el minuto que lo ví me enamore de su presencia y empecé a soñar en verlo no en un papel pequeño de una comedia, sino soportando como protagonista el peso de una película. El Líder de una película dramática. Esto estuvo en mi cabeza durante todos estos años en los que estuve haciendo otras películas. Hace cuatro años estaba en Islandia, en el aeropuerto, esperando a un avión, mirando por la ventana a todos esos coches pequeños que pasan alrededor de los aviones y que parecían de juguete. En mi mente se creó la imagen de una montaña de hombre en uno de esos coches, y eso fue como la concepción de la película. Además de ser la metáfora central del filme, un hombre adulto estancado en su infancia. Es también la primera imagen del largometraje.
La historia entonces sale del personaje, creas al personaje y luego desarrollas toda la narrativa...
Siempre empiezo con el personaje, para mí eso es lo más importante. Sabes que tu personaje es lo suficientemente bueno si una película no es suficiente. Si tienes un buen personaje tienes la sensación de que podrías hacer cinco películas más con él. Para mi viene primero el personaje, después intento ponerle en circunstancias y situaciones interesantes. Mucha gente empieza con el argumento y luego intenta enganchar al personaje. Para mí es al contrario, empiezo por el personaje, sus situaciones, y el argumento viene al final.
¿Y cómo es tu proceso de escritura? ¿Desarrollas escaleta con las secuencias o eres más de escribir e ir viendo hacia dónde va la historia?
Normalmente colecciono ideas durante mucho tiempo sin saber dónde van a encajar en un argumento, una especie de banco de ideas en el que las voy guardando. Es un proceso muy orgánico, en el que te acabas dando cuenta de que algunas ideas pertenecen a algunos personajes, que otras van al final de la película, otras en la mitad… Es como un árbol que crece lentamente. De hecho una de las últimas cosas que se desarrollan es la historia. Pero también editar una película es como escribirla otra vez, normalmente cambio la estructura en el montaje, reescribo la historia. En este caso, como te digo, incluso volví a rodar algunas partes de la película para encontrar la historia correcta.
Volviendo al personaje principal, uno de los puntos que más me fascinan es que a pesar de todo el maltrato al que es sometido, toda la crueldad que sufre, él no reacciona ante nada. ¿Por qué?
Creo que sin conocerlo, él es una persona muy espiritual. En un primer momento puedes juzgarle como ingenuo, pero más adelante te das cuenta de que es fuerza, de que él es como una especie de Buda, cuando la gente lo trata mal, él reacciona con amabilidad, de ahí sale su fortaleza. La que le ayuda a superar los obstáculos, a ganar confianza y a darse cuenta de que su vida puede ser más grande de como es.
Viendo al personaje como a un niño, me gustaría saber si hay algún trasfondo personal sobre él, si es todo ficción o si hay algo alguna historia personal.
Creo que es una mezcla de todo, cuando hago películas uso mucho mi imaginación. No hay muchos elementos que hayan sido sacados de mi vida personal. Pero creo que las películas van sobre sentimientos, y estos son universales. Y creo que incluso aunque él sea un personaje extremo, se relaciona con el sentimiento de estar estancado en tu vida, de incluso haber aceptado que la vida no me va a dar más que esto, y luego hay siempre mucha posibilidad de coincidencias, del destino entrando en tu vida llevándola en una nueva dirección. Creo que esto es algo que se puede referir a cualquiera.
En ese sentido, ¿qué significa el sentimiento para ti? Todas tus películas tienen un punto de vista muy autoral, pero qué es lo que piensas de obras más comerciales como los blockbusters? ¿Te ves haciendo en el futuro ese tipo de obras o no las encuentras interesantes?
Creo que hay buenas y malas películas en todos los géneros. Hay películas comerciales brillantes y otras que están muy mal. Y lo mismo ocurre con las obras artísticas, hay películas brillantes y las hay muy malas. Mientras yo sienta que la película sale de mí, o me puede representar, obviamente lo que quiero es, al igual que mucha gente, que mis películas sean vistas lo más posible. No me gustan las etiquetas que dicen que el cine comercial es algo malo, puedes hacer una muy buena película comercial.
¿Cómo está la industria del cine en tu país? ¿Fue difícil financiar esta película?
Para está película fue fácil porque a todo el mundo le gustó el guión y conseguimos todo el dinero que pedimos. No fue difícil.
¿Y en general?
En general es muy difícil. Debería ser imposible hacer una película en Islandia porque solo somos 300.000 personas, ese es el tamaño de Valladolid. ¿Cuántas películas salen de Valladolid al año?
Cero.
(Se sorprende) ¿Cero? Nosotros hacemos quizás nueve películas al año. Lo que es fascinante de Islandia es que si miras las estadísticas nada debería ser posible, pero a pesar de ello es un país en donde sientes que todo es posible. Hago música, cine… Hay esa especie de energía creativa que hace que la gente no se detenga ante nada, sino que hagan que ocurra. Y eso es algo especial de Islandia.
Pero con una audiencia nacional tan pequeña, ¿cómo de fácil es para las obras islandesas encontrar su hueco en países extranjeros?
Ahora mismo estamos en una situación excepcional. Solamente este año tenemos Virgin Mountain, Rams y Sparrows, tres películas que lo están haciendo muy bien internacionalmente, siendo vendidas en muchos lugares, yendo a muchos festivales y ganando muchos premios. Hay una especie de ola moviéndose ahora mismo. No sé por qué está ocurriendo, pero ahora mismo tenemos el equipo de futbol más fuerte de Escandinavia y también las mejores películas. (Ríe) Nadie puede explicarlo.
Quería preguntarte por todos los festivales en los que ha estado la película, Berlín, Tribeca, Sarajevo… ¿Hasta qué punto han ayudado los festivales a tu película y en qué sentido? ¿Te abren la puerta a futuros proyectos? ¿Ayudan a vender la película a audiencias diferentes?
Creo que si tu película va a muchos festivales lentamente construye una conciencia. Es un poco como acumular millas de vuelo... Tienes la sensación de que la conciencia sobre tu película y sobre tu carrera se hace más y más grande… Pero también es un proceso muy lento.
¿Y cuánto ha ayudado el enorme éxito en Tribeca (mejor película, mejor guión y mejor actor)? ¿Qué puertas se han abierto?
El filme se estrenó en la Berlinale en febrero, y creo que mi nombre cogió algo de reputación y a la gente le gustó. La película se vendió en algunos territorios después del festival. Pero Tribeca estimuló el interés por la película, especialmente en América, mucha gente de América me contactó para mostrar su interés.
¿Está vendida en Estados Unidos?
Creo que estamos muy cerca de cerrar un acuerdo, pero está en una especie de punto frágil ahora mismo.
Y dime, ¿conocías antes de venir aquí el festival de cine de Valladolid?
Sí, Seminci fue algo que reconocí, así que debía de haberlo oído antes.
Para acabar me gustaría preguntarte por tu rol como director del programa de dirección de la Escuela Nacional de Cinematografía de Dinamarca, ¿cómo te sientes sobre ello? ¿Es la enseñanza de cine algo que encuentres excitante? ¿Lo haces por necesidad de un trabajo estable?
En este punto de mi carrera me sonó bien volver a la Escuela. Me gustó mucho la Escuela a la que fuí, me gustó mucho estar allí. Incluso aunque soy profesor, aprendo mucho. Es muy inspirador estar con jóvenes cineastas, es revitalizador. Siento que he trabajado lo suficiente como para tener algo que dar pero también recibo mucho de los estudiantes. Es una especie de diálogo inspirador para las dos partes.
Pregunta final, ¿tienes alguna idea de cuál va a ser tu próxima película?
Sí, tengo ideas para un par de películas, una para Dinamarca y otra para Islandia. Pero es difícil en este momento hablar de ello ahora mismo.
Álvaro Martín
Fotografías de Alberto Mingueza
© Revista EAM / 60ª edición del Festival de Valladolid