Primera jornada de la 17ª edición del Festival de cine alemán
por Juan Roures (Madrid)
A un paso de la mayoría de edad, el Festival de Cine Alemán vuelve con fuerza a la capital madrileña, dispuesto a demostrar que Alemania no sólo va por delante a nivel económico. Fomentado por German Films con el apoyo de Goethe Institut y la Embajada de la República Federal de Alemania de Madrid, el certamen propone una selección tan atractiva como variada de títulos germanos estrenados entre el 2014 y el 2015 pero generalmente inéditos en España. La esperada primera jornada ha estado marcado por el frágil rostro de Lilith Stangenberg, coprotagonista de la película inaugural pero protagonista absoluta del cartel de la 17ª edición del festival, con el que no ha dudado en hacerse una fotografía que enviar a su abuela. Bien acompañada de su director, el mucho más experimentado Christoph Hochhäusler, la joven ha presentado Las mentiras de los vencedores, un thriller centrado en la investigación de un extraño caso de envenenamiento entre las tropas aliadas en Afganistán. Con esta cinta da comienzo una selección que, al menos sobre el papel, no podría resultar más interesante.
Las mentiras de los vencedores
Die Lügen der Sieger, Christoph Hochhäusler, Alemania, 2014.
Presentada sin pena ni gloria en los pasados certámenes de Roma y BAFICI, el cuarto largometraje de Christoph Hochhäusler ha seguido los ya clásicos pasos de las películas inaugurales: ofrecer un ligero entretenimiento y ganarse una tibia acogida. Y es que, por loables que fueran las intenciones de su coguionista (junto a Ulrich Peltzer) y realizador, resulta imposible ignorar que Las mentiras de los vencedores intenta abarcar mucho más de lo que sus pequeños brazos le permiten. Y eso que, en principio, el objetivo de Hochhäusler era claro: mostrar el trabajo periodístico y denunciar cómo se confecciona la opinión pública (así lo ha expuesto él en la rueda de prensa posterior a la proyección y en la entrevista concedida a EAM que será publicada próximamente). En opinión del realizador y ensayista —faceta latente en la cinta—, el cine europeo no ha concedido al periodismo la importancia que merece, quedando a años luz de clásicos americanos como Todos los hombres del presidente (1976), claro referente de esta obra. Pero han pasado casi cuatro décadas desde el oscarizado filme de Alan J. Pakula y el pesimismo se ha impuesto a la esperanza porque, en palabras del propio Hochhäusler, por desgracia esta siempre es mayor de lo que la verdad nos ofrece.
Como no podría ser de otra manera, la creación de la película conllevó una elaborada investigación periodística. Y eso que, a diferencia de la mayoría de obras maestras del subgénero mediático, Las mentiras de los vencedores no parte de un acontecimiento concreto, sino que conjuga distintos hechos reales en una historia ficticia. Precisamente por eso, la trama carece de verdadero interés y termina perdiendo la atención de un espectador abrumado por la infinitud de temas abarcados (o, mejor dicho, planteados). Poco ayuda la escasa atención que reciben unos personajes obtusos con los que resulta difícil identificarse porque, en su mayoría, son tan desconocidos al final como lo eran al principio. Así, pese a los esfuerzos de Florian David Fitz y la mencionada Lilith Stangenberg (quienes encarnan, no sólo a la pareja protagonista, sino básicamente a los únicos personajes mínimamente interesantes), las historias personales entremezcladas con la acción resultan pasmosamente irreverentes. Sin embargo, conviene resaltar que, si bien lejos de resultar sorprendente, la relación entre los dos protagonistas ofrece algunos de los momentos más seductores de la cinta, apoyada por el contraste, no sólo entre los personajes, sino entre los intérpretes que los encarnan. Así, la soltura ante la cámara de él (protagonista, entre otras muchas, de otro filme presentado en este mismo certamen: Tour de force) se antepone a la elegancia teatral de ella, quien se enfrenta a su primer rol protagónico más allá de los escenarios.
Superviviente de la desperdigada Escuela de Berlín, Christoph Hochhäusler pasó por Cannes con The City Below (2010) pero aún no se ha ganado a la crítica internacional. Y no será Las mentiras de los vencedores la que lo logre. Así se reflejó en una rueda de prensa donde se habló mucho más de ambición que de auténtico éxito. De todos modos, aunque la obra esté lejos de ser un triunfo, tampoco es en absoluto un fracaso ni merece desprecio alguno: resultados aparte, la cinematografía europea necesita valientes como Hochhäusler que luchen por sacar adelante cintas capaces de hacer frente a la hegemonía estadounidense. Además, apenas tres días después del Día del Periodista, resulta agradable encontrarse una película que, pese al inevitable cinismo, presente al periodismo como un servicio público y no sólo como un nido de hipocresía. Lástima que se deposite tanto esfuerzo en lanzar un mensaje nada nuevo (¡sí: la altas esferas del mundo son satánicas, ya lo sabemos!) y tan poco en concretar situaciones y desarrollar personajes que, en manos de los mismos intérpretes, podrían dar mucho más juego. [55/100]