Así empezó en Los Ángeles
crítica de Fear the Walking Dead | Episodio piloto.
AMC | EE.UU, 2015. Director: Adam Davidson. Guión: Robert Kirkman & Dave Erickson. Reparto: Kim Dickens, Cliff Curtis, Frank Dillane, Alycia Debnam-Carey, Maestro Harrell, Keith Powers, Lincoln A. Castellanos, Elisabeth Rodríguez, Lorenzo James Henrie. Fotografía: Michael McDonough. Música: Paul Haslinger.
Cuesta acercarse a Fear the walking dead con la mirada limpia y sin tener en cuenta cuestiones que van más allá de la pura calidad de la serie. Este spin-off de The walking dead (2010-) retrocede en el tiempo hasta el estallido de la catástrofe que convierte a las personas en muertos en vida que comen carne humana y pasa a centrar la acción en la soleada ciudad de Los Ángeles y así en otro grupo de personajes, con una familia hecha de remiendos de dos familias como núcleo central alrededor del cual empezar a construir los conflictos. AMC confirma así su condición de cadena descaradamente preocupada por hacer caja –todas lo están, pero lo disimulan mejor– y ha debutado esta historia de acción paralela con bastante rápidez (empezó a tomar forma a mediados de diciembre del año pasado, tras meses y meses de rumores y preparación), teniendo lista la primera temporada de la serie, de seis entregas lista para que deje paso al estreno de la sexta de The walking dead. Que además tenga ya firmada una segunda temporada de 15 entregas hace pensar que AMC quiere tener el dominio zombi durante 31 domingos al año (con los 16 episodios habituales de la ficción originaria), y que la parte creativa de todo el asunto es la que más está sufriendo en este aspecto, aunque el resultado, todo hay que decirlo, es estupendo en última instancia.
Fear the walking dead lleva la firma de uno de los escritores de los cómics en que se basa la serie madre –y ocasional guionista de la misma– Robert Kirkman, y de Dave Erickson, que se curtió en la notable Hijos de la Anarquía (2008-2014) durante varias temporadas, lo cual se nota para bien en el tratamiento de unas relaciones nada complacientes. No asusta hincar el diente en un conflicto doloroso (la adicción del hijo mayor de una familia cuyo padre es en realidad un padrastro que no encaja con los jóvenes de la casa), lo cual habla bien de las intenciones de estos responsables. Pero está claro que su mera existencia la ha propiciado la lujuria por los índices de audiencia más altos posibles, como ya pasara con Breaking bad (2008-2013) y su brillante escisión Better Call Saul (2015). Una lujuria que se ha visto correspondida más allá de lo imaginable, firmando el mejor debut de la historia para una serie por cable y abriendo con éxito el camino a varios meses de programación zombie. De ahí emerge una de las grandes cuestiones, referente a si la nueva serie tiene alguna oportunidad de autonomía y éxito fuera del circuito fan. Está claro que a AMC eso poco le importa, pero este crítico no ve la serie madre y se encontró tenso, emocionado, intrigado y muy entretenido ante este enérgico arranque, 61 minutos que no pesan y que si acaso pecan de algo es de su propia autoconciencia de spin-off de The walking dead. Es decir, de ofrecer una sensación de anticipación sin dejar de jugar con las expectativas de la audiencia, como una gigantesca introducción que sabes va a terminar en puntos suspensivos.
Sin embargo, antes de llegar a esos puntos suspensivos –con zombie progresivamente demacrado– tenemos que empezar a tener sentimientos por los personajes, de ahí que su situación sea tan complicada de entrada y por separado veamos que funcionan con independencia y tienen su mundo propio. La música de Paul Haslinger, en especial los puntuales momentos donde la inquietud crece con unas notas melódicas, ayuda a crear el clima de extrañamiento que este producto de terror busca, describiendo la calma segundos antes de una tormenta cuyos primeros chispazos se van filtrando sabiamente por los guionistas. Todo pensado para funcionar como lo hace, un artefacto de partes bien pensadas que deja con ganas de más, aunque su ejecución es una decisión tan transparentemente tomada basándose en razones equivocadas que hay que destacarlas para entender mejor el mundo del espectáculo y su lógica interna, aunque lo dicho no pillará de nuevas a nadie. 80/100.
Adrián González Viña
© Revista EAM / Sevilla