El cielo sobre Hawái
crítica de Aloha (Cameron Crowe, 2015).
Hubo un tiempo, cada vez más lejano, que el nombre de Cameron Crowe iba asociado a buenas historias, donde el humor y el drama se compensaban de forma armoniosa, con excelentes diálogos y maravillosas bandas sonoras. Más de 25 años han pasado desde Un gran amor (1989), aquel inolvidable debut que nos dejó la imagen icónica de John Cusack declarando su amor bajo la ventana de su chica mientras levantaba sobre su cabeza un enorme radiocasete en el que sonaba la canción In Your Eyes, de Peter Gabriel. Un título emblemático sobre de la Generación X —Solteros (1992)—, una taquillera comedia sentimental de trasfondo deportivo montada a mayor gloria de Tom Cruise —Jerry Maguire (1996)— y un sentido homenaje a la música rock de los 70 que, tal vez, sea su obra más personal y redonda —Casi famosos (2000)—, fueron la triunfal antesala de un puñado de títulos bastante más olvidables —especialmente ese Vanilla Sky (2001) que con tan poco tino perpetró como remake de nuestra Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997)— que fueron perdiendo, progresivamente, cualquier atisbo del encanto agridulce de los mejores tiempos de Crowe. La reciente llegada de Aloha (2015), lejos de remontar el nivel de su carrera, sumerge al cineasta de Palm Springs en uno de los mayores descalabros artísticos y comerciales de lo que llevamos de 2015.
El primer escollo con el que se tropieza Crowe es su propio guion. Un suicidio creativo que cimenta una simplona comedia sentimental en la que la gracia brilla por su ausencia y sus personajes se muestran desdibujados y carentes de una progresión dramática convincente. Y eso, a pesar de que los actores encargados de interpretarlos tienen las suficientes tablas como para levantar el proyecto más disparatado. Así, un Bradley Cooper que actúa en esta ocasión bajo las leyes del mínimo esfuerzo, anteponiendo la infalibilidad de su brillante mirada azul y una amplia sonrisa a prueba de bombas, a cualquier tipo de recital interpretativo, se mete en la piel de Brian Gilcrest, un contratista militar norteamericano de exitoso pasado que es destinado a Hawái para supervisar el lanzamiento de un satélite destinado, en teoría, para telecomunicaciones móviles. Tras doce años sin pisar el archipiélago, el protagonista se encuentra, cómo no, con un antiguo amor —Rachel McAdams y ese cansino repertorio de miraditas de cordero degollado que lleva explotando desde los tiempos de El diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004)— que ha rehecho su vida junto a un piloto de las Fuerzas Aéreas de pocas palabras (desaprovechado aunque entrañable John Krasinski), formando una familia con dos hijos. Para completar el cuadro sentimental, la extrovertida y guapa capitana Allison Ng, (mitad hawaiana, mitad asiática) encarnada, en un error de casting por el que el propio director terminaría pidiendo perdón, por una Emma Stone a la que ni su innegable carisma puede camuflar lo forzado de su registro cómico —solo hay que ver la ridícula escena en la que se marca un baile con un Bill Murray que desperdicia, tristemente, su talento en un desdibujado rol de villano de pacotilla— , es la encargada de ser la guía de Gilcrest por la isla, circunstancia que sirve de excusa para ofrecer la enésima guerra de sexos con la tensión sexual no resuelta como motor. Pues bien, una vez puestos todos los personajes sobre la mesa, Crowe parece no tener ni idea de qué hacer con ellos, presentando un confuso ir y venir de todos ellos, perdidos en un batiburrillo de secretos del pasado que se ven venir desde el minuto uno, reproches y recelos que se alargan sin sentido durante casi dos fatigadas horas.
«Simplona comedia sentimental en la que la gracia brilla por su ausencia y sus personajes se muestran desdibujados y carentes de una progresión dramática convincente».
Es en su indefinición argumental y de tono donde Aloha encuentra, en última instancia, su mayor lastre. En un intento imposible de enriquecer su previsible historia de enredos amorosos, Crowe mezcla en la receta pequeñas (e inofensivas) dosis de crítica política, una leve e inverosímil subtrama de intriga militar —con un histriónico y muy gritón Alec Baldwin ejerciendo de alto mando e innecesarias tomas espaciales en cuyos efectos especiales, sin ser gran cosa, intuimos que se fue gran parte de los 37 millones de dólares de presupuesto, a todas luces exagerados para un proyecto de estas características— , y un superficial retrato del estilo de vida hawaiano que hace hincapié en su carácter más místico y flower power, con danza del Hula y ceremonias ancestrales incluidas. Ésto último propicia que Aloha se vea beneficiada (algo es algo) por una fotografía de Eric Gautier alegre y colorista que, no obstante, tampoco termina de explotar al máximo la belleza de los paisajes de Hawai. Gracias a éstos, no se puede negar que la cinta sea agradable a la vista y que, pese a la endeblez de su argumento, a Crowe se le escape, de manera muy puntual, alguna línea de diálogo inspirada que nos recuerda el gran guionista de antaño. También es evidente el habitual amor que el realizador profesa hacia sus criaturas, aun cuando éstas carecen de la suficiente entidad dramática como para trascender en el recuerdo del mismo modo que lo hicieran los de sus primeros filmes. Por todo ello, resulta triste reconocer que una obra como Aloha, construida con mucho más corazón que inteligencia, bien podría haber sido la mancha más grande en su currículum, de no existir la inefable Vanilla Sky para ostentar tan dudoso honor. Seguramente, si la película estuviese firmada por un director menos personal que Crowe, se le hubiese perdonado a ésta muchas de sus debilidades. Y es que Aloha puede ser un trabajo fallido, descompensado e indudablemente almibarado, pero tampoco sería justo negar que, dentro de su imperfección, funciona mínimamente como pasatiempo ligero y simpático, tan medido en su objetivo de no ofender a nadie como desprovisto de cualquier carga irónica o de mala baba. | ★ |
José Antonio Martín León
© Revista EAM / Madrid
Ficha técnica
Estados Unidos. 2015. Título original: Aloha. Director: Cameron Crowe. Guión: Cameron Crowe. Productores: Cameron Crowe, Scott Rudin. Productoras: Columbia Pictures / Twentieh Century Fox Film Corporation / Regency Entreprises. Fotografía: Eric Gautier. Música: Jónsi & Alex. Montaje: Joe Hutshing. Dirección artística: Peter Bork. Reparto: Bradley Cooper, Emma Stone, Rachel McAdams, John Krasinski, Bill Murray, Alec Baldwin, Danny McBride, Danielle Rose Russell, Jaeden Lieberher, Bill Camp.