Durante la ceremonia de clausura del 68º Festival de Cannes se hará entrega de la Palma de Oro de honor a Agnès Varda, una distinción máxima otorgada por el Consejo de Administración del certamen a realizadores unánimamente elogiados que nunca han ganado la Palma de Oro. La fotógrafa, guionista, actriz, directora y artista plástica francesa es la primera mujer homenajeada con un galardón anteriormente recibido por Woody Allen (en 2002), Clint Eastwood (en 2009) y Bernardo Bertolucci (en 2011). Los tres nombres se bastan por sí solos para reflejar la grandeza del mismo.
Nacida el 30 de mayo de 1928 en Bruselas, Varda estudió fotografía y debutó en el Festival d’Avignon con Jean Vilar. Escogió a dos actores del Teatro Nacional Popular, Sylvia Montfort y Philippe Noiret, para su primer largometraje, La Pointe Courte (1954), obra precursora de la Nouvelle vague que fue montada por el mismísimo Alain Resnais. Cleo de 5 a 7 (1962) le ganó un nombre en la industria, recibiendo su siguiente film, La felicidad (1965), el prestigioso Premio Louis-Delluc. Desde entonces, Varda se ha movido entre el corto y el largometraje, el documental y la ficción, la realidad sin concesiones y la fantasía más poética. Entre sus innumerables logros destacan la desangelada Sin techo ni ley (León de Oro en Venecia, 1985), el lírico équiem de una vagabunda; la emotiva Jacquot de Nantes (1991), una de las tres obras que dedicó al hombre de su vida (Jacques Demy) tras su fallecimiento, y la sorprendente Los espigadores y la espigadora (2000), un recorrido a la Francia rural que rodó acompañada solo por su cámara (y su inagotable determinación, claro).
Este último trabajo mostró una vez más el espíritu independiente de la realizadora, plasmado en su honesto autorretrato Las playas de Agnès (2008), que le valió el César a mejor documental. Tan emblemática como underground, Varda constituye un modelo a seguir, no sólo para los nuevos cineastas, sino para las nuevas generaciones: un ejemplo de incansable curiosidad, ilimitada creatividad e infinita libertad. No hay barreras inquebrantables para Varda. Y este reconocimiento es sólo otra muestra de ello / Juan Roures (Madrid).