«Todavía creo que en este planeta la gente es abrumadoramente buena, aunque políticamente nos dirijamos a tiempos muy oscuros. Creo que películas como esta son importantes porque ofrecen un rayo de esperanza al espectador».
Tras arrasar con crítica y público televisivos con la primera temporada de True Detective, Cary Fukunaga vuelve al cine, aunque no necesariamente a la gran pantalla. Beasts of No Nation, que llega con la etiqueta de ser la primera película de ficción de Netflix, se ha presentado en diversos festivales, cosechando críticas muy positivas en todos ellos. En el Festival de Londres participó en la sección oficial, y si bien no consiguió llevarse el premio a la mejor película, sin duda dejó una impresión más que notable en un año con una cosecha muy notable. Además, Netflix ha apostado por estrenarla simultáneamente en su plataforma y en cines, lo que abre una interesante posibilidad para el cine más arriesgado. Con él nos sentamos a hablar sobre Netflix, la necesidad del riesgo, las dificultades de una producción como Beasts of No Nation y otros muchos temas.
¿Cómo se consigue extraer interpretaciones tan duras de niños sin aterrorizarlos?
Trabajamos con un montón de niños distintos, algunos han tenido vidas más duras que otros, pero eso no quiere decir que ninguno de ellos sepa realmente cómo es la vida de un niño soldado. Ninguno de los niños ha tomado parte en nada de eso; para ellos era sólo reunirse, hacer ejercicios, improvisaciones… Suena muy aburrido, pero a veces es tan simple como decirles “no sonrías”, y el público puede proyectar muchas emociones en eso. No suena muy filosófico como forma de dirigir, pero las interpretaciones se consiguen eliminando lo que no debería estar ahí, y lo que te queda, supongo, es lo que debe estar.
Esta es la primera película de ficción de Netflix. ¿Encontró muchas diferencias entre hacer una película para un estudio y hacerla para Netflix?
No, la película fue una adquisición, así que ya estaba casi todo hecho para cuando llegó Netflix. Estaba hecha, pero se hizo… He hecho dos películas de estudio, y la HBO es básicamente un estudio también, pero esta es la primera vez que he hecho una película financiada de forma totalmente independiente. Desde luego, hay beneficios al trabajar con estudios; si te pasas de presupuesto, probablemente pueden echarte una mano mientras las cosas no se descontrolen. Con esta película había un límite que no podíamos pasar, y eso crea un montón de retos. Pero por otro lado hay mucha más libertad creativa. Cuando Netflix adquirió la película, parte del trato fue que yo tendría la última palabra sobre el montaje, así que pude hacer lo que quise en ese sentido.
¿Le hace sentir como un pionero el que Beasts of No Nation sea la primera película de Netflix?
Creo que es una oportunidad, más que nada. Ted Sarandos [jefe de contenidos de Netflix] es un apasionado del cine, y ha creído en esta película específicamente. Y esa creencia se ha reforzado con las críticas positivas, así que tenemos una muy buena oportunidad no sólo de hacer que la gente vea la película en Netflix, sino de que la vean en el cine. El estreno en cines es una parte importante. El potencial es el siguiente: si la parte “en cines” de esta película funciona realmente bien, puede suponer un punto de referencia para que otras películas sobre temas arriesgados como ésta, o menos tradicionales o “obvias” en el sentido de cómo se hacen en los estudios, encuentren su lugar en Netflix y al mismo tiempo tengan vida en los cines. Que no vayan directamente a DVD, o que nunca se estrenen. Algunas de esas películas se hacen y nunca llegan a estrenarse, y ése podría haber sido el caso de Beasts of No Nation.
El drama de los niños soldado le ha interesado durante mucho tiempo, hace más de una década ya comentó en varias entrevistas que estaba escribiendo un tratamiento sobre el tema. ¿Cómo se mantiene el interés en un tema tan terrible sin caer en la desesperación?
La verdad es que no diría que soy ni optimista ni pesimista, más bien estoy a medio camino. Todavía creo que en este planeta la gente es abrumadoramente buena, aunque políticamente nos dirijamos a tiempos muy oscuros. Creo que películas como esta son importantes porque, para empezar, Agu sobrevive. Y eso hace que haya un rayo de esperanza al final. Pero, como dices, también la habréis experimentado por primera vez. Y el hecho de que la película llegase a hacerse significa que la gente podrá entender qué es ser un niño soldado, o al menos sentir una conexión con un personaje que es un niño soldado, aunque sea una historia ficticia. Y ese tipo de creación, ese tipo de lazos, incluso con personajes ficticios, pero con problemas reales que suceden en el planeta, tal vez pueden provocar cambios positivos.
Usted está más familiarizado con el material de base que probablemente la mayoría de los espectadores. ¿Cree que eso hace que no le resulte tan duro, que pueda dedicarse a ello de forma más intelectual?
Puede ser. Definitivamente, para mi psique es igual de efectivo y probablemente igual de doloroso pasar mucho tiempo con ello. No sé, es donde residen mis intereses, no sólo sobre los niños soldado o la inmigración. Hay tantas cosas que pasan en este mundo ahora mismo y que me encienden… Ésta no será la última película de ese tipo que haga, pero desde luego no es el único tipo de película que hago. Necesito equilibrar las cosas por mi propia salud mental, tocar otros temas, porque como guionista y director las vives, las experimentas muy intensamente.
¿Entonces su próximo proyecto será una comedia frívola?
Tengo pensada alguna cosa más ligera. No lo llamaría “comedia frívola” pero… eh. [Risas]
¿Cómo lo llamaría entonces?
Tengo algunas historias con un tono un poco más extravagante. Pero veremos…
Hablando de comedia, al principio de la película, cuando vemos a Agu con su familia, hay un sentido del humor muy cálido. ¿Cree que era importante mantener el contraste de ese humor con lo que pasa después?
Sí, quería que el público conectase con Agu al principio de la película. Y con su familia. Quería que viesen ese amor, y que lo sintiesen, antes de que le sea arrebatado, porque de esa forma se extraña mucho más. Eso no está en la novela, es algo que escribí y que quizás es un poco más largo de lo que sería en una película normal, donde apenas te presentan a la familia antes de que desaparezcan del mapa. Eso no me satisfacía, hicimos algunas versiones así que se acabaron cortando, porque tenía la sensación de que cuantas más escenas así hubiese en la película mejor. No diría que para engañar al espectador, pero sí para sorprenderles, porque la mayoría de la gente que va a ir a ver la película lo hará esperando ver algo serio y oscuro desde el principio. Combinarlo con eso te desarma, porque reírse con alguien es una forma mucho mejor de conocer a esa persona y de que te importe lo que le pasa que si eres serio y solemne desde el primer momento.
Rodar una película bélica puede ser peligroso, de hecho usted contrajo malaria en el rodaje. Y antes de ser director se dedicaba al snowboard. ¿Cree que hay algo en usted que busca vivir experiencias cinematográficas extremas?
Sí, es posible que encuentre interesante ese deseo de aventurarse en sitios peligrosos, de practicar deportes de riesgo. Por supuesto, nunca pondría a mis niños o a mi equipo en peligro. Pero… te recuerda que sigues vivo.
¿Pero busca la adrenalina cuando rueda una película?
Soy un poco reacio a decir que soy adicto a la adrenalina, pero… [Risas] Creo que asustarte a ti mismo es parte importante de la vida. Pienso que te mueres lentamente a menos que te asustes hasta cierto punto día a día, porque ¿cómo vas a aprender de la experiencia si siempre estás a resguardo? Y no hablo sólo de peligro físico: creo que a veces experimentamos vulnerabilidad emocional, o laboral, y que es importante hacerlo. Es la única forma en la que puedes mejorar.
La película está ambientada en un país y una guerra ficticios. ¿Cómo decidió detalles como los uniformes o el paisaje?
En un libro, puedes dejar que el lector se invente todo eso, tú no tienes que intervenir, especialmente con un libro tan hermoso como el de Uzo [Uzodinma Iweala]. Todo está ahí, en la voz del escritor. Pero cuando entras en producción física tienes que dar instrucciones al diseñador de producción, al diseñador de vestuario… a todo el mundo. Lo que hice con el diseñador de producción fue establecer partidos politicos, emblemas, banderas, lemas… Ciudades differentes tendrían más de uno o de otro, dependiendo de lealtades tribales, o de afinidad a un partido u otro. Hay todo un trasfondo ahí, toda una narrativa, de hecho.
Y eso se traslada a los uniformes: uno de los batallones, el NDF, está basado en buena parte en el CDF, que es la Fuerza de Defensa Civil de Sierra Leona, también llamados Kamajors. Sus uniformes tienen un estilo muy basado en una sociedad de cazadores de la tribu Mende, los grupos Poro, y el tipo de telas o los amuletos que llevan los personajes están basados en eso. Y luego está el PLF, el grupo rebelde de la película que está basado en el LUF y otros grupos rebeldes de Liberia y Costa de Marfil, que tienden a llevar ropa civil, de segunda mano, y el equipo militar justo para llevar munición y armas ligeras. El ejército del gobierno está basado en el ejército de Liberia. De esa forma, la producción física siempre tenía algo que le sirviese de referencia, algo de lo que partir.
¿Fue Idris Elba su primera elección para el personaje del Comandante, o fue una decisión tomada durante el proceso de casting?
En realidad fue la primera persona del reparto que contratamos, un año antes del rodaje. Fue una de esas situaciones en las que, cuando sabes que vas a hacer la película… Los actores como Idris son contratados con un año o año y medio de adelanto, teníamos que conseguirlo rápido si queríamos contar con él, así que fue la primera persona con la que hablé. La producción se programó sobre su disponibilidad. Pero sí, fue mi primera opción. Definitivamente. No sé a quién hubiese escogido si nos hubiese dicho que no.
¿Y cómo descubrió a Abraham [Attah] y al resto de los niños?
En realidad fue mi equipo de casting el que lo encontró. La primera vez que me encontré con Abraham fue en el hotel. Había visto algunas cintas con sus audiciones, lo seleccionaron junto a otros niños para hacer una especie de talleres de teatro a los que envié partes específicas del guión en las que quería que trabajasen, para ver si podían conseguir lo que yo buscaba a nivel emocional. Y una vez empezamos la preproducción me encontré con Abraham en el hotel; yo era el adulto raro que iba a ver qué hacían, y a decirles que lo hiciesen de forma distinta.
¿Qué es lo que más le gusta del cine?
Para mí, las películas siempre han sido mis cuentos morales, las historias con las que me siento identificado. Cuando te pasan cosas en la vida, siempre es como en tal película, o en tal otra. La única forma en la que realmente tienes acceso a casi todo lo que existe en la vida es a través de las películas.
Judith Romero
Lugar: 59º Festival de Londres
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