La risa como arma
crítica de El novato (Le nouveau, Rudi Rosenberg, Francia, 2015).
Que la adolescencia es una etapa clave de la vida no es ningún secreto. En ella se forjan, no sólo los primeros lazos afectivos sólidos fuera del ámbito familiar, sino también la propia personalidad. Por supuesto, en ningún caso se trata de un paso definitivo, pero sí de un avance de gran importancia que, para bien o para mal, tendrá consecuencias en el futuro. Por ello, muchos son los cineastas que, embriagados por una vigorosa nostalgia, deciden echar la vista atrás, dando lugar a obras tan distintas como Rebelde sin causa (1955), El club de los cinco (1985) o Las ventajas de ser un marginado (2012). Por la frescura que requiere, se trata de una temática especialmente propia de realizadores jóvenes, muchos de los cuales la eligen para su primer largometraje. Este es precisamente el caso del francés Rudi Rosenberg, recién receptor del Premio Nuevos Directores del Festival de San Sebastián gracias a una de las pocas comedias de una sección en la que todos parecen querer transmitir más de lo que pueden. Su sorprendente Le nouveau cuenta la historia de un chico adolescente que debe cambiar por enésima vez de colegio —o sea, de amigos e incluso temperamento— y, por consiguiente, empezar de cero (con las dificultades que esto conlleva). Bien es sabido que el patio del colegio tiene poco de cuna de hermanitas de caridad: quien no muerde, termina siendo mordido, a menos que tenga una pandilla bajo la que resguardarse. Y, claro, un chico nuevo carente de autoestima es el blanco perfecto, pero la película prefiere reducir el dramatismo al mínimo y pasar rápidamente a la acción más irresistiblemente burlesca.
Réphaël Ghrenassia interpreta con la perfecta combinación de ternura y carisma a Benoît, el chico nuevo que da título al filme. Pronto conocerá a la dulce Johanna (Johanna Lindstedt), el resabido Constantin (Guillaume Cloud-Roussel), la avispada Aglaée (Géraldine Martineau) y el simpático Joshua (Joshua Raccah), todos ellos marginados por motivos tan crueles como diversos y obligados a subsistir por sí mismos en un ambiente más hostil de lo esperado. Aunque los amigos que el protagonista necesita están delante de sus narices, los gamberros del colegio son demasiado atrayentes como para no ponerlos por delante… Y ahí empiezan los problemas. Porque, como todos hemos hecho alguna vez, Benoît sólo es consciente de la marginación cuando es él quien la padece. Así, cometerá sus primeros errores, pero también aprenderá sus primeras y valiosas lecciones. A fin de cuentas, los pasillos escolares se distinguen poco de la vida real, siendo una perfecta introducción a la misma. De este modo, el colegio se convierte en un universo en sí mismo, lo que explica la práctica ausencia de figuras paternales: el tío Greg (al que da vida el popular cómico francés Max Boublil) es el único adulto significativo, precisamente porque aún posee el corazón de un niño. Rosenberg no necesita ninguna estrella para contar su historia, si bien sus cinco infantes tienen aquí una valiosa plataforma para convertirse en una (especialmente el risueño Raccah, quien sólo necesita unas pajitas para despertar auténticas carcajadas).
«Maravillosamente escrito por Igor Gotesman, Bruno Muschio y el propio Rosenberg, el guion de Le nouveau está lleno de detalles que harán resplandecer los hoyuelos más impunes».
Aunque no es en absoluto el realismo, sino la pura diversión, lo que empuja el relato, este no sería ni de lejos tan hilarante de no contener momentos tan reconocibles por todo aquel que ha pasado por las aulas. Sin importar cuánto tiempo haya transcurrido desde entonces. ¿Quién no recuerda haber pasado mensajitos secretos en papeles arrugados de un lado a otro de la clase o hacer lo imposible por ser invitado a la fiesta de los mismos populares a los que en realidad se detesta? Al final, los momentos más divertidos de la película no son los más exagerados, sino precisamente aquellos que hacen explotar los recuerdos. Maravillosamente escrito por Igor Gotesman, Bruno Muschio y el propio Rosenberg, el guion de Le nouveau está lleno de detalles que harán resplandecer los hoyuelos más impunes. Empero no por ello menosprecia Le nouveau la seriedad de su tema principal, que no es otro que la dificultad de tantos niños y no tan niños por encajar en una sociedad llena de parámetros rígidamente establecidos. Quizá una crítica más dura al acoso escolar —así como a la ceguera de los supuestos supervisores adultos— habría sido la guinda del pastel, pero a veces la risa es la mejor arma para combatir los problemas del mundo: la comedia, pese a su irreverencia, es el modo perfecto de hacer llegar el mensaje al buzón correcto. Y es que, aunque los grandes realizadores siempre nieguen la existencia de mensajes en sus obras, el de esta es tan bello como preciso: más vale disfrutar de la propia vida que dificultársela a los demás… Y hay que empezar por ser uno mismo.
«El baño de optimismo en el que nos sumerge Le nouveau invita a tomarse los problemas pasados con filosofía y afrontar el futuro con valentía. Sin borrar la sonrisa del rostro».
Como prueba la impresionante ovación que recibió en el Zinemaldia por parte de espectadores de todas las edades, Le nouveau es un canto de apoyo al diferente que no debe quedarse entre las paredes del colegio. Pese a que todos aprendemos la teoría de pequeños, la sociedad actual conlleva un triste y constante rechazo a todo aquel que se sale de la norma; un sentimiento que, directa o indirectamente, acompaña a los seres humanos a lo largo y ancho de todos los instantes importantes de su fugaz existencia, desde los asuntos laborales hasta la vida social; un sentimiento que parece instar a olvidarse de uno mismo para abrazar la normalidad. Pero, ¿qué es la normalidad? ¿Existe siquiera? Probablemente, nadie se considere del todo normal cuando lo piensa con calma y, aun así, muchos son los que se lamentan por no serlo. A menudo, el mejor recurso para hacer frente a la marginación es contar con el apoyo menos esperado, pues la unión, no sólo hace la fuerza, sino que también vuelve innecesario el uso de esta, pero la película hace hincapié en la responsabilidad de uno mismo de cara a hacerse un hueco en un mundo que no regala nada. Habiendo padecido el papel de “novato” en su infancia, Rosenberg ha querido honrar a todos esos niños marginados en el colegio por motivos de discapacidad, género o procedencia, pero es consciente de que maldecir el pasado sirve de poco y, en lugar de dejarse llevar por un sentimiento de venganza hacia los abusones —no, no hay palabra más culta para referirse a ellos—, da un brioso grito de esperanza. El baño de optimismo en el que nos sumerge Le nouveau invita a tomarse los problemas pasados con filosofía y afrontar el futuro con valentía. Sin borrar la sonrisa del rostro. | ★★★★ |
Juan Roures
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Francia, 2015, Le nouveau. Director: Rudi Rosenberg. Guion: Igor Gotesman, Bruno Muschio, Rudi Rosenberg. Productoras: Récifilms / Cinéfrance 1888 / Mars Films. Fotografía: Nicolas Loir. Montaje: Julie Lena. Reparto: Réphaël Ghrenassia, Joshua Raccah, Géraldine Martineau, Guillaume Cloud-Roussel, Johanna Lindstedt, Max Boublil, Eythan Chiche, Gabriel Nahum, Ismaël Mandile, Arthur Grégoire, Iléana Courbey, Yiling Luo. Presentación oficial: Festival de San Sebastián (Nuevos Directores).