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    Cine Alemán Siglo XXI

    Festival de Sitges 2015 | Día 4. Críticas: Love 3D + Sunrise

    Love

    Passion neon

    Crónica de la cuarta jornada de la 48ª edición del Festival de Sitges.

    Hoy, 12 de octubre, Sitges ha amanecido con una densa y variada agenda, que no pierde ni un ápice de solidez y frescura, aun en el cuarto día de proyecciones. La crítica cinematográfica y el público continúan muy atentos a cada uno de los eventos; claro ejemplo es la alta cantidad de asistentes a la película que abrió la jornada. Resulta bastante sencillo realizar juicios a priori, basarse en un conocimiento aproximado o en determinada apreciación de una representación estética para construir un muro a su alrededor, sin dar pie a la duda. Porque no hay comportamiento más humano que la búsqueda de certezas, sobre todas las cosas. Maggie (2015) [crítica], la primera película de Henry Hobson —vinculado al mundo cinematográfico desde los confines tangenciales como diseñador de créditos—, parecía no tener demasiado que ofrecer, más allá de los consabidos mecanismos de una película de género, el azote de una infección masiva. Y tal juicio preliminar, estaría equivocado. Esta historia, protagonizada por un Arnold Schwarzenegger diametralmente alejado de los papeles con los que configuró y sostuvo un tipo de modelo representativo muy concreto, encarna aquí, de manera convincente, a un padre de familia que intenta mitigar el sufrimiento de su hija, tras ser contagiada del virus mortal. Y es este el elemento sorpresivo: la posibilidad de construir, con una buena fotografía y un guión ligeramente distinto a lo habitual, una correcta película de zombies, que perfectamente podría tratar sobre el SIDA o una enfermedad terminal.

    Pero, a pesar del correcto resultado de Maggie, hoy la expectación general estaba concentrada específicamente en un director particular, cuyas credenciales hablan por sí solas, generando siempre tanta polémica y rechazo como admiración, allá dondequiera que vaya. El cineasta argentino residente en Francia Gaspar Noé ha estrenado hoy su más reciente película, en un festival no tan acostumbrado a recibir este tipo de producciones tan personales de cine de autor —pero recuérdese la apuesta del director Ángel Sala por equilibrar y fundir de manera orgánica el género fantástico y de terror con algunos de los grandes nombres de la cinematografía mundial—. Love (2015), en formato 3D, venía precedido de cierta controversia, debido a la presencia de escenas de sexo real y explícito en las más de dos horas de metraje. Hubo quienes lo definieron como porno, cometiendo, en opinión del que suscribe estas letras, una equivocación, pues la pornografía tiene unos códigos intrínsecos y una intencionalidad definida y, en cambio, en esta película se ahonda en una reflexión acerca de a pérdida, el relativismo y la ambigüedad en las relaciones humanas.

    Para completar una muestra de la amplitud de posibilidades ofrecidas, en la sección Noves Visions Plus tuvimos la oportunidad de asistir a una no tan ambiciosa ni polémica, pero sí interesante producción cinematográfica. El director indio Patho Sen-gupta ha estrenado su seguunda película, Sunrise (2014), tras su paso por el Festival de cine de Tribeca, donde obtuvo críticas favorables. En una lluviosa y lóbrega Bombay —auténtico protagonista del filme—, un oficial de policía busca sin descanso a su hija desaparecida, colocándose en la difícil situación de no desfallecer ante la angustia y registrar los barrios marginales, luchando por encontrar sosiego a su torturada alma. Por si fuera poco, hoy en la tarde Sitges enseñó una parte su apuesta por alcanzar un marco de entretenimiento y artes audiovisuales más amplio. Se presenta especial atención a las más interesantes series de televisión, productos que han dejado atrás el complejo de pequeño formato, elevando progresivamente su prestigio y calidad. Hoy le ha tocado el turno a Fear the walking dead, una serie paralela —no exactamente un spin off ni una precuela— a The walking dead, que emplea un acercamiento más íntimo al conflicto provocado por la reciente diseminación del virus. Durante los próximos días veremos avances de las nuevas temporadas de, por citar dos ejemplos, The knick, la esteticista aproximación a la medicina de principios del siglo pasado dirigida por Steven Soderbergh, o Fargo, brillante versión libre del microcosmos creado por los hermanos Coen, cuya segunda temporada se enfrenta a cumplir las expectativas generadas por el gran éxito de la primera.

    Love

    LOVE 3D

    Gaspar Noé, Francia / Oficial Fantàstic - Sesiones especiales.

    […] no te salves
    no te llenes de calma
    no reserves del mundo
    sólo un rincón tranquilo […]
    Mario Benedetti.

    Se dice que el objetivo exacto de la poesía y el cometido del poeta no tiene nada que ver con el del inventor. El poeta no busca decir nada nuevo, sino decirlo de un modo nunca antes escuchado. He ahí la obsesión constante. Todos los temas posibles ya se inventaron en la mitología clásica, en Homero y en la Biblia, considerando esta última como un buen libro de ficción. La llegada del Cine, una de las grandes invenciones de la Revolución Industrial, supuso la posibilidad de ampliar el aparato de estructuras formales. Teniendo en cuenta estas consideraciones previas, ahora debemos pensar de manera paralela en el porqué de los desnudos del colectivo FEMEN. ¿Es una reivindicación de la identidad femenina? Por supuesto. Pero el acto político de utilizar el cuerpo como soporte genera un simbolismo de intencionalidad: la desinhibición del discurso y su presentación frontal. Por estas dos vías, afirmamos que Love, la nueva película de Gaspar Noé, no solamente utiliza el sexo explícito para sonrojar a los mojigatos y atraer a los curiosos. Aparte de la posible opción de presentar estas escenas como un buen reclamo de atención, un puñetazo sobre la mesa, lo que se pretende transmitir es una declaración de intenciones; esto es, abordar de manera directa el enorme conjunto de paisajes sensoriales presentes en las relaciones interpersonales humanas.

    Este filme, el cual ha generado una elevada expectación no solamente por sí mismo, aisladamente, sino también debido a la polémica que siempre acompaña a Noé, autor de obras imborrables de la retina del espectador, como Irreversible (2002), narra, mediante una basculante disposición temporal, la génesis, el esplendor y la debacle de la relación amorosa entre Murphy y Electra —atención especial a las implicaciones psicosociales de ambos nombres—, casi como si se tratase de una crónica, mostrando los rincones más vergonzosos, a partir del recuerdo melancólico del protagonista, ya inmerso en otra vida sentimental. Al ritmo de las sutilmente voluptuosas Gymnopédies (cuya raíz griega remite a la desnudez, al erotismo) del intrigante compositor Erik Satie, asistimos a la búsqueda del paraíso perdido, pues detrás de toda evocación existe un afán implícito de repetición. A diferencia de Nymphomaniac (Lars Von Trier, 2013), aquí no se pretende una teorización pseudointelectual del deseo; este es simplemente un elemento importante dentro de la macroestructura. La constante de movimiento pendular que se genera entre sus dos protagonistas traza un mapa de la afectividad, deja marcas como palabras en braile, cuyas consecuencias provocan una mutación en la representación mental y la función emocional que tiene uno en el otro. La fotografía, que aboga por utilizar planos que obliguen, como un reto, a mantener la mirada, se nutre, además, del artificio innecesario —todo hay que decirlo— del 3D, que causa una curiosa complicidad con el espectador durante las escenas sexuales. No debe confundirse esta película con pornografía. Recuérdese que aquí los cuerpos no se agitan inertes como marionetas; caminan por su propia voluntad, siguiendo los movimientos oscilantes en la devastación de su universo compartido. [80/100]

    Sunrise

    SUNRISE

    Partho Sen-Gupta, India / Noves Visions Plus.

    No hay nada más atractivo para la voluntad de expresión de la obra artística que el sufrimiento. Ya lo decía el ruso León Tolstói en la primera página de su imprescindible novela Anna Karenina: “Todas las familias, dicen, se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”. Partiendo de esta premisa, pensamos en la existencia del conflicto como elemento dinamizador de la narración cinematográfica. Este pilar se solidifica con mayor potencia cuando, dentro del plano psicológico, se elimina la posibilidad del duelo. La desaparición del ser querido provoca una agonía infinitamente mayor a su propia muerte, y es esta la dinámica de la que se sirve el director indio Partho Sen-gupta para su segunda película, Sunrise, estrenada dentro de la sección Noves Visions Plus. Si durante muchos años, sobre todo en el siglo XIX, se sobreexplotó —de la mano de las potencias imperialistas— la imagen de esta ciudad como colorido y aromático paraíso exótico, en este caso se nos presenta Bombay como una ciudad absolutamente hostil, sucia y oscura, asediada constantemente por una inmisericorde y plomiza lluvia que todo lo anega, que difumina los contornos de las cosas. Esta identidad, muy palpable, se comporta casi como un personaje dentro de la trama, que comparte protagonismo con un oficial de policía de mirada adusta y pocas palabras, interpretado contundentemente por el actor Adil Hussain. Joshi, quien —irónicamente—trabaja en la sección policial de servicios sociales, ha sufrido en carne propia la tragedia del secuestro y desaparición de su hija Aruna (Komal Gupta), crimen que ha provocado un grave impacto psicológico. Mientras que la mujer de Joshi parece suspendida en un delirio de repetición del momento pretérito, negando la terrible verdad, este ha optado por dedicarse enteramente a la búsqueda, con un comportamiento obsesivo que pronto empieza a alejarlo de un comportamiento normativo. En medio de la dosificada violencia, presente en la ciudad como el pan de cada día, se encuentra un reducto de inocencia en un grupo de niñas sometidas a la explotación sexual. Incluso en circunstancias atroces, que no acaban de entender con total claridad, son todavía capaces de albergar gestos de ternura o solidaridad las unas con las otras.

    La ambientación de Sunrise —un título irónico, pues la mayoría del film transcurre bajo una perpetua lluvia nocturna—, trabajo del director de fotografía Jean-Marc Ferreire,recuerda en ocasiones a la opresiva geografía onírica y fluorescente de la brillante Only God forgives, del danés Nicolas Winding Refn. El Bombay descrito aquí también respira violencia a punto de estallar por todas partes, con una estética de la acumulación, pues la intencionalidad de Partho Sen-gupta es generar un microentorno dentro de otro; es decir, la atormentada cabeza de Joshi, en obsesivo movimiento por el espacio urbano. He aquí una propuesta sorprendente, muy críptica, quizás carente de un contornos mejores definidos, pero sin ninguna duda, recomendable. [70/100]


    Luis Enrique Forero Varela
    © Revista EAM / 48ª edición del Festival de Sitges


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