Filias y subterfugios
crítica de In the basement (Im Keller, Ulrich Seidl, Austria, 2014).
En el caso de tenerlo, ¿qué uso le darías a tu sótano? Si fuese un espacio restringido a tus sueños, tus evasiones, tus fetiches y tu imaginación, ¿a qué actividad o colección consagrarías dicho lugar? Y todavía más interesante, ¿para qué crees que lo usarían los demás? En este documental tan extravagante como único titulado Im Keller, el siempre original director Ulrich Seidl abre una rendija cotidiana para mostrarnos aquello que los austríacos guardan celosamente en sus sótanos, los hobbies que veneran, las filias que con las que sueñan el resto del día. Desde el comienzo sabremos que no es un documental al uso, y que además de una particular estética donde la frontalidad absoluta de la cámara nos regala unos planos —la mayoría de ellos, americanos— de una belleza pictórica rendida al juego de líneas, la relación entre lo público-privado, convencional-no convencional y serio-humorístico es constante, exponiendo los límites del derecho de cada cual a destinar esa estancia a lo que le plazca, en contraste con la vergüenza social o la invisibilización de algunas de las prácticas que allí se exponen. ¿Una obra cinematográfica exclusivamente dedicada a sótanos austríacos y sus particulares propietarios? Podrá parecer una broma o una idea descabellada, pero desde los primeros minutos podrás admirar una obra singular teñida por salvajes chorros de humor negro, sonrisas perdidas, secretos de alcoba y una mirada tan ácida como tierna sobre el mundo contemporáneo. Una sociedad que criminaliza y estigmatiza determinadas inclinaciones y ensalza otras, relegando a los raros, incómodos y perversos gustos a la oscuridad subterránea de los sótanos.
En el descenso a los sótanos de estos imaginativos austríacos —pues los exteriores, salvo algún plano aislado, no existen en Im Keller—, nos sentiremos avergonzados, espantados, iracundos. Nos entrará la risa floja, incluso nos taparemos los ojos en un intento por eludir determinadas visiones no demasiado placenteras para el ojo humano. Seguramente todo ello, imagen, declaraciones y subtexto formen parte del plan del cineasta para sacar a la luz los placeres favoritos de estas rara avis, con el objetivo de que nos cuestionemos: ¿qué es lo verdaderamente normativo? ¿Nos permite la educada, recta y moralista mentalidad europea salirnos de la línea que separa lo convencional de lo que no lo es? Por eso, cada uno de estos zulos desvela una historia sumamente interesante, cuya experiencia para el espectador es similar a bucear por las profundidades abisales de la intimidad de cada uno de los protagonistas. Los sótanos son excusas narrativas, además de maravillosos elementos estéticos para que el director austríaco se luzca con una colección de composiciones simétricas, planos fijos gobernados por las rectas y una cámara libre y curiosa.
«Ulrich Seidl escarba en lo anómalo para demostrar la capacidad humana de salir de lo convencional y crearse un mundo propio ajeno a la realidad. También para criticar con socarrón humor negro la hipocresía de la supuestamente desarrollada y liberal moral europea de la clase media».
¿Qué nos encontraremos acechando en cada uno de los trasteros de Im Keller? Aunque es mejor que lo descubran por ustedes mismos, el cóctel humano es completamente variopinto, patinando por un abanico donde lo tradicionalmente inmoral e ilícito se mezclan con la ruptura de ciertos tópicos heteronormativos y, en algunos casos, una sensación de soledad punzante que envuelve esos pequeños subterfugios. Así pues, chocaremos con una mujer que arrulla y mima a sus muñecos de bebé reborn como si fuesen de carne y hueso; un anciano que colecciona celosamente esvásticas, objetos militares y hasta un retrato del Führer —mientras comparte con sus amigos una irracional nostalgia por el Tercer Reich—; una dominátrix que domestica y sodomiza a su marido para disfrute de éste; un consumidor de prostitución orgulloso de su potencia y cantidad de semen; un grupo de amigos que juegan al tiro mediante realidad virtual —eso sí, disparando turcos—; un cazador compulsivo de animales; o una septuagenaria masoquista ex-víctima de malos tratos. No faltan un meticuloso coleccionista de trenes en miniatura o un aprendiz de la voz de James Bond. Nos lo cuentan con naturalidad, con ternura, con firmeza, desde ese cubículo donde no están expuestos ni a la opinión pública ni a la ética occidental. Algunos nos miran, callados, mientras sus ojos despiden una profunda tristeza. Un aislamiento producido por las circunstancias o tal vez, por la doble moral de una sociedad que enarbola la rectitud por bandera.
No hay que ver Im Keller como una serie de episodios sucios o grotescos carentes de significado humano. Va más allá. Ulrich Seidl escarba en lo anómalo para demostrar la capacidad humana de salir de lo convencional y crearse un mundo propio ajeno a la realidad. También para criticar con socarrón humor negro la hipocresía de la supuestamente desarrollada y liberal moral europea de la clase media. En esos sótanos se produce un interesante fenómeno sociológico: los roles tradicionalmente asignados desaparecen para sustituirse por otros o incluso, se subvierten. Allí, una mujer solitaria y mayor puede jugar a ser la madre más cariñosa del mundo, o un marido puede dar rienda suelta al deseo de convertirse en un complaciente esclavo enjaulado, colgado de los testículos por una polea, alejándose del papel que se le presupone correcto de antemano. Im Keller nos permite conocer las aristas de la intimidad de todas estas personas, mostrando el cambio de la profundidad a la superficie, donde todos son “personas normales”, vecinos sonrientes, europeos educados. La ironía y la paradoja que el documental emana es incalculable —¿existe acaso algo más ácido que una trabajadora de Cáritas sumisa siendo atizada con una pala de Toys´r´us?—. Deja poso en la mente, haciendo que nos cuestionemos cuánto hay de normalidad en nosotros, cuánto hay en los demás, cuánta culpabilidad pervive en la sociedad actual por salirse del tiesto. Y también nos hace querer abrazar la soledad de tantos y tantos bichos raros, monstruos sociales, pájaros enjaulados condenados a la atmósfera apacible de sus sótanos, esos que no juzgan. Olvidando aquello que dicen que, de cerca, nadie es normal. | ★★★ ½ |
Andrea Núñez-Torrón Stock
© Revista EAM / Cineuropa de Santiago de Compostela
Ficha técnica
Austria, 2014, Im Keller (In the Basement) Director: Ulrich Seidl. Guión: Veronika Franz, Ulrich Seidl. Productora: Coop99 Filmproduktion / MMK Media / Ulrich Seidl Film Produktion GmbH. Fotografía: Martin Gschlacht. Reparto: Alessa Duchek, Gerald Duchek, Inge Ellinger, Manfred Ellinger Walter Holzer, Cora Kitty, Alfreda Klebinger, Fritz Lang, Josef Ochs, Peter Vokurek.