Verdugo por accidente
crítica de The bastard executioner (2015-) | Episodio piloto.
FX | EEUU, 2015. Director: Paris Barclay. Guión: Kurt Sutter. Reparto: Lee Jones, Stephen Moyer, Katey Sagal, Flora Spencer-Longhurst, Sam Spruell, Darren Evans, Danny Sapani, Timothy V. Murphy, Sarah White, Sarah Sweeney, Elen Rhys, Ethan Griffiths, Kurt Sutter, Brían F. O`Byrne, Matthew Rhys, Martin McCann, Felix Scott, Kyle Rees, Alec Newman, Richard Brake. Fotografía: Henry Braham. Música: Bob Thiele.
A Kurt Sutter no se le dan muy bien los episodios piloto, algo que ya se podía sospechar en Hijos de la Anarquía (2008-2014) y que se confirma con esta The Bastard Executioner, proyecto extravagante que el hombre se ha podido permitir tras sostener con mucha consistencia 92 capítulos de su drama motero, y despedirlo de manera contundente el pasado diciembre. A Sutter, cuyo talento nadie puede poner en duda, se le da bien la narrativa seriada en el tiempo. El trabajo a largo plazo, se podría decir. Me atrevería a decir desde ya que cuando la primera temporada de The Bastard Executioner termine a mediados de noviembre estaremos ante una serie a la que no se le debe perder la pista. Hasta entonces, basándonos en este capítulo doble que suma 90 minutos, la sensación es agridulce. Hay algo de rutina en el desarrollo de la acción, en la manera en que las subtramas se están empezando a desenvolver y los personajes van definiéndose con sus gestos y palabras. Pero eso no se debe a torpezas ni comportamientos de guionista novel, sino a que el creador está tomándose el tiempo que cree necesario para presentar a sus personajes. Estamos ante una serie con 13 personajes fijos en diferentes niveles de importancia y presencia, pero que si son fijos es por algo (esa criada de nombre Isabel, ese pastor de ovejas acusado de zoofilia), así que la valoración que aquí se ofrece debe tomarse con precaución.
La historia nos lleva a pleno siglo XIV y a Gales, en un momento donde el catolicismo castigaba con fuerza y el duro sistema de diezmos tenía a los pueblos en una difícil situación. Bajo el reinado de Eduardo II, la tensa situación entre galeses e ingleses llega a un máximo que en este capítulo se filtra a través de los ataques encapuchados de un grupo de campesinos para evitar la abusiva recolección sobre su hogar. Un ataque que, como descubrimos en el ecuador del episodio –o el final de la primera parte si se prefiere–, va a costarles un gran precio. Lo admirable de este capítulo y de Sutter como narrador es que no le asusta ir a los extremos. Cuando uno piensa que la venganza puede ser el motor que mueva toda la serie, un par de escenas más tarde se soluciona el conflicto. Muchos de los personajes tienen intenciones ambiguas (se salva si acaso nuestro sufriente protagonista) y es en esa zona gris en la que nos vamos a mover. Unas aguas turbulentas capaces de aunar brutalidad y ternura, casi la marca de la casa.
Nuestro protagonista es ese verdugo del título, casi verdugo por accidente cuando interviene en su destino –y más de lo piensa– una misteriosa sanadora de nombre Annora (la estupenda Katey Sagal), y se pone en funcionamiento un plan en el que parece que Dios tiene algo que decir. O quizá su fuerza contraria. La visión de la religión y la fe en Sutter siempre viene cargada de símbolos. Y de sangre. Los límites de lo que se puede representar en una cadena de basic cable como FX son de nuevo probados por el guionista, y como siempre hay mayor permisividad con la violencia (la ejecución que cierra el episodio) que con el sexo, aunque también hay de eso en este piloto. Del amplio reparto no da tiempo a que nadie deje una especial impresión, si acaso un Stephen Moyer recién salido de True blood (2008-2014) y que se puede ver que disfruta de la picaresca de su personaje. Todo muy presentado aunque no deje especial huella, pero lo suficientemente interesante como para querer volver al resto de la temporada. Sutter –y su habitual colaborador Paris Barclay, director/productor de gran talento– han demostrado que son capaces de cosas estupendas, y que la paciencia acaba pagando muy bien en su cuerpo de trabajo. [70/100]
Adrián González Viña
© Revista EAM / Sevilla