¿Quién iba a decir a Alonso Ruizpalacios que su primer largometraje, rodado en blanco y negro con un reparto desconocido y bajo presupuesto por las calles de México, se alzaría como vencedor en la 57ª edición de los Premios Ariel? El día del estreno probablemente nadie, pero desde entonces la cinta ha conquistado a crítica y público a lo ancho y largo del globo: mejor ópera prima en Berlín, mejor film latinoamericano y obra favorita de la juventud en San Sebastián (donde un servidor tuvo la ocasión de disfrutarla y votar por ella), mejor nuevo director y mejor fotografía en Tribeca… Vamos, que nadie atento al panorama festivalero debería haberse sorprendido cuando esta sorprendente ópera prima obtuvo doce nominaciones de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. De hecho, los cinco galardones finalmente recibidos casi saben a poco, aunque incluyen los más relevantes: película, director, fotografía, sonido y, por supuesto, ópera prima.
«Ganar algo así en un país fracturado, donde todo se está perdiendo, significa mucho más», afirmó Ruizpalacios, quien aprovechó para criticar las reducciones al presupuesto cultural de México. Mientras tanto, los más experimentados Luis Estrada y Jorge Ramírez Suárez se iban de vacío con La dictadura perfecta y Guten Tag, Ramón, respectivamente. El quinteto de nominadas a las dos categorías principales se completaba con Carmín Tropical, que dio a su escritor y realizador, Rigoberto Pérezcano, el premio a mejor guion original, y Las oscuras primaveras, de Ernesto Contreras, que vio reconocidos su montaje, su música (obra de los hermanos Emmanuel, Renato y Ramiro del Real) y su sonido (categoría donde empató con Güeros). Pese a ser la pasada representante mexicana en los Oscars, el Cantinflas de Sebastián del Amo quedó olvidado de las categorías principales, aunque finalmente se hizo con tres galardones estéticos: diseño de arte, vestuario y maquillaje, sin duda lo mejor de la biografía del famoso cómico.
Curiosamente, todos los premios interpretativos salieron de películas olvidadas de las categorías principales. Así, Obediencia perfecta granjeó galardones a Juan Manuel Bernal y Sebastián Aguirre y La Tirisia hizo lo propio con Adriana Paz y Noé Hernández, mientras que la veterana Isela Vega se hizo con el trofeo gracias a Las horas contigo (recogido por su hijo, Arturo Vázquez, quien bromeó diciendo que su madre se lo regalaría porque probablemente él nunca lo ganaría por sí solo) y Nora Huerta convirtió en oro la única candidatura de Seguir viviendo, que definió como una película para no olvidar la historia negra de México. Ella y Aguirre inauguraron las categorías interpretativas revelación. Por cierto, a falta de candidatas, se eliminó la sección de animación (los Goya deberían tomar nota de esto). En contraposición, la categoría de mejor película iberoamericana presentaba una altísima calidad; la venezolana Pelo Malo, la uruguaya Kaplan, la cubana Conducta, la española La isla mínima y la argentino-española Relatos salvajes compitieron duramente por un galardón que, como cabía esperar, fue a parar a la popular —aunque no necesariamente superior— cinta de Damián Szifrón.
Celebrada en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, la ceremonia homenajeó a los escritores fallecidos José Emilio Pacheco, García Márquez y Vicente Leñero, pero estuvo marcada por el enérgico discurso de la actriz Blanca Guerra, presidenta de la AMACC, quien urgió al presiente Enrique Peña Nieto a ayudar al cine mexicano frente a las producciones estadounidenses, que invaden la cartelera y distorsionan la identidad nacional. «Igual que la industria textil y de vestido, el cine cobija a miles de familias», añadió en referencia a las palabras de Peña Nieto en defensa de la industria textil. «¡Defiéndalo igual!», pidió. Sentidas palabras que podrían haberse escuchado en cualquier país iberoamericano, ya que, al menos a este respecto, Argentina, España, Cuba, México y compañía atraviesan una situación tristemente parecida. Corresponde al Gobierno defender la economía y la sociedad de las naciones, pero también su cultura. Y en países en busca del desarrollo, el patrimonio cultural es una importantísima seña de identidad que no debe ser subestimada. El viento fresco levantado por Güeros es una perfecta muestra de ello / Juan Roures (Madrid).
■ Mejor película: Güeros de Alonso Ruizpalacios.
■ Mejor ópera prima: Güeros de Alonso Ruizpalacios.
■ Mejor dirección: Alonso Ruizpalacios por Güeros.
■ Mejor largometraje documental: H20MX de José Cohen.
■ Mejor actor: Juan Manuel Bernal por Obediencia perfecta.
■ Mejor actor secundario: Noé Hernández por La tirisia.
■ Mejor actriz: Adriana Paz por La tirisia.
■ Mejor actriz secundaria: Isela Vega por Las horas contigo.
■ Mejor revelación masculina: Sebastián Aguirre por Obediencia perfecta.
■ Mejor revelación femenina: Nora Isabel Huerta por Seguir viviendo.
■ Mejor guion original: Rigoberto Perezcano por Carmín tropical.
■ Mejor guion adaptado: Ernesto Alcocer y Luis Urquiza por Obediencia perfecta.
■ Mejor gotografía: Damián García por Güeros.
■ Mejor edición: Valentina Leduc por Las oscuras primaveras.
■ Mejor música original: Emmanuel del Real, Renato del Real y Ramino del Real por Las oscuras primaveras.
■ Mejor sonido ex aequo: Isabel Muñoz, Pedro González, Gabriel Teyna y Kyoshi Osawa por Güeros
& Enrique Ojeda y Enrique Greiner por Las oscuras primaveras.
■ Mejores efectos especiales: Ricardo Arvizu por Visitantes.
■ Mejores efectos visuales: Charlie Iturriaga por Visitantes.
■ Mejor diseño de arte: Christofer Lagunes de Cantinflas.
■ Mejor vestuario: Gabriela Fernández por Cantinflas.
■ Mejor maquillaje: Maripaz Robles por Cantinflas.
■ Mejor cortometraje documental: El penacho de Moctezuma. Plumaria del México antiguo de Jaime Kuri.
■ Mejor cortometraje de ficción: Ramona de Giovanna Zacarías.
■ Mejor cortometraje de animación: El modelo de Pickman de Pablo Ángeles Zuman.
■ Mejor película iberoamericana: Relatos salvajes de Damián Szifron / Argentina.