Frías carencias afectivas
crítica de De nærmeste (Anne Sewitsky, Noruega, 2015).
Con De nærmeste (2015), su tercer trabajo como realizadora, la noruega Anne Sewitsky ha vuelto a visitar el Festival de Sundance cinco años después de que su ópera prima Siempre feliz (2010) obtuviera el Premio del Jurado (World Cinema) a la mejor película. A aquel debut francamente prometedor —también triunfó en nuestro Festival de Sevilla, llevándose el trofeo a la mejor película—, le seguiría Totally True Love (2011), la exitosa adaptación de una novela infantil de Vigdis Hjorth. Con dos antecedentes tan claramente enmarcados en el género de la comedia resulta, cuanto menos, sorprendente, la contundente apuesta por el drama que Sewitsky realiza en una historia que acumula una gran cantidad de elementos que podrían haberla convertido fácilmente en un lacrimógeno culebrón televisivo. Sin embargo, la directora ha sabido esquivar con elegancia cualquier atisbo de tremendismo, a pesar de contar con algún ingrediente que se presta con facilidad a la polémica, manteniéndose en un tono casi siempre sobrio, al que la frialdad estilística y narrativa habitual en el cine nórdico ayuda, para bien y para mal, a contener la gran maraña de conflictos emocionales a los que se enfrentan los personajes, de un modo que recuerda a la obra de la danesa Susanne Bier.
La historia presenta a un puñado de personajes, pertenecientes a una misma familia totalmente desestructurada. Todos y cada uno de ellos presentan acentuadas carencias afectivas que les imposibilita mostrar sus sentimientos, tendiendo a rechazarse los unos a los otros, víctimas de unas relaciones paterno-filiales mal gestionadas a lo largo de más de tres décadas. La protagonista central es Charlotte, una joven de 27 años que encuentra en sus clases de baile para niños una vía de escape a una existencia vacía y marcada por una relación de amor-odio con su madre, una mujer más preocupada en mantenerse ocupada en un sinfín de actividades que en prestarle atención a su esposo moribundo o a las reclamaciones de cariño de su hija. Por otro lado está Henrik, de 35 años, un hermano al que no conoce, ya que su madre le abandonó nada más nacer. Pese a que, aparentemente, lleva una vida ordenada en compañía de su esposa e hijo y con un buen empleo, la sombra del rencor hacia aquella familia que se le negó no le deja a ser completamente feliz. La película muestra cómo las vidas de estas dos personas dan un vuelco de 180º cuando tienen la posibilidad de conocerse y, contra todo pronóstico, sus lazos afectivos comienzan a cruzar la frontera del amor fraternal para convertirse en una tormentosa historia de amor incestuoso que amena con dinamitar sus vidas y las de quienes les rodean. Un tema tan espinoso como el del incesto es tratado, gracias al templado guión, de una forma natural e incluso justificable si se atiende a las profundas carencias afectivas que sufren Charlotte y Henrik. Las escenas sexuales, eso sí, son bastante osadas, mostrando a sus actores tan desnudos física como emocionalmente, ya que en ellas se manifiesta en toda su crudeza la rabia contenida que ambos personajes albergan en su interior.
«Bien rodada, perfectamente interpretada y con el espíritu anti-comercial propio del cine independiente americano (a pesar de ser muy europea), pero que, en términos de calado dramático, se queda un poco en tierra de nadie».
Bellamente fotografiada por Daniel Voldheim —la escena de la pareja en la piscina cubierta es estéticamente fascinante, así como el tratamiento de sus momentos eróticos—, y con un hermoso acompañamiento de la música de Ginge y algunos temas de Nat King Cole, el filme encuentra su mayor aliado para el éxito en la entregadísima interpretación de la joven actriz Ine Marie Wilmann, una suerte de cruce entre la belleza de Diane Kruger y la fuerza de Jennifer Lawrence, que se revela como un gran descubrimiento que irradia naturalidad y una gran expresividad en la mirada. Simon J. Berger también da la talla en su encarnación de Henrik, un rol algo más desdibujado que el femenino pero que también encuentra ocasión para el lucimiento dramático en sus escenas más agresivas. De nærmeste acierta a dibujar el paisaje de esta familia rota sin hacer juicios de valor sobre quiénes son los responsables y quiénes las víctimas, no haciendo demasiado hincapié en las circunstancias que empujaron a la madre a prescindir de su niño ni en el porqué de la barrera que siempre la ha separado de la hija menor y que las empuja a ambas a hacerse daño de manera casi inconsciente. Los conflictos son mostrados, a grandes rasgos, dentro de un panorama cotidiano —la rutina de Charlotte con sus alumnos durante las clases de baile; sus visitas al padre enfermo en el hospital y los encuentros, cordiales pero tensos, con la madre; la especie de falsa familia que se ha creado con el entorno de su mejor amiga— y sin grandes aspavientos, evitando subrayados innecesarios y haciendo, en alguna escena clave, un sutil uso de la elipsis. Es precisamente en esta obsesión de Sewitsky por esquivar en todo momento el sentimentalismo fácil donde, finalmente, la cinta encuentra su talón de Aquiles. La frialdad con la que está tratada esta historia de pasión entre dos hermanos a los que nadie les ha enseñado cómo serlo, dándole más prioridad a la tensión sexual que a los dilemas morales que plantea su relación o al cúmulo de sentimientos encontrados (algo que sí debería haber sido volcánico) que ésta provoca en sus personajes, acaba siendo una opción que resta fuerza a su, en principio, interesante relato. Finalmente lo que encontramos es una película bien rodada, perfectamente interpretada y con el espíritu anti-comercial propio del cine independiente americano (a pesar de ser muy europea), pero que, en términos de calado dramático, se queda un poco en tierra de nadie, no exenta de momentos inspirados pero, a la vez, sin aportación significativa alguna al género del drama familiar. | ★★★ |
José Antonio Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Noruega. 2015. Título original: De nærmeste. Directora: Anne Sewitsky. Guión: Ragnhild Tronvoll, Anne Sewitsky. Productores: Synnøve Hørsdal, Åshild Ariane Ramborg. Productoras: Maipo Film & TV Produksjon AS. Fotografía: Daniel Voldheim. Música: Ginge. Montaje: Christoffer Heie. Reparto: Ine Marie Wilmann, Simon J. Berger, Anneke von der Lippe, Silje Storstein, Oddgeir Thune, Kari Onstad.