Segunda jornada de la 17ª edición del Festival de cine alemán
por Juan Roures (Madrid)
Tras la ligera decepción inaugural que supuso Las mentiras de los vencedores, quedaba en manos de la segunda jornada remarcar las cualidades de esta 17ª edición del festival. Y esta cumple, con creces, su cometido con dos filmes sorprendentes. Indudablemente menos ambiciosos que la obra de apertura pero, precisamente por eso, mucho más concisos y acertados. Cuando fuimos reyes y About a girl son dos películas de temática aparentemente opuesta (la primera se centra en el crimen callejero y la segunda en la crisis existencial) que coinciden en presentar el mundo a través de la mirada de un adolescente enfrentado a la cruda realidad de la vida —y la muerte— con excesiva prontitud. Ambas convencerán a los amantes de sus respectivos géneros, aunque el sorprendente encanto de About a girl la convierte en una candidata clara (aunque, por supuesto, prematura) a mejor cinta del certamen.
About a girl
Mark Monheim, Alemania, 2014
«¿Qué harías si pudieras vivir para siempre?», pregunta la desorientada Charleen a Linus. «Nada, porque no importaría», responde él antes de contraatacar: «¿y si fueras a morir mañana?». «Nada, porque no importaría», emula ella. En efecto, la vida está para vivirla tal y como es. Y eso es algo que About a girl, primer largometraje de Mark Monheim, refleja con humilde primor. Apasionado por la fotografía, la narración y la música rock, el cineasta atañe a la prematura pérdida de su madre su interés por abordar temas serios con humor y esperanza. Así, la adolescente Charleen decide poner fin a su vida de la noche a la mañana, dejando en shock a familiares y amigos. Por suerte para todos (e imprescindible para que el realizador no se encontrara ante otro corto, claro), fracasa en el intento, encontrándose ante una nueva oportunidad de disfrutar de la savia del universo. Pero lo que podría aparentar ser una caprichosa búsqueda de atención se torna en un verdadero grito de madurez al conocerse las motivaciones de un personaje que, sencillamente, no ve sentido a una existencia que, tarde o temprano, llegará a su fin de todos modos. Así, pese a la persistente clave de humor del delicioso guion de Martin Rehbock y el propio Monheim, el tema examinado por ambos es el más difícil que se puede abordar hoy en día: ¿realmente merece la pena la vida humana?
Por supuesto, la cinta carece de respuestas concretas a incógnitas milenarias, pero es valiente a la hora de explorarlas. Resulta, eso sí, difícil no acordarse de la dulce Bajo la misma estrella, pero, considerando que ambas cintas vieron la luz prácticamente a la vez en esquinas opuestas del globo, resulta inapropiado hablar, ya no de plagios, sino de inspiraciones siquiera (si bien el calcado plano de los protagonistas tumbados en posiciones opuestas insta a la investigación). Aunque una parte del intento de suicidio y la otra del cáncer, las dos obras exploran las reacciones de chicos y chicas comunes —aunque extraordinariamente ingeniosos— enfrentados a la muerte con excesiva premura. Para ello, mientras la exitosa cinta de de Josh Boone tenía en el tándem Shailene Woodley-Ansel Elgort una relación tan singular como emotiva, About a girl cuenta con los no menos expresivos Jasna Fritzi Bauer y Sandro Lohmann. Ellos encarnan a dos adolescentes marginados, melancólicos y perspicaces que aprenden a contrarrestar la desesperación que determinadas cuestiones vitales pueden despertar en las nostálgicas tardes de lluvia.
Pero Charleen y Linus no son los únicos personajes de interés de la cinta. Y es que, a diferencia de las dos obras anteriores reseñadas en este festival, About a girl cuida con mimo a todos y cada uno de los seres que crea. Así, Aurel Manthei, Simon Schwarz, Sandro Lohmann, Amelie Plaas-Link y Dorothea Walda interpretan sus roles con credibilidad y afecto, apoyados por un guion que cede a cada uno su momento de gloria (o, mejor dicho, la oportunidad, no sólo de exponer su personalidad, sino de justificarla). Emulando a la ya icónica Juno (2007), About a girl presenta un grupo cerrado de personajes con roles determinados que —bien por simpatía, bien por rechazo— se ganan nuestro interés desde el primer fotograma. Huyendo de los tópicos pero limitada a un terreno representativo poco arriesgado, la película despierta risas y lágrimas por igual y se atreve a debatir sobre complejos temas con refrescante honestidad y recóndita pureza. «¿Sabes qué es lo contrario de la muerte?», pregunta la protagonista a su amigo al término de la narración. Nada mejor que ver esta pequeña joya tragicómica para empezar a averiguarlo. [85/100]
Cuando fuimos reyes
Wir waren Könige. Philipp Leinemann, Alemania, 2014
Galardonado por el jurado de Austin, este drama policial es la segunda propuesta de Philipp Leinemann tras Transit, por la que ganó el Young German Cinema Award en el Festival de Múnich en el 2010. Cuatro años después, el cineasta se muestra mucho más seguro de sí mismo y capaz de sacar adelante una obra repleta de variados personajes y complicados momentos de acción sin descuidar ni a unos ni a otros. Gracias a la habilidad con que dirige su propio guion, un tema tan manido como el conflicto entre cuerpos de élite y bandas callejeras resulta vibrante y atractivo de principio a fin. A ello ayuda la perfecta factura técnica, que nos sumerge en un mundo oscuro en la línea de Asuntos sucios (1990) y Tropa de élite (2007), pero es en las decisiones de casting donde encontramos el mayor triunfo. Así, junto a Ronald Zehrfeld (Phoenix) y Misel Maticevic (En las sombras) encontramos innumerables actores tan desconocidos como prometedores que, además de llenar de realismo las escenas más cotidianas, afrontan con aplomo aquellas menos ordinarias.
Como ya se ha aventurado en el prólogo, gran parte de los acontecimientos se muestran a través de los ojos ingenuos de un niño para el que las violentas rencillas entre los jóvenes del barrio representan un ejemplo a seguir y una meta a alcanzar. Y, como Uno de los nuestros (1990), Camino a la perdición (2002) y otros innumerables títulos nos han enseñado con anterioridad, la curiosidad suele matar, no solo al gato, sino a todo el que pilla por delante. Desgraciadamente, las motivaciones del joven personaje resultan poco claras debido a un contexto difuso y un carácter casi lerdo que dificulta la identificación del espectador con él. Sin duda el excesivo número de personajes perjudica tanto a la historia del chaval en búsqueda de su lugar en el mundo como a las de los demás, pero el rítmico montaje consigue que ninguna de ellas llegue a naufragar, confeccionando una compleja tela de araña del fosco mundo que explora. Además, el escaso pero aprovechado tiempo en pantalla de héroes y villanos (a menudo separados por una línea invisible) resulta suficiente para, al menos, clarificar las aspiraciones de todos ellos. Al partir de una trama ya vista y prescindir de innovaciones formales, pocas son las sorpresas ofrecidas por Cuando fuimos reyes, pero menos aún los momentos en que la vibrante cinta pierde la atención de un espectador que apenas tiene tiempo para respirar. Y, calidad aparte, resulta improbable que muchos largometrajes del certamen puedan presumir de esto. [65/100]