La serie que se convirtió en franquicia
crítica de CSI: Las Vegas (2000-2015).
CBS / CSI: Crime Scene Investigation / 15 temporadas y un especial: 337 capítulos | EE.UU, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015. Creador: Anthony E. Zuiker. Directores: Kenneth Fink, Richard J. Lewis, Alec Smight, Danny Cannon, Brad Tanenbaum, Louis Shaw Milito, Jeffrey G. Hunt, Frank Waldeck, Phil Conserva, Martha Coolidge, David Grossman, Duane Clark, Bill Eagles, Terrence O'Hara, Paris Barclay, Michael Nankin, Eagle Egilsson, Lou Antonio, Thomas J. Wright, Charles Correll, Peter Markle, Deran Sarafian, Michael Slovis, Christopher Leitch, Karen Gaviola, otros. Guionistas: Anthony E. Zuiker, Carol Mendelsohn, Ann Donahue, Don McGill, Naren Shankar, Richard Catalani, Josh Berman, Dustin Lee Abraham, Sarah Goldfinger, Christopher Barbour, Tom Mularz, David Rambo, Elizabeth Devine, Andrew Lipsitz, Allen MacDonald, Melissa R. Byer, Treena Hancock, Evan Dunsky, Gavin Harris, Jacqueline Hoyt, Danny Cannon, Jerry Stahl, Eli Talbert, Andrew Dettmann, Bradley Thompson, David Weddle, Douglas Petrie, Michael Daley, Corinne Marrinan, Joe Pokaski, Judy McCreary, Bob Harris, Henry Alonso Myers, Daniel Steck, otros. Reparto: Eric Szmanda, George Eads, Robert David Hall, Paul Guilfoyle, David Berman, Jorja Fox, Marg Helgenberger, Wallace Langham, William Petersen, Gary Dourdan, Jon Wellner, Archie Kao, Larry Mitchell, Elisabeth Harnois, Ted Danson, Liz Vassey, Elisabeth Sue, Marc Vann, Laurence Fishburne, Louise Lombard, Joseph Patrick Kelly, Alex Carter, Larry Sullivan, Sheeri Rappaport, Conor O`Farrell. Fotografía: Christian Sebaldt, Crescenzo G.P. Notarile, Frank Byers, Michael Barrett, Michael Slovis, Cort Fey, Nathan Hope, Jonathan West, Nelson Cragg, otros. Música: John M. Keane.
Resulta complicado hacer una crítica de una serie que lleva 15 años en antena y que ha lanzado hasta tres spin-offs, sumando casi 800 capítulos de televisión y cambiando para siempre un subgénero (el policíaco episódico) y hasta espoleando otro (el policíaco centrado en los científicos). CSI: Las Vegas se ha despedido con dignidad tras 335 entregas con un episodio doble apropiadamente titulado Immortality, y tras una cancelación indirecta que evidenciaba que la franquicia había visto mejores momentos. Y es que lo que Anthony E. Zuiker planteó allá por septiembre del 2000 fue toda una revolución: centrar el estudio de un caso y su consiguiente resolución en la historia que contaban las pruebas. Su paso casi visionario fue sacar la acción de las comisarías y centrarla en los laboratorios de forenses científicos, con los ya clásicos planos-detalle de las muestras recogidas en la escena del crimen y la reconstrucción tridimensional basada en las diferentes teorías que cada uno iba exponiendo. Una propuesta que se ha convertido en lugar común con el paso de los años, pero que en su momento era un riesgo (controlado, para qué negarlo) que el poderoso productor Jerry Bruckheimer y los ejecutivos Les Moonves y Nina Tassler corrieron, convirtiéndose en una de las más afortunadas decisiones de su carrera.
Esta decisión de centrar la acción y desarrollo de los casos en los forenses científicos y criminalistas hacía que la historia central arrancara con fuerza, traduciéndose en un éxito tanto de público como de crítica, con múltiples nominaciones a los Emmy y los Globos de Oro durante las primeras cuatro temporadas (y un Premio de la Unión de Actores al Mejor reparto en drama en 2005), tanto para la serie en sí como para William Petersen y Marg Helbenberger, poseedores de dos grandes personajes en Gil Grissom y Catherine Willows, líderes de un equipo de impecable dinámica grupal y que sufrió multitud de cambios a lo largo de los años, algo suponemos que inevitable. Por lo novedoso de la propuesta, la manera de plantear los crímenes parecía fresca y original entrega tras entrega, con sospechosos/as, circunstancias y resoluciones sorprendentes. La serie puede además presumir de haber mantenido un nivel de calidad bastante alto durante seis temporadas, con asesinos en serie y villanos puntuales memorables. Amén de haber parido algunas obras maestras catódicas –The Strip Strangler (1.23), Slaves of Las Vegas (2.8), Identity Crisis (2.13), Stalker (2.19), Harvest (5.3)–, algún que otro gran personaje (Lady Heather) y de haber atraído hasta el mismísimo Quentin Tarantino, fan declarado del personaje de Grissom y que tuvo bastante libertad para jugar en el emocionante desenlace de la quinta temporada, Grave Danger parts 1&2 (5.24/25), que escenificaba el secuestro y rescate de Nick Stokes, enterrado vivo. Por si fuera poco, en 2002 se lanzó CSI: Miami (2002-2012) a través del excitante episodio Cross-Jurisdictions (2.22), y nacieron así los spin-offs que consolidaron el aspecto franquicia de toda la operación. CSI: Nueva York (2004-2013) se lanzó a través de CSI: Miami y la reciente CSI: Cyber (2015-) en la serie madre de nuevo, concretamente en el episodio Kitty (14.21). Los cross-overs han sido frecuentes en la saga, haciendo que tanto Raymond Langston como D.B Russell –sucesivos líderes del equipo criminalista tras la salida de Grissom en 2009– viajaran a las otras ciudades protagonistas para investigar casos que pasan fronteras. Es ahí donde la dimensión más monetaria y menos creativa empezó a hacer mella de manera irremediable a la hora de realizar la narrativa de cada episodio.
«La serie puede además presumir de haber mantenido un nivel de calidad bastante alto durante seis temporadas, con asesinos en serie y villanos puntuales memorables».
El arranque de la séptima tanda escenificó un ataque contra Catherine –clásica y recurrente estrategia de implicar a los protagonistas en algún duro drama personal para atraer espectadores– y jugó con algo establecido en la temporada anterior, el culmen de una historia improbable sobre el papel: el romance de Grissom y Sarah, una de los más importantes subtramas emocionales. Y como casi todo lo bueno, la racha se fue extiguiendo y la chispa empezó a ser más intermitente que fija, insuflando en algunos casos un sentido del humor que hacía más daño que otra cosa y una fórmula de repetición –inevitable en cierto sentido– que afectó a los crímenes y cómo se resolvían. El desfile de posibles culpables, autopsias hiperrealistas, interrogatorios, montajes musicales donde la ciencia daba las respuestas y flashbacks que finalmente aclaraban el crimen se convirtieron en lugares comunes, peajes prescindibles. En medio, una de las mejores figuras villanescas de toda la franquicia en la Asesina de las Miniaturas y la preparación para lo que sería el principio del fin. Y es que las deserciones consecutivas comenzaron, primero con la de Jorja Fox (temporal), luego con el despido de Gary Dourdan por hacerse públicas sus adicciones y finalmente con el adiós de William Petersen, una pérdida que hizo daño porque Gil Grissom es uno de esos personajes que hacen historia y al que muchos adoran. Su reemplazo fue nada más y nada menos que el excelente actor Laurence Fishburne, cuyo genetista Raymond Langston cargaba un interesante pasado y planteaba la posibilidad de estudiar el gen de la psicopatía.
La rutina se había apoderado ya de todo, así que las temporadas de 22 entregas solo contenían un par de episodios estimulantes, muchas veces por estar centrados en las diferentes historias continúas entre los personajes que por los entresijos de los misterios de quién-y-por-qué. El fin del contrato de Fishburne propició casi sin quererlo uno de los destinos más crueles y apropiados para un personaje importante en toda la historia de CSI: Las Vegas y trajo sangre fresca con el fichaje de Ted Danson, reconvertido en solvente actor dramático gracias a la grandiosa Daños y perjuicios (2007-2012) y posteriormente de Elisabeth Shue, sustituyendo en mitad del año a Marg Helgenberger, cuyo personaje sí tuvo un trabajado arco de salida de varios episodios. En este punto ya la mayoría del reparto restante ponía el piloto automático a la hora de interpretar a sus personajes. Las nuevas dinámicas eran difíciles de creer y ante todo quedaba una sensación de corrección y mera profesionalidad que se notaba desde lejos.
«Una despedida agridulce pero digna, consciente de la envergadura de su propósito y que es capaz de conjurar algunas de las mejores sensaciones de una ficción seriada que ha llegado a ser uno de los negocios televisivos más sólidos y populares del mundo».
Romances de oficina, ocasionales vistazos a las vidas privadas de los personajes, perfiles definidos de manera tosca, problemas de jurisdicciones y rangos, reflexiones sobre lo mucho que un trabajo así afecta al carácter y una estructura de tres actos que apenas dejaba espacio para ningún tipo de sorpresa. Eso es lo se ofrecía cada semana. Se trataron todos los temas posibles, se presentaron las progresivas novedades en el campo de la criminalística, y en algún momento tenía que acabar. Tras las salidas de Brass y Nick –en los finales de la 14ª y 15ª temporada, respectivamente–, la cadena concedió a Zuiker la oportunidad de despedir su primera creación con un episodio doble que devolvía con astucia a Grissom, Catherine y Brass a la ciudad, resolvía algunos flecos pendientes y establecía una respuesta clara para muchos fans. No ha sido redondo como desenlace, pero en realidad no podía serlo, unos puntos finales algo descompensados pero al menos no aturullados. Y así CSI: Las Vegas dice adiós para siempre con la sensación de que la vida prosigue y los criminales seguirán siendo atrapados gracias a lo que dicen las pruebas. Una despedida agridulce pero digna, consciente de la envergadura de su propósito y que es capaz de conjurar algunas de las mejores sensaciones de una ficción seriada que ha llegado a ser uno de los negocios televisivos más sólidos y populares del mundo. | ★★★ |
Adrián González Viña
© Revista EAM / Sevilla