Las heridas del primer combate
crítica de 6 years (Hannah Fidell, 2015).
El micromundo que constituye cada relación de pareja es visto desde fuera como un misterio insondable. Un pequeño universo poblado de manías, gestos cómplices, costumbres auto asumidas, rutinas y encontronazos que se expanden, se contraen y tienen el característico peligro de poder quebrarse en cualquier momento, como todo lo que rodea las relaciones humanas. Grabada con voluntad de estilo y desde una perspectiva intimista cercana al indie, 6 years, el segundo largometraje de Hannah Fidell, nos sumerge en los cambios de una pareja de veinteañeros que, en consonancia con el nombre de la obra, llevan seis años juntos y se enfrentan a una temporada de cambios y decisiones importantes en sus vidas. Protagonizada por una estupenda Taissa Farmiga en el papel de Melanie y un también destacable Ben Rosenfield en la piel de Dan, nos encontramos con una película que aunque no sorprende ni rompe moldes en su género dramático, resulta envolvente, honesta y expresiva al relatar una historia cuyos conflictos internos consiguen que los espectadores podamos sentirnos identificados. A través de una narración lineal y haciendo un uso práctico del montaje paralelo, los planos cerrados y las atmósferas domésticas, Fidell nos propone ser testigos al milímetro del comienzo del caos, de la quiebra de la estabilidad amorosa ante una época de alteraciones para la pareja protagonista.
¿Cuáles son los condicionantes de cada decisión tomada? ¿Qué delgada línea separa la ambición del egoísmo? ¿Hasta qué punto somos capaces de perdonar o justificar los actos de la persona amada? La directora y guionista cuestiona estos parámetros y muchos otros —la evolución de las relaciones sexuales a lo largo de los años, las nuevas inquietudes o sentimientos de atracción que pueden surgir hacia personas ajenas a la pareja, las ambiciones profesionales individuales, la conciliación de horarios en un mundo cambiante, etc...—. El primer punto de giro de 6 years —y detonante de la serie de hechos que llevan a la pareja a una espiral de malentendidos y frustraciones— se trata de la atractiva oferta de trabajo que recibe Dan: un importante puesto en una compañía discográfica, algo con lo que siempre sonó dada su afición a la música y a los bares de rock´n´roll. Este protagonista debe decidir entre mudarse a Nueva York o permanecer junto a Mel en la ciudad donde se criaron y donde crecieron, su patria común. Así, el transcurso de esta película es un viaje por los pensamientos de los protagonistas, a menudo salpicados por las dudas y culpabilidades del mito del amor romántico —¿es ilícito ver porno para mejorar el deseo sexual?, ¿es posible luchar contra las pulsiones más íntimas?, o, ¿comporta siempre el amor una serie de inherentes sacrificios?—. La cámara se aproxima a ellos hasta el punto que los espectadores podemos percibir sus dudas ante el futuro, notar su desaliento, comprobar la violencia de algunas de sus reacciones o la ferocidad de sus impulsos, mientras simultáneamente nos preguntamos si la voluntad de continuar junto a una persona que queremos es suficiente cuando las cosas comienzan a oscurecerse.
«Porque, además de una película sobre el amor, los conflictos personales y los problemas en una pareja de larga duración, 6 years es sobre todo una película acerca de las decisiones. Las complejas, cambiantes y a veces irreversibles decisiones humanas, que cierran puertas, abren ventanas y ramifican el futuro en caminos obtusos que más tarde, ya no se pueden desandar».
6 years no ofrece nada especialmente novedoso, ni aporta una temática nunca antes vista en pantalla, ni intenta ir más allá de plasmar un drama personal frecuente y cotidiano, especialmente en personas jóvenes. Pero son precisamente su espontaneidad, la frescura de las actuaciones de los dos protagonistas y su naturalismo intimista los que la convierten en una película cercana, sociológicamente interesante, cero pretenciosa y muy convincente, gracias sobre todo al realismo de sus diálogos y a la cercanía de sus planos. La perspectiva que Hannah Fidell imprime a su historia es su gran valor añadido, frente a otros dramas amorosos simplones y que profundizan mucho menos en las estructuras psicológicas de sus personajes. Podemos afirmar que el proceso paralelo que sufren Mel y Dan se trata de una especie de denigración personal y mutua, ya que cuando algunos planes, sueños o convicciones sostenidas que los dos tienen sobre la vida que esperan construir juntos o el comportamiento que buscan recibir de su pareja se quiebran, salen a la luz reacciones inesperadas, instintos animales y conductas nada sencillas de reconducir. Otro de los rasgos de la obra a considerar es la manera en la que, desde dentro, la narración es capaz de evocar ese desasosiego existencial que surge de la mano de la dependencia emocional, esos miedos que atraviesan el estómago para quedarse mientras el mundo sigue avanzando y es necesario decidir, avanzar, replantearse la propia vida. Porque, además de una película sobre el amor, los conflictos personales y los problemas en una pareja de larga duración, 6 years es sobre todo una película acerca de las decisiones. Las complejas, cambiantes y a veces irreversibles decisiones humanas, que cierran puertas, abren ventanas y ramifican el futuro en caminos obtusos que más tarde, ya no se pueden desandar. En vistas de seguir presenciando la andadura cinematográfica de una joven y talentosa Hannah Fidell, así como del trabajo interpretativo de Taissa Farmiga y Ben Rosenfield, nos quedamos con la sensación de no haber descubierto la pólvora, pero sí de sentir la catarsis y la carga emotiva existentes tras una relación que se tuerce. Una historia que puede ser tuya, mía, de cualquiera. Y cuyo dolor se queda alojado en las entrañas más allá de los créditos finales. | ★★★ |
Andrea Núñez-Torrón Stock
© Revista EAM / Santiago de Compostela
Ficha técnica
Estados Unidos, 2015, 6 Years. Director: Hannah Fidell. Guión: Hannah Fidell. Productora: Duplass Brothers Productions / Arts+Labor. Presentación oficial: South by Southwest (Austin). Música: Julian Wass. Fotografía: Andrew Droz Palermo. Reparto: Taissa Farmiga, Ben Rosenfield, Joshua Leonard, Lindsay Burdge, Peter Vack, Jennifer Lafleur, Dana Wheeler-Nicholson, Jason Newman, Molly McMichael, Nathan Zellner, Catherine Lawrence Kinslow, Haroula Rose.