La adicción como la enfermedad menos piadosa
crítica a Nurse Jackie (2009-2015).
Showtime / 7 temporadas: 80 capítulos | EE.UU, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015. Creadores: Evan Dunsky y Liz Brixius & Linda Wallem. Directores: Paul Feig, Jesse Peretz, Brendan Walsh, Randall Einhorn, Steve Buscemi, Seith Mann, Bob Balaban, Linda Wallem, Adam Bernstein, Keith Gordon, Abe Sylvia. Guionistas: Liz Brixius, Linda Wallem, Evan Dunsky, Clyde Phillips, Liz Flahive, Tom Straw, Ellen Fairey, Rick Cleveland, Abe Sylvia, Carly Mensch, Heidi Schreck, Mark Hudis, Christine Zander, otros. Reparto: Edie Falco, Merritt Wever, Paul Schulze, Stephen Wallem, Anna Deavere Smith, Peter Facinelli, Dominic Fumusa, Ruby Jerins, Mackenzie Aladjem, Eve Best, Arjun Gupta, Betty Gilpin, Lenny Jacobson, Harry L. Seddon, Katie Flahive. Fotografía: Joe Collins, Bill Colleman, Christopher LaVasseur, Vanja Cernjul, otros. Música: Lisa Coleman & Wendy Melvoin, Pat Irwin.
A veces de unas circunstancias desafortunadas puede salir algo muy bueno. Evan Dunsky escribió un guión pensado como un bastante oscuro drama de una hora sobre la adicción lleno de alucinaciones, pero el proyecto fue finalmente rechazado. Cosas de Hollywood, se dio la oportunidad de convertirlo en algo ligeramente distinto y así hacerlo más atractivo para una cadena. En 2008, Showtime estaba cimentando su imagen de marca como la cadena de las protagonistas femeninas no convencionales, y un proyecto como éste era perfecto. En manos de Liz Brixius y Linda Wallem, la idea de Dunsky se convirtió en Nurse Jackie, negra comedia de media hora donde se recogía la doble vida de una enfermera impecable en su trabajo, con una galopante adicción a las drogas y cero remordimientos por ello. Una adicta con todas las letras, que interpretada por la sobrenatural Edie Falco (ganadora del Emmy por la serie en 2010) logra hacer las mayores barbaridades capítulo tras capítulo sin que podamos desentendernos de ella. Podemos odiarla y despreciar su actitud, o justificarla amparándonos en los males de la enfermedad que es la adicción, pero existe una atracción casi malsana por ver lo lejos que es capaz de llegar en su destructivo comportamiento.
Nurse Jackie comienza con un aire de ensueño que nunca terminó de sacudirse del todo. Alucinaciones como efecto del consumo y un aire de comedia etéreo que combinaba sensibilidad y tacto con brusquedad, sin que el resultado fuera irregular. De hecho, acuñó un tono muy peculiar, que hacía que Brixius y Wallem comandaran una comedia dramática o un drama con tintes de comedia negra que era verdaderamente única e intransferible. Un tono donde tenían cabida los mayores extremos y donde los intérpretes se movían en una elaboradísima coreografía de diálogos y acciones, ofreciéndonos información sobre sus personajes tanto por lo que decían como por lo que hacían. Los guionistas nos introdujeron en una situación que ya llevaba un buen tiempo teniendo lugar, y aunque existe el personaje de la novata enfermera Zoey (extraordinaria Merritt Wever, actriz con un gran instinto que ganó un merecido Emmy en 2013) como puerta de entrada a la realidad del hospital, no se usa para que todo esté claro, sino para que su desconcierto sea nuestro desconcierto, mientras aprendemos las dinámicas personales y las varias sorpresas que están por venir. La jefa Gloria Akalitus, los doctores Cooper y O`Hara (gran personaje ésta última), los enfermeros Thor y Mo-mo y el encargado de la farmacia Eddie, involucrado en lo que él considera una relación con Jackie, y que para ella solo es una manera de conseguir su preciado botín.
Durante varias temporadas, y gracias a ese tono milagroso que las co-creadores forjaron y nunca perdieron, era imposible no adorar a Jackie. Era estupenda en su trabajo, mantenía dos vidas separadas a la perfección y decía y hacía lo que muchos desearíamos (desde tirar por el váter la oreja de un imbécil a decirle a una niña repelente cosas terribles a la cara). Nunca supimos con exactitud el origen de su adicción (se apunta pero no sabemos si es la única verdad, o si es verdad del todo), y durante varios años se planteó lo inaudito, y es que esta persona podía funcionar de la mejor de las maneras con el colocón bien en lo alto. Era parte del plan original no mandar a la protagonista a rehabilitación, y esto se nota. Y es tan loable como peligroso, porque aunque no glorifica la actitud de la mujer, puede dar a entender que ser un drogadicto funcional es una opción de vida que uno puede mantener sin grandes consecuencias. De cara a la comedia, se tradujo en un estado constante de sorpresa, donde cada sabia decisión nos cogía desprevenidos y los astros estaban claramente del lado de Jackie. El pasado de adicciones de las co-creadoras y de la propia Falco facilitaba el carácter casi mítico, y a la vez de descripción realista, de un estado perpetuo de falsa felicidad (con lo onírico y la presencia de la religión como temas frecuentes). Un equilibrio precario para el personaje central, pero que siempre sacaba hacia delante con una disposición extraordinaria. Así, Nurse Jackie fue una especie de milagro durante 36 capítulos, una perfecta amalgama de todo lo que la televisión por cable permite hacer y el ejemplar resultado de tener un plan en la mente y ejecutarlo con aplomo, talento y las cosas claras.
Pero en la cuarta temporada, todo cambió. Entró en la línea argumental la rehabilitación de la protagonista, una historia que fue incorporada por petición de Falco, que veía con miedo como el comportamiento de su personaje era aplaudido por la gente (según la actriz, más de una persona le dijo con orgullo que vivía igual que Jackie) y lo último que quería cómo alcohólica en recuperación era alentar una conducta así. Y el tándem Brixius-Wallem dejó Nurse Jackie tras dicha temporada, que además sufrió un recorte de dos episodios. El tiempo ha dejado entrever que su salida pudo estar potenciada por la nueva dirección de la cadena, que con David Nevins al frente de la división de entretenimiento desde 2010 quiso cambiar esa política de “no-rehabilitación” de la protagonista. Sea como fuere, las mujeres entregaron una decena de episodios estupenda, dejando un personaje más que memorable por el camino (el administrador del hospital Mike Cruz, al que dio vida un soberbio Bobby Cannavale) y pasando el testigo a quien sería el encargado de llevar la serie durante tres temporadas más y hasta el logrado desenlace: Clyde Phillips, en una trabajo nada sencillo y que se ha saldado de muy buena manera, aunque la comedia sufriera evidentes transformaciones. Un poco más de sexo, algunas tramas sentimentales y el abandono del peculiar carácter de Grace (magnífica Ruby Jerins) en favor de una auténtica rebelión adolescente (drogas incluidas), algo para complicar la existencia de Jackie como mujer sobria y en constante lucha por no dejar de estarlo.
«Tiene mérito mantener durante tantas temporadas y sin excesivas moralinas o ensañamientos la historia de una drogadicta que no desea especialmente dejar de serlo. Nurse Jackie pasará a la galería de las grandes de Showtime, y lo hará con toda justicia».
Las consecuencias más directas fueron el descuido de algunos personajes (Kevin y sobre todo Fiona dejaron de existir) y un desequilibrio en el tono general, algo entendible cuando existe un cambio de responsables y se posee una identidad tan distintiva. Durante un par de años probamos la vida de Jackie como persona limpia y responsable, y así vimos que la realidad para un ex-adicto es bastante complicada, ya que su entorno nunca es el mismo y la gente está decepcionada con sus antiguas decisiones y constantes mentiras. Algo entendible pero que sentíamos casi como una ofensa personal, pues nuestra protagonista no trataba de hacer daño directamente a nadie. Eso sí, los guionistas nunca justificaron completamente la conducta de Jackie –ni la buena ni la mala– amparándose en su adicción, sino que con el tiempo que dan 80 entregas pudieron hurgar en quién era la mujer, qué la hacía reaccionar, la conmovía o enfurecía. Es una madre, una ex-esposa, una novia, una profesional y ante todo una Enfermera. Es un mantra o una realidad, no se sabe con seguridad. Su combinación de desbordante humanidad con lo profundo que podía llegar en el ansia del siguiente subidón servía la tensión que ha vertebrado siempre Nurse Jackie, aunque los personajes de Zoey o Gloria también hayan podido brillar y alcanzar la tridimensionalidad, ayudadas en todo caso por el inusual talento de las actrices que les dan vida.
Quizá el resto que se movía alrededor del planeta protagónico perdiera algo de potencia y la serie ya no fuera tan efectivamente coral (la salida de Eve Best hizo su parte de daño), y en ocasiones se mareaba bastante la perdiz con la tensión del “¿consumirá o no consumirá?” y plantando nuevos puntos bajos a los que Jackie podía llegar, pero Phillips supo mantener fijada la comedia hasta llegar a su desenlace natural, una séptima temporada bien planeada desde el comienzo (Eddie en pleno frenesí de amor, Gloria como enemiga, el hospital con fecha de caducidad por la compra del lugar) y que culmina con un desenlace ajustadísimo, que retoma el tema religioso que la serie tenía en sus comienzos. No es redondo ni mucho menos, pero tiene con la ambigüedad necesaria para espolear debates y no dar una respuesta definitiva, aunque pueda parecer que sí lo hace. Tiene mérito mantener durante tantas temporadas y sin excesivas moralinas o ensañamientos la historia de una drogadicta que no desea especialmente dejar de serlo. Nurse Jackie pasará a la galería de las grandes de Showtime, y lo hará con toda justicia. | ★★★★ |
Adrián González Viña
© Revista EAM / Sevilla