Compra un niño, adopta un carnero
Crónica de la cuarta jornada de la 60ª edición de la Seminci.
Avatares. Azafatas que evidentemente no saben cómo se hace una buena tortilla de patata, preguntan a Carlos Pumares su nombre: ¿Cómo se llama usted? Pumares, PU-MA-RES, remarca con incomprensión hacia las nuevas generaciones Youtube que no tienen ni idea de quién es el excitado señor canoso que aguarda en la entrada a sala. The times are changing como silencioso veredicto final. Algo que podemos extrapolar al noble (según su firma) arte cinematográfico. Y es que el cine, hoy en día, gracias entre otras cosas a ese milagro que es la HBO, es multiformato. Atrévanse si no lo han hecho ya a romper esquemas. Es por ello que hay que destacar los cortos que anteceden a las películas, los cuales, siendo tan cine como son, no debieran estar relevados a un segundo plano únicamente en función de su duración. Factor injusto en el que en absoluto interviene la calidad. Y menos en un día de sorpresas como este. Ya saben, por lo general la cinta española que estrena aquí, en el mejor de los casos, arriba tras rechazo en San Sebastián; y, un par de horas después, la rumorología instantánea apunta a que el trabajo de Féjerman puede ser uno de las favoritos a alzarse con la Espiga de Oro. En otro orden de cosas, se hizo la entrega, sin polémica alguna, incluso con más aplausos de los que cabría esperar en otras circunstancias, a Fernando Trueba, una de las Espigas de Honor de esta edición junto a Juan Diego y a Juan Mariné. Todos radiantes. Algo que un periodista acreditado no puede aseverar con unas ojeras que sobrepasan en magnitud a algunas propuestas.
RAMS (EL VALLE DE LOS CARNEROS)
Hrútar, Grímur Hákonarson, Islancia / Sección Oficial.
Hay que comenzar citando que Rams llegaba bajo el brazo con el máximo galardón de Un Certain Regard de Cannes. Sí, otra que toma el puente aéreo desde el certamen francés para estrenar en las pantallas vallisoletanas, esta vez con un éxito que divulga todo conocido o desconocido que se conoce en un café (una de las magias de los festivales), y que es la mejor película proyectada en sección oficial hasta la fecha. Una obra dulce, sentimental y sencilla. Un filme que parece centrarse en un primer momento en algo tan nimio como un concurso bovino para, de manera natural e inevitable, trascender su propia condición y llegar a los universales humanos, en un ámbito no urbano. Porque dentro de la ruralidad, en el centro del microcosmos, un animal como es el carnero determina el sentido, acaparando el protagonismo total en medio de la planicie. La oveja, en cualquiera de sus formas, ocupa aquí la misma función pseudoreligiosa que el caballo en de De caballos y hombres, animal que sirve para forjar el carácter nacional, además de funcionar como elemento cohesionador de una sociedad, fomentando la comunicación dentro del aislamiento en el que viven los habitantes del pequeño pueblo. ¿Más allá de eso? Aislamiento, trabajos manuales y alcohol, sobre todo alcohol. Principal entretenimiento evasivo de una realidad llana y ampliamente conocida. Y el merito a pesar de todo reside en el humanismo y la calidez que se reflejan. Porque Rams parte de un análisis frío, muy frío, que empero funciona con maestría de cara a formular el humor que se va provocando de manera absurda y sencilla (uno de los pocos puntos en los que el filme rompe su tono). La narrativa sabe reinterpretar relaciones parentales en clave amigable-cálida-vital-simplificada, es decir, explora el sentimiento de hermandad (y orgullo por el propio ser) a través de una ficción documentalizada que se ocupa de explotar las virtudes del paisaje isleño en el que se lleva a cabo, el cual a pesar de su papel secundario condiciona las circunstancias en las que la trama se desarrolla: cuánto más frío es el clima más calurosa es la relación entre los hermanos protagonistas. [85/100]
LA ADOPCIÓN
Daniela Féjerman, España / Sección Oficial.
La gran sorpresa hasta ahora en lo que va de festival. Y, ¿por qué? Porque a toro pasado seamos sinceros todos: nadie, o casi nadie, esperaba nada de una cinta española presente en Sección Oficial, cuya representación por lo general suele estar más ligada a temas de foto y visibilidad que a calidad cinematográfica, y, sin embargo, logra lo inaudito, ya que la obra firmada por la veterana Daniela Féjerman deslumbra con un mensaje potente acerca de un tema conocido pero muy poco tratado, quizás el gran acierto del filme, como la adopción de jóvenes por parte de españoles desesperados por conseguir descendencia. En La adopción un matrimonio interpretado por Nora Navas y Frances Garrido, soberbios ambos, viaja a Lituania con el fin de adoptar un bebé que ha quedado huérfano. Entremedias, un tortuoso camino plagado de trampas legales y obligados sobornos que multiplicarán la inversión inicial. Porque sí, en algunos casos un niño no se adopta, se compra. O el negocio llevado hasta el último exponente. Una cinta que, a pesar de que en ciertos momentos puede llegar a buscar la provocación, sabe contenerse con un preciso marcaje de ritmos que va afectando al expectador según lo pautado. Una narrativa que sabe construir y unir escenas compactas y concisas, movidas por conflictos potentes que crean una evolución de sensaciones inteligentemente pensada. Una maravilla que no escatima en riesgos cuando es necesario y en maniobras de contención que crean pequeños momentos mágicos, como la escenificación de Nochevieja. Un juego de lenguas que revaloriza la esfera privada de la pareja en choque cultural constante debido a una sentida supremacía económica. [75/100]
Álvaro Martín
© Revista EAM / Enviado especial a la 60ª edición de la Seminci