Artesanos de lo falso
crítica de Mauro (Hernán Rosselli, Argentina, 2015).
En innumerables ocasiones, solemos referirnos a gran parte del cine que se produce en la actualidad con la infame etiqueta de “cortado por el mismo patrón”. Nos referimos, por ejemplo, a los blockbusters de Hollywood, a los melodramas históricos, a las comedias románticas… Explotan una fórmula que funciona para conseguir llegar al mayor número de espectadores posibles y hacer un buen negocio con un trozo de celuloide (bueno, ahora, con un archivo digital). Lo cierto es que ese reducto etiquetado como cine independiente, o cine de autor, también posee una serie de constantes que se repiten porque funcionan ante el público que demanda algo diferente. Nos referimos a marcas de estilo y decisiones narrativas que en especial nuevos directores utilizan para darse a conocer. Cintas que, pese a una corrección formal y a estar dirigidas notablemente, no acaban de desprenderse de un regusto déjà vu. Ocurrió esto, sin ir más lejos, en el último Festival de Cine de San Sebastián con Montanha, de João Salaviza. Y ocurre ahora con Mauro, la ópera prima de Hernán Rosselli.
Mauro es un pasador, una de esas personas que se dedican a colocar billetes falsos por la ciudad. Se dedica a recorrer tiendas y mercadillos comprando de todo, cualquier cosa, con el objetivo de ganar dinero con el cambio de recibe. Junto con Luis y su novia Marcela, montan un taller artesanal para reproducir billetes y aumentar sus beneficios. La cinta se mueve con soltura en los bajos fondos de Buenos Aires. Rosselli retrata el círculo vicioso de un entorno marginal, donde unos se alimentan de otros. Los personajes son parásitos de sí mismos, se aprovechan entre ellos sin importar la situación del prójimo: el pobre se aprovecha del más pobre. De este modo, lejos de ser un Robin Hood urbano, Mauro es más bien una pieza en el engranaje de la marginalidad cuya existencia solo tiene sentido dentro de un mundo sin salida: la delincuencia como subsistencia y como forma de entender la vida. Rosselli consigue moldear este universo de un modo veraz, recurriendo a actores no profesionales y a una textura de lo pobre que impregna cada plano, cada rincón y detalle de la cinta. El director argentino se apoya en la idea de que la economía en los planos y la ruptura del diálogo tradicional (posiblemente para esconder carencias interpretativas) potencian la reconstrucción del universo de extrarradio. Así, dejando que el argumento principal penda tan solo de los hilos necesarios, construye un relato cuya voluntad es tomar el pulso de este modo de vida, con sus nimias batallas cotidianas llenas de inseguridades, miedos, desafíos… Todo concentrado en el personaje de Mauro, quien si bien sirve de foco durante la gran mayoría de la cinta, su punto de vista parece dispersarse un tanto hacia el final de la misma, cuando introduce una buena tesis como conclusión, aunque poco madurada y un tanto abrupta.
«Su voz es producto del eco de otras cintas, de otras imágenes (sin ir más lejos, las de su compatriota Pablo Trapero o de gran parte del nuevo cine que se produce en Sudamérica) que nos vienen no como una evocación, sino como el modelo que ha seguido y ha sabido explotar».
Y, pese a todos estos logros, la película no consigue despegar. Rosselli no consigue modelar una voz propia dentro del manido género, por etiquetarlo de algún modo, de óperas primas sobre la marginalidad y la delincuencia. Su voz es producto del eco de otras cintas, de otras imágenes (sin ir más lejos, las de su compatriota Pablo Trapero o de gran parte del nuevo cine que se produce en Sudamérica) que nos vienen no como una evocación, sino como el modelo que ha seguido y ha sabido explotar. Con todo, Hernán Rosselli se muestra como un buen artesano, alguien que controla con maestría su oficio y sabe utilizar las herramientas en su beneficio para construir una cinta loable que, sin deslumbrar, consigue hacernos ver que detrás hay un realizador que puede dar que hablar en un futuro. | ★★★ |
Víctor Blanes Picó
© Revista EAM / L'Alternativa 2015
Ficha técnica
Mauro, Argentina, 2014. Dirección: Hernán Rosselli. Guión: Hernán Rosselli. Producción: Un resentimiento de provincia Films. Fotografía: Hernán Rosselli. Reparto: Mauro Martinez, Juliana Simoes Risso, José Pablo Suarez, Victoria Bustamante, Pablo Ramos.