Evasión y Victoria
Crónica de la séptima jornada de la 48ª edición del Festival de Sitges.
Poco a poco va acercándose el final de esta edición número 48 del Festival de Sitges. Aún quedan unas cuantas sorpresas que mostrar, bien sea dentro de la Oficial Fantàstic Competiciò, o en las secciones paralelas, que nos han mostrado algunas de las más interesantes películas de todo el certamen. Hoy fue un día más bien tranquilo, en lo que respecta a la cantidad de espectadores. La mayoría, eso sí, tenía muy presente, entre ceja y ceja, cuál sería la obra imprescindible, la más interesante de la jornada. A primera hora, se proyectaba Victoria, del director alemán Sebastian Schipper, un filme que ha despertado muchísima curiosidad y expectación debido no solo a la presencia de la actriz española Laia Costa, premiada en la Academia Alemana por el papel protagónico que interpreta; estamos ante uno de esos esfuerzos titánicos en conseguir una meta más lejana, una pequeña y revolucionaria innovación. El mayor mérito del director, en este caso, ha sido rodar la cinta enteramente en un solo plano secuencia, sin artificios, sin engaños mediante efectos digitales y postproducción. Cada segundo que se presencia es la propia materia que se filmó, y esta manera de hacer cine merece todos los aplausos, pues es, ni más ni menos, que la búsqueda de la perfección. Victoria ha sido criticada por algunos aspectos referentes a la cohesión de su guion, un vertiginoso viaje en la hedonista noche berlinesa que no acaba de despertar tanta admiración como la pura técnica; pero en todo caso, contó con tantos defensores como detractores, y lo cierto es que no pasó indiferente.
Vimos, además, otras propuestas sumamente interesantes, aunque no hayan levantado tanta ansiedad entre los asistentes. Nos referimos, por ejemplo, a Schneider vs. Bax, una comedia extraña, dirigida por Alex van Warmerdam, responsable de la premiada Borgman. También se exhibió una ambiciosa película surcoreana de género policíaco y artes marciales, Veteran (Ryoo Seung-wan, 2015), en la que un aguerrido agente de policía se enfrentaba a una corrupta corporación; y, posteriormente, —en compañía del propio director— Angelica (Mitchell Lichtenstein), una correcta y en algunos momentos curiosa historia de fantasmas durante la época victoriana, en una Inglaterra sumamente moralista y represora de algo tan natural como el deseo sexual o la búsqueda del progreso, protagonizada por Jena Malone (Donnie Darko). Quizás lo más interesante de la tarde fue la adaptación de la novela La dame dans l'auto avec des lunettes et un fusil por el dibujante de cómic y escritor Joann Sfar; detrás del título, tan evidente como atractivo, está una historia de poderosa y sensual evocación visual, a medio camino entre Hitchcock y Lynch.
VETERAN
베테랑, Ryoo Seung-wan, Corea del Sur / Oficial Fantàstic Òrbita.
Uno de los temas más abordados en la cinematografía —y uno de los más presentes en el Festival de Sitges de 2015— remite a toda clase de narraciones mitológicas, pasajes bíblicos y hechos históricos. Algo tan sencillo como la confrontación entre el elemento benigno y el elemento maligno han nutrido miles de historias en expresiones artísticas de toda índole. Se dice que lo más atractivo de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes, 1605), es que su protagonista es un hombre bueno; un hombre que es capaz de llevar a cabo lo que nosotros no sabríamos hacer, pero del modo que a nosotros nos gustaría hacerlo. Representa la incorruptibilidad, al fin y al cabo. Y tal extremo de una virtud es, casi, digna de adoración. Precisamente este pequeño binomio Bien-Mal es el que sirve como inspiración para el largometraje Veteran (2015), del surcoreano Ryoo Seung-wan, estrenada dentro de la sección Oficial Fantàstic Òrbita. La premisa de la que hablamos se hace evidente desde su comienzo. Se nos muestra a un agente de policía (Jeong-min Hwang), rudo pero de buen corazón, que trabaja arduamente junto a su equipo para desarticular bandas de robo de vehículos en Seúl. Por artefactos del azar, su camino llega a cruzarse con un humilde padre de familia, quien sufre las vejaciones e impagos de una empresa constructora. Nuestro protagonista, que encarna la pura rectitud moral en persona, habrá entonces de enfrentarse al heredero de esta malvada empresa, un ególatra y ligeramente psicopático multimillonario (interpretado por Ah In Yoo), la abyección hecha carne. Esta especie de enfrentamiento —en clave de comedia—, de proyecciones cósmicas, entre dos personajes que funcionan como meros receptáculos de un posicionamiento ético tiene como culmen una espectacular lucha de artes marciales. El poco inspirado sentido del humor aquí mostrado apela prácticamente a lo clásico, a Buster Keaton, pues la risa pretende ser provocada por un paso en falso, una caída o similares, pero a años luz de tal referente. Es este aspecto el que influye sobre toda la cinta, de más de dos horas de duración, con un desenfadado aroma a las exhibiciones de Jackie Chan en los años 90, en las que el argumento, por muy rebuscado que fuese, al final no tenía ninguna importancia, más allá de contextualizar ligeramente las coreografías de lucha. En la presente obra el guion pretende ser profundo mediante una deliberada búsqueda de la complicación y la situación alambicada, pero fracasa en su intento, pues tanta información sobra en una historia cuyo único objetivo es entretener. Lo que el espectador de Veteran se encontrará es la lucha entre un humilde hombre recto y un perverso acaudalado. Con un poco de imaginación, puede leerse en clave sociopolítica, pero quien así lo quisiera pensar, probablemente estaría muy ocupado presenciando las patadas voladoras y persecuciones. [58/100]
LA DAME DANS L'AUTO AVEC DES LUNETTES ET UN FUSIL
Joann Sfar, Francia / Oficial Òrbita.
Hace algunos días, hacíamos mención a la celebrada frase de Jean-Luc Godard, según la cual «todo lo que se necesita en una película es un arma y una mujer». Esto quiere decir que, más allá de lo evidente, deben presentarse elementos aislados, de manera paralela o complementaria, que cuando confluyan provoquen un conflicto, pues es en aquel momento donde establecen una identidad propia en la reafirmación frente al otro. Y la resolución o irresolución del conflicto podrá acabar con una intensidad ascendente, descendente o plana. En cualquier caso, lo que el espectador no conoce debe provocar indagaciones y estimular su imaginación mientras se desarrolla el metraje, generando además, en la cabeza de este, una película simultánea.
Hoy hemos podido ver La dame dans l'auto avec des lunettes et un fusil, interesante producto de la mano del polifacético autor francés Joann Sfar. Novelista, dibujante o guionista de cómics, Sfar implementa sus ideas sin dedicarse exclusivamente a un tipo de formato o lenguaje. Como cinematógrafo se ha atrevido a autoadaptarse (Le chat du rabbin, 2011, basado en su propio cómic homónimo); abordar en celuloide el trabajo literario de otros autores, como la imprescindible obra El profeta (Khalil Gibran, 1923) o, refiriéndonos al caso que nos ocupa, la novela de Sébastien Japrisot. La excelente interpretación de Freya Mavor transmite desde la primera toma la intensidad de este relato, que evoca unos cuantos encomiables trabajos cinematográficos precedentes. El inicio, al más puro estilo Hitchcock, presenta a Dany, una joven empleada de un estudio de publicidad (durante los años 60) que decide “tomar prestado” el automóvil de su jefe (encarnado por el también cantante Benjamin Biolay) durante un fin de semana e ir al sur, ver la playa. En este recorrido de semi-huida, parece ser víctima de algún tipo de broma extraña, pues en todo lugar en el que para, los presentes afirman haberla visto el día anterior. Es en este momento donde comienza una suerte de persecución entre Dany y sus dudas acerca de la locura, con un plantel de personajes y entornos que recuerdan a dos de las más interesantes películas de Hal Hartley, Henry fool (1997) y Fay grim (2004). En una intención de acercarse al cómic original, el montaje consta de fragmentaciones en la pantalla, mostrando eventos paralelos o diferentes enfoques de uno mismo, cuyo conjunto segrega una enorme sensualidad, a través del movimiento de la cámara y las curvas sinuosas, los colores encendidos de la fotografía, todo acompañado, además, de una gran banda sonora, que acentúa con potentes ritmos cada uno de los momentos relevantes en esta road movie por el sur de Francia. Lo que no resulta del todo convincente es la última parte del guion, aquella en que debería resolverse el misterio, como en una novela de Agatha Christie Aquí, el desenlace ocurre de manera atropellada, menos por torpeza que por prisa o necesidad de ajustarse al metraje establecido. Un elemento que, sin embargo, no destruye los aspectos positivos de La dame dans l’auto avec des lunettes et un fusil. [70/100]
SCHNEIDER VS. BAX
Alex van Warmerdam, Países Bajos / OF Competición.
Decía un poema de Miguel Hernández «Ando sobre rastrojos de difuntos / y sin calor de nadie y sin consuelo / voy de mi corazón a mis asuntos» como lamentación ante la pérdida y la tristeza del duelo. Tal compartimentación de la sensibilidad humana ha podido encontrarse hoy en la nueva película de Alex van Warmerdam. Un par de años atrás, el director obtuvo gran éxito con la reivindicable Borgman —fue premiada en la edición de 2013 de este festival—, y esta mañana se ha mostrado Schneider vs. Bax (2015), en medio de la sección Oficial a competición, con no demasiada expectación (quizás opacada por culpa de Victoria, estrenada casi a la misma hora). Esta es la historia del enfrentamiento al que hace referencia el propio título. Se nos presenta a un hombre llamado Schneider, casado y padre de dos hijas, quien lleva aparentemente una vida normal. Tras recibir una llamada el día de su cumpleaños, se revela para el espectador como un experto y frío sicario, cuyo objetivo es el asesinato de un tal Bax, escritor adicto a las drogas que se refugia en una cabaña del pantano. Con una premisa tan sencilla y previsible, exhibida en algunas otras películas del estilo —véase Assassins, de Richard Donner y guion de los hermanos Wachowski, similar a la que nos ocupa—, se despliegan aquí algunos elementos que resultan bastante interesantes e innovadores para el género. Por una parte, el estilo de la narración, a priori un tanto desconcertante para algunos, funciona con una visión muy particular de la comedia, no tanto por las situaciones aisladas y diálogos que pueden dar pie al humorismo, sino la aparición y acumulación de personajes en pantalla —que entran y salen sin aportar nada determinante a la trama—, formando un tejido de varias capas que se acerca más al teatro del absurdo que a algo convencional. Si en la teoría es satisfactorio, tal vez en la práctica se puede concebir como una torpeza a la hora de redactar el guion. Por otra parte, el movimiento de lógica interna de los personajes funciona con una intencionalidad casi unidireccional, lo que significa que sus acciones no son demasiado permeables a los giros argumentales. Tanto Bax sus familiares, abuelos, hermanas, ex parejas que entran en pantalla parecen responder a ningún código ético que los humanice, causando cierta sensación de extrañamiento.
El filme apuesta por una fotografía más bien sencilla pero muy eficaz, con planos funcionales —y estéticamente correctos— para mostrar cada una de las escenas de esta persecución a baja velocidad en la que Schneider como Bax tratan por todos los medios de no involucrar sus relaciones familiares y afectivas con los asuntos de carácter, digamos, profesional a los que se enfrentan. Es en esta irrupción de la parte afectiva donde se muestra la brecha de vulnerabilidad de los protagonistas y los nutre también de una mayor carga de profundidad. Todos estos elementos se mezclan de manera no del todo armoniosa, y provocan que se forme una visión incompleta de toda la película. Destacan de manera autónoma ciertos diálogos, el sentido del humor —pese a lo forzado de algunas situaciones— o algunos planos especialmente inspirados, pero el total no acaba de sobresalir. [65/100]
Luis Enrique Forero Varela
© Revista EAM / 48ª edición del Festival de Sitges