Vida
Quinta jornada del D'A 2015
Llegamos al ecuador del D’A 2015 con muy buenas sensaciones. Ya son varias las películas que han sorprendido por su calidad en el festival, y sospechamos que todavía nos quedan muchas por descubrir. Ayer el protagonista indiscutible fue Hermes Pallaruelo con No todo es vigilia, que ya podríamos bautizar como la película más honesta y sensible de esta edición. Además, también vimos dos películas que nos llegan desde el Cono Sur: Obra, de Gregrio Graziosi, y La princesa de Francia, de Matías Piñeiro.
Obra
Gregorio Graziosi, Brasil, 2014
Casi 12 de millones de personas habitan la ciudad de São Paulo. Una jungla urbana donde la naturaleza se ha sustituido por la verticalidad interminable de los edificios de hormigón. Obra, la nueva película del director brasileño Gregorio Graziosi, se abre con una imagen de la ciudad cubierta por la niebla en la que apenas se atisba su silueta. 80 minutos más tarde, el metraje se cierra de nuevo con la misma perspectiva de la ciudad pero esta vez la niebla se ha disipado y los edificios se pueden ver con claridad. Entre una y otra, el filme se adentra en un análisis de las consecuencias de la arquitectura moderna en el tejido interno de una ciudad inabarcable, con sus tentáculos removiendo el interior de sus habitantes.
El descubrimiento de doce cadáveres por un joven arquitecto en el solar de su familia donde está construyendo un nuevo inmueble desata una profunda crisis interior que hace tambalear los cimientos de todo lo que le rodea, la relación con sus antepasados y su futura paternidad. «No puedes forzar el presente en el pasado». Esta frase golpea como un martillo en el subconsciente de la cinta. La ciudad se ha encargado de aplastar cualquier resto del pasado bajo el peso de cada edificio, pero cuando el pasado nos sorprende, no es tan sencillo enterrar sus ecos.
Rodada en blanco y negro y con un cuidado tratamiento del sonido, la película lo tiene todo para construir la atmósfera pertinente y poner en imágenes el conflicto que atormenta al personaje. Sin embargo, Graziosi no termina de conjugar los elementos estéticos, ni tampoco concreta lo deseado algunos giros de guión, para aportar profundidad a la cinta. Obra, ganadora del premio FIPRESCI y el premio a la Mejor Fotografía en el Festival de Río de Janeiro, termina siendo una obra interesante pero que deja un profundo sentimiento de desaprovechamiento en su puesta en escena. [60|100]
No todo es vigilia
Hermes Paralluelo, España, Colombia, 2014
El segundo largometraje de Hermes Paralluelo es el más puro, sincero y honesto homenaje a la vida que hemos visto en el cine en muchos años. El retrato del día a día de sus abuelos, Felisa Lou y Antonio Paralluelo, está despojado de cualquier resorte dramático, de cualquier triquiñuela complaciente y sensiblera para provocar una lágrima fácil. La película es lo que quiere ser: un fiel retrato de lo que supone envejecer, sin cortapisas ni concesiones, pero también sin excesos ni subrayados. Es la vida en imágenes, y una gran lección para entender que nuestros mayores son la fuente de sabiduría más cercana y veraz a la que tenemos alcance. Sus conversaciones, a simple vista mundanas, encierran las grandes verdades de nuestra existencia.
No todo es vigilia se estructura en dos bloques que se corresponden con los espacios que habitan sus protagonistas. En la primera parte, Antonio, en una cama de hospital, y Felisa, detrás de él con su andador, deambulan por los pasillos y salas del hospital mientras él se somete a varias pruebas. En la segunda parte, ya en casa, la cámara recorre junto a ellos los recovecos de su hogar para construir el espacio de sus vidas. La película adquiere el ritmo de sus protagonistas. Sus pasos y gestos, lentos y pausados por el peso de los años, marcan el tratamiento de la imagen y el movimiento de la cámara. De este modo, es totalmente coherente y respetuosa con ambos, con lo que supone su cotidianeidad, donde cada paso adelante y cada recuerdo verbalizado es un triunfo frente al tiempo y la memoria.
No hay manera más bella de cerrar una película como esta que con la conversación que mantienen los dos protagonistas tumbados en la cama mientras observan el costoso retrato que se hicieron el día de su boda. ¿Cómo puede haber tanta belleza y verdad en la imagen fija de estas dos personas que se aman tanto como la vida que han vivido? Hermes Paralluelo ha conseguido con No todo es vigilia que Antonio y Felisa sean ya inmortales, imperecederos en nuestra memoria cinematográfica. [95|100]
La princesa de Francia
Matías Piñeiro, Argentina, 2014
La princesa de Francia tiene uno de los arranques más estimulantes e interesantes que hemos visto en este festival. Con la Sinfonía de la Primavera de Schumann, los jugadores de un equipo de fútbol que juegan en el patio interior de un edificio de Buenos Aires poco a poco van desapareciendo hasta que solamente queda la portera; sola ante el peligro y ante un equipo rival que parece haberse multiplicado, la joven huye sin pensarlo dos veces. La última película de Matías Piñeiro es una adaptación libre de Trabajos de amor perdidos, una de las primeras comedias de William Shakespeare y una de las más extrañas. El realizador argentino extrae una de las líneas argumentales de la pieza del escritor inglés para crear una película que da vueltas sobre sí. Los posibles caminos de la historia de un grupo de teatro que prepara la adaptación radiofónica de esta misma obra se entrecruzan y multiplican sin lógica ni dirección aparente. Todo parece un simple y banal divertimento sobre los caminos que puede seguir el punto de vista dentro de una historia. Y en realidad lo es. Ante tal ir y venir de personajes, tramas y situaciones, no queda más que perderse e intentar disfrutar de las escenas en las pocas que la teatralidad se convierte en el eje central de la propuesta.
Y es que la película se presenta como una obra de teatro. Los títulos de crédito iniciales están diseñados como un programa de mano. En la escena que comparten los protagonistas en el museo, el espacio se entiende como el escenario, con movimientos perfectamente coreografiados para abarcar todas sus posibilidades y personajes que entran y salen a modo de mutis. Pero pese a todo ello, deja un regusto simplón, de excesiva levedad, de comedia romántica con ciertas pretensiones, pero que se pierde intentando aportar un toque de originalidad que se vuelve contra ella por impostado. [58|100]
Víctor Blanes Picó
Enviado especial al D'A 2015